domingo, 29 de junio de 2008

Relación entre la geografía y salud

Las relaciones entre la geografía y la salud fueron reconocidas desde la Antiguedad. Durante la más primaria interacción hombre-naturaleza y procurando esencialmente subsistir, los hombres fueron creando los mecanismos para identificar lo sano y lo perjudicial.

Ocupada siempre en la distribución de fenómenos y procesos, la geografía, a pesar de los esfuerzos aislados e inconstantes, no ha logrado incorporar la lectura del estado biopsicosocial del hombre como una de sus preocupaciones centrales, en los distintos contextos regionales y nacionales donde ha evolucionado y particularmente en Latinoamerica.

Las causas iniciales pudieran asociarse a que inmersa durante largas décadas en la dicotomía entre lo natural y lo social o económico, entre los "ismos" de la determinación, la posibilidad y la necesidad, entre la cuantificación y la cualificación, se debatió y aún hoy se debate en la búsqueda de la justa medida para el conocimiento de lo humano y lo social.

¿Dónde y cómo se inscribían los grupos humanos, en la larga y profusa historia de estudios geográficos regionales, urbanos, agrarios y otros?. ¿Conseguían identificar los problemas e inquietudes de estos grupos?.
Relacionado con estas interrogantes el geógrafo francés Paul Claval (1987) planteara que las observaciones que sus profesores hacían de sus disertaciones y memorias, coincidían con las que él hiciese después como catedrático "no se ven los hombres y faltan los instrumentos para aprehenderlos y articular los modelos sociales a los modelos del hombre"(Claval, 1987:242).

En la intensa fragmentación histórica de la Geografía aparecieron direcciones que de forma más o menos directa se acercaban al tema del bienestar. La Geografía Humana, de la Población, Urbana, Rural, Histórica, Social, Política y Cultural, se imbricaban en una borrosa trama con las surgidas o reforzadas en las últimas dos décadas tales como la del Comportamiento, del Género, de la Percepción, Humanística y Ambiental.

Sugerida inicialmente como una nueva organización de la Geografía Humana, en la década del 70 la Geografía del Bienestar, proponía un enfoque integrador capaz de borrar las fronteras innecesariamente incrementadas entre las disciplinas geográficas que abordaban el tema del bienestar humano (Smith, 1980).

Los antecedentes teóricos mas notables se reconocen en la Antropogeografía de Ratzel (1948) y la Geografía Humana de Vidal de la Blache (1922). M. Sorre depliega el potente arsenal de los conceptos de género de vida, de ecúmene y complejos patógenos, interpretando las enfermedades y las muertes como tema o aspecto central de la Geografía o Ecología Humana, trazándo fundamentos de la Geografía Médica aún vigentes, aunque poco explorados.

Los términos Geografía Médica y Geografía de la Salud resultaron los mas ampliamente debatidos y ampliamente aceptados para identificar aquella dirección de la geografía, que surgida en el pasado siglo y calificada hoy "como una antigua perspectiva y una nueva especialización" (Meade et al., 1988:1) se ocupa de la aplicación del conocimiento geográfico, métodos y técnicas a la investigación en salud, en la perspectiva de la prevención de enfermedades.

Otras denominaciones han sido adoptadas por países y regiones, entre las que se destacan con alguna connotación evolutiva, la Topografía Médica, Geografía de las patologías, de las enfermedades y las muertes, Geomedicina, Geoepidemiología y Ecología Médica. Según la convencional división de las ciencias que se adopte, se ha considerado como parte de la Geografía Humana (Sorre, 1955), de la Ecología Humana o Social., como una disciplina de borderline (Pyle, 1977), en la intersección entre la geografía, la medicina y la biología (Darchenkova, 1986) o entre las ciencias sociales, físicas y biológicas (Meade et al., 1988).

Frecuentemente se cuestiona la existencia independiente de la Geografía Médica. Al respecto el profesor brasilero L. J. da Silva considera que la Geografía Médica nunca se estableció firmemente como disciplina distinta a la Epidemiología (Silva, 1992). Esta afirmación que podemos aceptar, como opinión de epidemiológos y otros profesionales de las Ciencias Médicas, no excluye la incorporación del lenguaje de expresión geográfica (cartografía) por los epidemiólogos, ni las renovadas perspectivas que los conceptos y técnicas geográficas, han abierto a los profesionales de la salud. De forma similar, la investigación geográfica en salud, incorpora las técnicas bioestadísticas, ampliamente desarrolladas por los epidemiólogos y otros profesionales de la salud.

La importancia de la Geografía Médica, se concreta al constituirse en Lisboa la Comisión de Geografía Médica de la UGI en 1949 y en el informe que esta comisión presentara en 1952 en aras de impulsar su desarrollo. Cuarenta años despues, en el Congreso de la Unión Geográfica Internacional celebrado en Washington, se modifica el nombre de esta Comisión por el de Ambiente-Salud y desarrollo.

Sin embargo, a excepción de algunos países entre los que se destacan el Reino Unido, Francia, Bélgica, Estados Unidos, Alemania y Rusia entre otros, la Geografía Médica o de la Salud no ha conseguido consolidarse como dirección científica y es poco conocida o desconocida, hasta entre los profesionales de la geografía.

La Geografía Médica o de la Salud, frecuentemente se divide en dos principales campos de investigación : la Nosogeografía o Geografía Médica tradicional, encargada de la identificación y análisis de patrones de distribución espacial de enfermedades y la Geografía de la atención médica o de salud, ocupada en la distribución y planeamiento de componentes infraestructurales y de recursos humanos del Sistema de Atención Médica.

Una dirección mas holística y reciente, se desdoblaría en la aproximación a la diferenciación del bienestar, las condiciones y calidad de la vida incorporando, a los indicadores "clásicos", los referidos a la enfermedad o la muerte en espacios poblacionales, especialmente urbanos, o en los estudios de estado y situación de salud en diferentes unidades territoriales de países y regiones (Castellanos, 1992; Iñiguez, 1994).

Las dos primeras aunque en íntima relación, pueden considerarse de forma independiente. Numerosos estudios de distribución geográfica de la morbilidad o mortalidad, no se proponen la aplicación de los resultados a la gestión en salud. La tercera merece una especial reflexión. La Geografía no se relaciona con el bienestar y la salud de las poblaciones sólo en el contexto de la Geografía Médica. Mas indirecta y poco explorada, la información del proceso salud-enfermedad puede ser incorporada siempre que se aborde la desigual distribución de componentes y procesos socio-económicos, incluyendo los socioculturales.

En cualquiera de estas direcciones la geografía se aproxima a la salud de las colectividades, de los entornos comunitarios. Su mas notable especificidad es privilegiar el espacio y su principal problema articular el ¿dónde? con los ¿quiénes?.

La geografía deviene frente a la salud, no un simple reservorio de climas, contaminantes, de microbios, de vectores de transmisión infecciosa, etc; sino un espacio históricamente estructurado, donde también se expresan las consecuencias benéficas y destructivas de la organización social.

El espacio es frecuentemente utilizado, tanto por geógrafos como por epidemiólogos como sinónimo de área, superficie o lugar. Así la distribución espacial es una distribución geográfica, a partir de la cuál pueden establecerse relaciones con premisas etiológicas, naturales o sociales de los daños estudiados, esta dirección es comúnmente empleada en la Geografía Médica.

También en el campo de la Salud Pública, se desarrolla una dirección encaminada a la elaboración de diseños epidemiológicos y de técnicas estadísticas para el estudio de patrones espaciales y temporales de enfermedades. La extensa literatura producida a partir de la década de los 80, evidencia la renovación del interés por este tema..

Otro enfoque proveniente de la evolución de la Geografía Crítica o la nueva geografía considera el espacio como un conjunto de relaciones y de formas que se presentan como testimonio de una historia escrita por los procesos del pasado y del presente Santos (1990:138). Es naturaleza modificada por la acción humana y por tanto una construcción social.

Esta conceptualización de espacio ha sido fundamentalmente explorada por epidemiólogos, a pesar de que el arsenal teórico proviene de la Geografía (Ferreira, 1991; Gadelia, 1995). Sabroza (1991) colocaba que " el espacio socialmente organizado, integrado y profundamente desigual, no apenas posibilita, sino determina la ocurrencia de endemias y su distribución" (Sabroza, 1991:12), en tanto Silva (1992, 1997), lo calificaba como un recurso teórico y un potente instrumento de análisis, resaltando como su más importante aporte, el brindar la visión histórico-dinámica que exige el conocimiento del proceso salud-enfermedad (Silva, 1992, 1997).

La salud de la población constituye la expresión de determinantes y condicionantes de carácter estrictamente biológicos, ambientales y sociales tanto histórico como actuales. Por otra parte en la Geografía coexiste la alta complejidad que proporcionan las relaciones de la Naturaleza, las relaciones humanas con la naturaleza y las relaciones entre los propios hombres, gestadas en una larga evolución. Así la producción social del espacio, los procesos de su configuración y funcionamiento, está influenciado por las condiciones (recursos) naturales y determinado tanto por los modos de producción precedentes como por los actuales a escala local, nacional y hoy mundial. Lo caracterizan por tanto su totalidad, historicidad y escala (Iñiguez, 1994).

La situación de salud de un espacio poblacional dado, en un momento dado, está influenciado tanto por los avatares de las formaciones económicas, de las persistencias de origen natural (clima, suelos, relieve y otras), como por la experiencia biológica de la población en contacto con diversos agentes patógenos (Dubos, 1989). Así todo espacio geográfico poblacional, portará una historia ecológica, biológica, económica, conductual, cultural, en síntesis social, que inobjetablemente ha de orientar el conocimiento del proceso salud-enfermedad, tanto como es capaz de contener y reflejar los cambios del presente, especialmente relacionados con la alta movilidad de la población.

Diversos modelos de abordajes con propósitos explicativos o aplicados a la elaboración de políticas sanitarias, coinciden en que la salud es resultado de complejas y dinámicas interacciones entre factores, que esencialmente expresan las interacciones hombre-medio. El marco teórico que sustenta los modelos de determinantes del estado o la situación de salud de la población, evidencia fuertes nexos con el soporte teórico del espacio geográfico.

Resultan ampliamente conocidos los que definen como factores determinantes: los estilos de vida, el medio ambiente (físico y social), la biología humana y los servicios de atención de salud. Una propuesta mas reciente (Castellanos, 1992), parte de la categoría de condiciones de vida y propone su operacionalización en las dimensiones ecológica, económica, biológica y de conciencia-conducta, para identificar los perfiles diferenciales de daños a la salud en grupos poblacionales. Esta propuesta incluye las condiciones ambientales (dimensión ecológica), dentro de las condiciones de vida y considera explícitamente que los daños a la salud son resultantes tanto de la dinámica interna de estas dimensiones, como de las respuestas sociales ante procesos de cambio.

En general los modelos contemplan la complejidad de las interacciones, de lo cual se deriva la multicausalidad aceptada, pero poco aprehendida en las evaluaciones del estado de salud de diferentes poblaciones y el necesario equilibrio que ha de caracterizar la conjugación de los factores que intervienen en esta trama.
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