jueves, 31 de julio de 2008

Desarrollo local

Más de 600 pueblos de menos de 2000 habitantes se encuentran en riesgo de desaparición. Por medio de distintos emprendimientos productivos, artísticos y turísticos, sus pobladores buscan el camino del progreso.

Patricios es un pequeño pueblo rural a 260 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Se fundó a principios del siglo XX y pertenece al partido de 9 de Julio. Fue creciendo en torno de la actividad ferroviaria y cuando el tren dejó de pasar por allí en 1977, se llevó con él la prosperidad y el crecimiento. De 6000 habitantes pasaron a ser alrededor de 700 y los vecinos que quedaron, en su mayoría, fueron jubilados y pensionados.

En la actualidad, Patricios resiste con sólo 809 vecinos y el peor de los diagnósticos: el 15,5% es mayor de 60 años, el 21,2% es analfabeto y el 51,9% es económicamente inactivo. A su vez, más de la mitad de la población se encuentra bajo la línea de indigencia y el resto, no supera la línea de pobreza. "Estos vecinos que padecieron la pérdida absoluta de su fuente de trabajo, los violentos traslados, el desarraigo, el desmembramiento de sus familias y la pérdida de la posibilidad de una vida más digna tienen también la disposición para crear otra historia mejor", comentó Mabel Hayes, coordinadora general de la entidad.

Nacido como un grupo de teatro comunitario con objeto de incentivar la veta artística de los pobladores, la organización Patricios Unido de Pie se convirtió en la fuerza aglutinadora que hizo nacer diferentes estrategias que transformaron la tendencia a desaparecer en una oportunidad de resurgir.
Según el censo de 2001, unos 602 pueblos de menos de 2000 habitantes están en riesgo de desaparecer, 124 prácticamente no han crecido en los últimos diez años y 90 no figuran en la medición. De este relevamiento se desprende que los poblados en riesgo albergan 268.920 habitantes y representan casi el 40% de los poblados rurales del país.

¿Cuáles son los motivos que llevan a los pueblos a desaparecer?

Principalmente la finalización de la principal actividad económica, el cierre de su estación de ferrocarril, y la falta de transportes públicos y de inversión en el mejoramiento de rutas existentes son los que encabezan la lista.

Un relevamiento realizado en 2004 por el Programa Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), en 15 localidades del Chaco, Chubut, Corrientes, Entre Ríos, Mendoza, Neuquén y Salta, muestra un cuadro de situación fuertemente deteriorado de las comunidades rurales en la Argentina.

La mayor parte de estas comunidades exhibía una situación social crecientemente deficitaria. En buena parte se reconocía un empobrecimiento de las condiciones sociales, en especial ligado al aumento de los problemas de empleo. También se hacía referencia a las insuficientes condiciones sanitarias, carencia de vestimenta y calzado adecuado, y graves problemas habitacionales.
En este momento de crisis política y estancamiento de la producción, todos los motivos que llevaron al retroceso de estas comunidades se profundizan. "Los pueblos están más parados que nunca. Todas las causas responsables de la desaparición de los poblados han sido decisiones políticas y económicas que en algún momento se han tomado", dijo Marcela Benítez, presidenta de la Asociación Responde que trabaja para recuperar pueblos en riesgo de desaparición. Articulación
Luego de años de intentar diversas estrategias productivas para revitalizar los poblados, las comunidades encontraron en el desarrollo local y la articulación entre el gobierno, la sociedad civil y las empresas, el camino para recuperarse.
Precisamente la historia de Patricios refleja la voluntad implacable de los pobladores de recuperar la memoria colectiva y encontrar nuevas alternativas para el cambio.
Integrada por más de medio centenar de vecinos de entre 3 meses y 82 años, Patricios Unidos de Pie consiguió llevar adelante un proyecto de desarrollo común que trajo vida al pueblo. El foco estuvo puesto en afirmar la identidad cultural, hacer surgir la esperanza de una vida más digna, incrementar la participación ciudadana y generar proyectos en el área de la producción, capacitación, salud, el acceso a microcréditos y empleos.

"En noviembre de 2002 se realizó la primera convocatoria en una reunión organizada por las mujeres del pueblo que participaban del Club del Trueque y ya en marzo de 2003 se presentó la primera obra Nuestros recuerdos , recuperándose así la memoria de los orígenes del pueblo", explicó Hayes. Concurrieron más de 400 personas provenientes de diversos lugares y la oportunidad de ofrecer alojamiento a los visitantes hizo que surgiera el sistema DyD (dormir y desayunar).

Se organizaron cantinas y quioscos, paseos a caballo, en carros y tractores, y visitas a centros de interés. Este primer impulso los llevó a seguir adelante. Organizaron en Patricios el primero y segundo Encuentro Nacional de Teatro Comunitario en 2003 y 2004, y participaron de los siguientes. Gracias a este esfuerzo, hoy integran la Red Nacional de Teatro Comunitario y por eso la Red Latinoamericana de Arte y Transformación social. "Creemos que el teatro comunitario, como cualquier otro lenguaje artístico, es en sí mismo transformador. Resignificamos los espacios públicos, devolviendo a la comunidad el uso de las plazas, calles, escuelas, los andenes, que al ser recorridos durante las representaciones vuelven a ser de todos y para todos", dijo Hayes. Trabajan con las instituciones del lugar, tratando que cada representación sea una verdadera fiesta popular que integre a los vecinos en distintas manifestaciones: música, circo, deporte, teatro, danza.

Hayes no se conforma. Es consciente de todo el crecimiento que han conseguido, pero sabe que queda mucho por delante para que el pueblo realmente florezca en proyectos sustentables. "Patricios no salió de la pobreza por el grupo de teatro ni cambió la economía del pueblo. Sí logró salir del anonimato y convertirse en un lugar reconocido por la actividad artística de muchos de sus vecinos que se pusieron el proyecto al hombro y se animaron a romper con varios estigmas en lo personal y en lo social."

En las fiestas o encuentros de teatro comunitario participan de distinta forma las instituciones. En el grupo hay representantes de los clubes, las escuelas, los jardines de infantes, las sociedades de fomento, Cáritas y el centro de jubilados. Si bien han recibido en estos cinco años y medio subsidios municipales, provinciales y de particulares, creen que debería haber un mayor compromiso del Estado en apoyo de las manifestaciones artísticas de los vecinos.

A pesar del extenuante camino recorrido, Patricios Unidos de Pie sigue con nuevos proyectos. Implementará el Centro Comunitario de Internet junto a la escuela, la delegación municipal y la radio FM con el fin de poner esta herramienta de comunicación al alcance de todos. Al mismo tiempo, con la Sociedad de Fomento, el municipio y el Museo Ferroviario está reacondicionando la vieja cocina de la estación adaptándola a normas bromatológicas y varias vecinas han asistido a cursos de manipuladores de alimentos para lograr la autorización necesaria para vender sus productos alimenticios artesanales.

¿Qué podemos hacer?
La idea de desarrollo local, básicamente, es pensar desde lo que tenemos en un determinado territorio, qué podemos hacer y qué no; con qué recursos contamos y con cuáles no. El desarrollo local consiste en aquella actividad económica que motoriza el crecimiento económico de un lugar y mejora las condiciones de vida de la gente. El motor de este florecer local puede ser de lo más variado: turístico, tecnológico, artístico o productivo, entre otros.

En este sentido, Benítez sostiene que es fundamental tener una buena red de caminos asfaltados que permita un circuito comercial rentable. "Hoy no pueden producir nada perecedero porque el barro condiciona la salida de los productos. Esta falta de caminos también genera dificultades a la hora de estudiar, comprar, hacer trámites, atender su salud o generar proyectos turísticos, ya que para todo deben recurrir a la ciudad vecina. Entonces en algún punto dicen mejor me voy y continúan el flujo de los que parten", sostuvo Benítez.

Si a esto le sumamos la falta de inversión por parte del Estado en educación formal e informal, la disminución de fuentes de trabajo y la imposibilidad de acceder a la información y a las oportunidades en general, se produce una espiral que lleva a casi la totalidad de los jóvenes a dejar estos poblados en busca de un futuro mejor en las ciudades, y a la población adulta con pocas posibilidades de desarrollo.

La falta de oportunidades para continuar estudios secundarios y terciarios es la principal problemática que lleva a los jóvenes a dejar sus pueblos. "Una política educativa para los pueblos rurales que ofrezca el bachillerato a jóvenes, adultos jóvenes y a los no tan jóvenes, que merecen la oportunidad de educarse y capacitarse. Esto les permitirá mejorar sus capacidades de pensar, reflexionar, elegir, hacer. Hoy el 90% de estos pueblos no tiene escuela secundaria", remató Benítez.

Hace 50 años Chilibroste tenía una población de 2000 habitantes y hoy son cerca de 450 los pobladores de este páramo que surgió como Colonia Santa Cecilia en 1883, dedicada al cultivo del trigo para abastecer un importante molino harinero. Año tras año su población migró hacia la periferia de las ciudades cercanas por no encontrar en su lugar de origen los recursos necesarios para vivir. "El éxodo que tenemos por falta de trabajo y oportunidades es importantísimo. Los pueblos más grandes se van chupando a los más chiquitos, en términos de mano de obra, y la idea fue juntarnos para revertir esta situación", contó Gastón Nottebohm, productor agropecuario de la zona e impulsor de la iniciativa.

Chilibroste se encuentra sobre la ruta provincial Nº 2, en el departamento Unión, a 250 kilómetros al sudoeste de Córdoba capital. "Es un pueblo que tiene 8 cuadras por 8, no hay tráfico, no hay ruido, nada. La principal y única actividad es la agropecuaria. No hay prácticamente ninguna industria; dos fábricas de quesos muy chiquitas, y un taller metalúrgico que se ocupa de cosas de campo", agrega Nottebohm.
Con los pueblos lindantes se comunica por medio de rutas pavimentadas. El ferrocarril pasa, pero no tiene parada en el pueblo, y la línea de ómnibus hace su recorrido con tres frecuencias diarias, comunica Saira con Villa María, pasando por Chilibroste.
La población, en su mayoría, se dedica a actividades rurales; son tractoristas, sembradores, fumigadores, tamberos, mensuales del campo, y también desarrollan otras actividades que se relacionan directamente con las cosechas. "A partir de las inquietudes de algunos vecinos, estábamos trabajando en un centro cultural. Venía medio lento el proceso; cuando nos enteramos de que existía Responde, nos inscribimos para participar de su Proyecto Alas. Salimos preseleccionados entre 50 pueblos y si bien no ganamos, después la gente de LAN decidió apoyarnos", explicó Nottebohm.

La iniciativa propone la creación de un centro socio-económico-cultural que se instalará en el edificio donde funcionaba la estación del ferrocarril, que data de 1910. Allí se desarrollarán actividades sociales, culturales, recreativas, de capacitación y educación. "Para nosotros, es importante que la gente sepa que un pueblito como el nuestro quiere salir a flote y tiene iniciativa propia. La idea es fomentar microemprendimientos relacionados con el turismo, los productos locales y las artesanías, que vemos que tienen potencial en el pueblo", destacó Nottebohm.

La puesta en marcha de este espacio es un primer paso y una puerta que se abre para futuras oportunidades, como por ejemplo las de un proyecto turístico: este centro contará con la Oficina de Atención a los Visitantes; un museo que recopilará la historia local; una biblioteca; un aula virtual con acceso a Internet para facilitar y promover la capacitación; un salón de actividades culturales y sociales, más una cafetería. Ya están terminando de acondicionar el edificio de la estación, y el siguiente paso es comenzar con la organización de las actividades. "La palabra turismo nos queda demasiado grande. Nosotros queremos hacer una propuesta diferente, que apunte a un visitante rural, que busque relacionarse con la gente que vive acá, y además entender cómo pasan sus días", concluyó el productor.

La crisis de 2001 llevó a las organizaciones del sector agropecuario del nordeste de la provincia de Santa Fe a un período de grandes dificultades: muchas cooperativas quebraron; la gente se quedó sin instituciones en las que se sintiera representada, y en las comunidades rurales había mucho desánimo y migraciones sin destino.

Ante la desintegración del tejido social, el INTA Reconquista junto a promotores de Cambio Rural de la zona de Reconquista idearon y discutieron acerca de un proyecto para enfrentar este panorama, que se presentó ante la Asociación para el Desarrollo Regional del Sur de General Obligado y Norte de San Javier, integrada por los presidentes de comuna e intendentes de 15 distritos del nordeste santafecino, sumada a organizaciones intermedias.
En 2002, la asociación decidió comenzar en una primera etapa con un área piloto, incluyendo los distritos de Colonia Durán (1038 habitantes), Los Laureles (1717 habitantes), Malabrigo (7026 habitantes) y Romang (7991 habitantes), con posibilidades de ampliarla en el futuro. En una segunda etapa, a partir de 2003, se incorporó el resto de los distritos que integran la asociación, y son 15 en total.

Su objetivo fue promover el desarrollo, entendido como la búsqueda de mejores condiciones y calidad de vida de la gente; lograr la regeneración y dinamización del tejido socio-económico del entorno local; priorizar la generación de empleo genuino y estable; lograr el mantenimiento y la atracción de la población hacia el área en desarrollo.
Se generó un espacio de participación al que concurren todos los miembros de la comunidad a través de los sectores a los que pertenecen, por medio de un Consejo de Desarrollo Rural Local.
"El proceso de cambio propuesto se organizó de abajo arriba, como forma de involucramiento y participación de la gente, no sólo en las propuestas en pos del desarrollo, sino de los beneficios esperados o producidos por el mismo", comentó Fabián Corti, especialista en extensión del INTA Reconquista.

Después de cinco años de trabajo, entre los logros obtenidos se pueden mencionar 13 Consejos de Desarrollo Local; 3000 personas que han participado en alguna actividad que surgió a instancias del proyecto; la generación de nuevos canales de comunicación en la comunidad; más de 150 instancias de capacitación, canalización de proyectos y/o emprendimientos productivos (esponja vegetal, fábrica de bolsas, pequeñas industrias abastecedoras de grandes empresas); reactivación de industrias locales con generación de nuevos puestos de trabajo, y crecimiento comunitario e integración regional. Distintas experiencias con un denominador común: la voluntad compartida de los pobladores de defender su tierra y hacerla florecer.

Por Micaela Urdinez de la Fundación LA NACION
Fuente: Diario La Nación
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