jueves, 9 de octubre de 2008

La Argentina, gran ausente en el mundo

Desperdicia oportunidades comerciales
FOTO: Singapur es una ciudad-Estado tres veces más grande que la Capital Federal, donde sus habitantes tienen un ingreso per cápita de 30.000 dólares Foto: Claudio Jacqueline
"Nosotros queremos comprar carne argentina, que aquí es muy apreciada, pero la Argentina no nos quiere vender, ¿por qué?" La incómoda pregunta abre el diálogo en un restaurante de Singapur, pero el que la formula no es el chef. Es el director para América del Ministerio de Relaciones Exteriores de esta ciudad-Estado, Ng Teck Hean. No espera respuesta. Sólo comparte, durante un almuerzo con un grupo de periodistas invitados por Singapur como parte del Foro de Cooperación América Latina-Asia del Este (Focalae), una incógnita que aquí resulta inexplicable.

Singapur ha hecho del comercio internacional la llave maestra de su crecimiento hasta convertirse, en sólo 40 años y partiendo casi de la nada (debe importar el 50% del agua potable, por ejemplo), en uno de los países más desarrollados del mundo: ha logrado que sus habitantes tengan uno de los más elevados ingresos per cápita (30.000 dólares) y que el 85% de sus familias sean propietarias de su vivienda.

Así, esta ciudad-Estado, cuya superficie equivale a tres veces la de la Capital Federal, se parece a la más desarrollada de las ciudades occidentales, pero sin siquiera rastros de pobreza ni desocupación.

No hace falta salir de la Argentina para saber que el país ha resuelto darle la espalda a casi todo el mundo desde hace algo más de 5 años. Sólo sorprende lo fácil que se constata a cada paso y cuánto cuesta explicarlo, sobre todo cuando los interlocutores extranjeros hacen notar que la clave del resurgimiento argentino ha sido el aumento del precio internacional de las materias primas que exporta, fundamentalmente, por la demanda creciente de Asia.

Sí hay coherencia en el aislamiento que se ha impuesto. La Argentina, por ejemplo, estuvo ausente del Foro de Negocios América Latina Sudeste Asiático, desarrollado aquí con la presencia de 420 delegados de 21 países de ambos continentes, que intentan consolidar o generar nuevos mercados para sus productos o encontrar socios para sus proyectos de desarrollo, y ponerse lo más a resguardo posible de la crisis financiera que desde Estados Unidos sacude al mundo.
Pero eso tiene su lógica: aquí, en la región más dinámica de la economía mundial, no se habla de la Argentina; sólo hay algunas menciones aisladas o referencias ineludibles en los cuadros estadísticos sobre América latina.

Por eso, no es inusual que nos aclaren que algunos pronósticos optimistas para esta región, a pesar de la crisis financiera global, no incluyen al país, aunque cabe aclarar, para ser rigurosos, que tampoco lo excluyen, como el que formuló el ministro de Comercio de Singapur, Lim Hng Kiang: "Nunca ante un escenario de incertidumbre Asia y América latina han estado mejor".
Pero no faltan quienes eluden abiertamente hablar del país por considerarlo, otra vez, un caso excepcional, para usar un término políticamente correcto.

"Oye, no te confundas, que yo no he hablado de la Argentina." La advertencia provino de la responsable de mercados emergentes del Banco Santander, Alicia García Herrero, tras su presentación en el Foro cuando LA NACION le hizo notar su sorpresa por el positivo panorama que acababa de pintar para las economías de América latina y el sudeste asiático, mientras el mundo financiero tiembla y las sombras avanzan sobre las cuentas públicas y privadas de casi todos los países.

La ejecutiva del banco que hoy es una de las pocas estrellas con buena luz en el firmamento financiero internacional se limitó a hacer referencia a las peculiaridades del país, para volver a destacar que en términos generales la región sufrirá sólo un impacto relativo por la crisis estadounidense y que eso se debe, en gran parte, a la creciente relación económica con Asia.
En términos similares se manifestó el presidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF), el boliviano Enrique García, quien destacó que si bien "el deterioro de la situación financiera internacional podría afectar en el corto plazo la performance de la región, en el mediano y largo plazo tiene perspectivas de abrir una gran ventana de oportunidades a raíz de su relación creciente con Asia".

Luego subrayó la positiva situación que en términos macroeconómicos presentan los países latinoamericanos en comparación con la década del 90. Pero García tampoco hablaba de la Argentina, aunque en los gráficos que presentó el país ocupa el sexto lugar en el ranking de naciones latinoamericanas que mayor proporción de sus exportaciones tienen por destino esta región. En su discurso mencionó no sólo a los "obvios" Brasil, México y Chile. También destacó los casos de Perú y Panamá, dos flamantes y, al parecer, ineludibles referencias de crecimiento y desarrollo en América latina, con empresas que han salido a ganar el mundo y a buscar socios con el apoyo de sus gobiernos.

Tampoco en los paneles de discusión del Foro había representación argentina. Los mismos países que había nombrado el presidente de la CAF, más Trinidad y Tobago, tuvieron su lugar en el debate entre ministros, que coincidieron en su afán por conquistar a los asistentes con las bondades que sus países ofrecen para las inversiones, el turismo y los negocios, como vía para el crecimiento.

Tampoco hubo argentinos en el debate de directores ejecutivos o presidentes de empresas, ni tampoco hubo ningún caso del país en los paneles sobre energía, infraestructura vial y portuaria, logística, turismo, aprovechamiento y manejo del agua, tecnología industrial y sistemas públicos de transporte.

Sí tuvieron presencia, además de los siete países ya mencionados, Costa Rica y República Dominicana, y aunque no estuvo representada, hubo referencias a Colombia, en especial por el sistema de transporte público integrado de Bogotá.

La búsqueda de nuevas oportunidades por la conciencia de la vulnerabilidad de las respectivas economías nacionales y la demanda de transparencia y de reglas de juego claras y estables fueron también otra constante de las manifestaciones recogidas estos días, como luego lo ratificó uno de los hombres fuertes del gobierno de Singapur, el responsable efectivo de la cartera de Comercio y la Industria ( senior minister , en la nomeclatura local), S. Iswaran.

Con una frase, el poderoso funcionario resumió el espíritu de este país que compite en confort y también en lujo y supera en seguridad y cuidado del medio ambiente a la mayoría de las ciudades más desarrolladas de Occidente: "Preferimos ser abiertos. Creemos que es mejor estar expuestos a estar cerrados, porque las oportunidades son mayores que los riesgos".
Y concluyó que en ese afán por la apertura América latina es un mercado "aún relativamente por descubrir". Pero insistió en la necesidad de transparencia y la existencia de reglas claras y estables.

No hablaba de la Argentina. Tampoco, aunque no la excluía, el directivo de la agencia de negocios internacionales de Singapur (International Enterprises), Ted Tan, al destacar que el "principal problema para la generación de negocios es la falta de información".

La Argentina está formalmente ausente aquí desde que se cerró la representación diplomática, durante la presidencia de Eduardo Duhalde, en el pico de la crisis desatada en 2001. Pero la recuperación económica y la demanda creciente de productos argentinos desde Asia, una de cuyas principales puertas de acceso es precisamente Singapur, no cambió la situación.
Esa realidad contrasta hasta con las decisiones de uno de los pocos aliados internacionales argentinos. La mismísima República Bolivariana de Venezuela abrió su embajada aquí hace un par de años por decisión del rebelde amigo kirchnerista Hugo Chávez. "Después de un viaje por la región, el presidente consideró necesario abrir una representación aquí por las oportunidades de negocios que presenta", explicó la encargada de negocios venezolana, Geomar Cattafi-Andrade, a cargo de la embajada tras la jubilación del embajador.

Durante una semana en Singapur, sólo el nombre de Lionel Messi, ya no el de Maradona, devolvía algún eco a la mención de la Argentina. Hasta la Fórmula 1, que por esos días atraía desde el circuito callejero de esta ciudad-Estado gran parte de la atención mundial, parecía una metáfora nacional: remitía sólo al pasado de un país de escasa relevancia en el presente.

Fuente: Por Claudio A. Jacquelin Enviado especial Diario La Nación

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