miércoles, 18 de marzo de 2009

En plena tormenta, China encuentra la manera de crecer

Por Keith Bradsher The New York Times
La crisis económica podría convertir al país asiático en una potencia aún más fuerte

La debacle económica global y los esfuerzos destinados a revertirla probablemente conviertan a China en un competidor económico más fuerte aún de lo que era antes de la crisis.
China, la tercera economía del mundo, después de Estados Unidos y Japón, ya se había vuelto más enérgica y segura. Y ahora está aprovechando su inusual posición como un país con gran cantidad de efectivo y un sistema bancario sólido, en un momento en que muchos países carecen de ambas cosas, para comprar recursos naturales y ganar nuevos amigos.

La semana pasada, el primer ministro, Wen Jiabao, incluso le recordó a Washington que, en su condición de uno de los mayores acreedores de Estados Unidos, China espera que Washington proteja sus inversiones. Los dirigentes de China están convirtiendo la crisis económica en una ventaja competitiva, según dijeron algunos analistas económicos.

El país está usando su paquete de estímulo de casi 600.000 millones de dólares para permitir que sus empresas tengan más competitividad en el mercado interno y en el exterior, para volver a adiestrar a los trabajadores golondrina en inmensa escala y para ampliar rápidamente los subsidios destinados a investigación y desarrollo. Ya se ha iniciado la construcción de nuevas autopistas y líneas férreas, que probablemente reduzcan de manera permanente los costos de transporte. Y mientras los líderes estadounidenses se esfuerzan por revivir el crédito, los bancos chinos han hecho más préstamos en el curso de los últimos tres meses que en los 12 meses precedentes.

"Los últimos retoques del paquete de estímulo revelan un especial interés por la competitividad a largo plazo de la industria china", dijo Eswar S. Prasad, un ex jefe de la división China del Fondo Monetario Internacional. "Un mayor gasto destinado a educación y desarrollo, junto con las cifras ya asignadas a inversión en infraestructura, estimulará la productividad de la economía."
Además, la recesión internacional está logrando cosas que las autoridades chinas intentaron hacer sin conseguirlo durante cuatro años: detener la inflación, revertir una creciente dependencia de las exportaciones y hacer estallar una burbuja inmobiliaria antes de que pudiera llegar a hacerse más grande.

La recesión de casi todas las grandes economías del mundo está infligiendo verdaderos daños en China: provocó una caída récord de las exportaciones, dejó sin empleo a 20 millones de trabajadores y aumentó la posibilidad de una constante agitación social. Pero tal como el presidente Hu Jintao dijo al Congreso Nacional del Pueblo la semana pasada: "El desafío y la oportunidad siempre vienen juntos? en ciertas situaciones, una cosa puede transformarse en la otra".

Con ese propósito, las empresas chinas buscan hacer negocios en el extranjero. El ministro de Comercio anunció el lunes que se estaba facilitando mucho el proceso de aprobación gubernamental para las empresas chinas que buscan el permiso para hacer adquisiciones en el exterior. Las iniciativas del gobierno coinciden con algunos beneficios inmediatos de la recesión en el caso de China. Por ejemplo, los costos de envío aéreo y marítimo se han reducido dos tercios desde el verano pasado, con la caída de la demanda.

Los salarios de los obreros, que se habían duplicado en el transcurso de cuatro años en algunas ciudades costeras, se han reducido para muchos este invierno. Esto generó problemas personales pero revivió la ventaja de China en lo referido a los costos laborales. Los administrativos calificados, que escaseaban un año atrás, ahora se consiguen inmediatamente, ya que hay muchos disponibles a causa de los despidos.

Y posiblemente sigan desempleados aunque la falta de trabajo a ese nivel podría plantear una amenaza de agitación social. La limitada oportunidad de empleo contribuyó a las protestas de hace 20 años en la plaza de Tiananmen. Los obreros no especializados son los que tienen mayores dificultades para conseguir empleo. Pero con los subsidios de Pekín, los gobiernos provinciales se han embarcado en programas de entrenamiento vocacional en gran escala, similares a los propuestos en Estados Unidos, pero que jamás se han probado en la realidad.
Al incrementar la productividad, los programas de capacitación pueden reducir los costos laborales por unidad de producción durante los próximos años. Pero también pueden preservar la estabilidad social al mantener a los desempleados alejados de las calles, aunque los funcionarios chinos niegan que ésa sea su intención.

Traducción de Mirta Rosenberg
Fuente: Diario La Nación

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