lunes, 4 de mayo de 2009

Un esquema pensado para aparentar superávit

Reducen subsidios y se demoran los pagos
La caída en los ingresos públicos obliga a la gestión de la presidenta Cristina Kirchner a demorar erogaciones corrientes para retener fondos y mantener así una apariencia de superávit fiscal, que se genera más por "pisar" los pagos que por un manejo eficiente de las cuentas públicas.
En teoría, el fisco tiene hasta el primer trimestre un superávit fiscal de $ 4220 millones, por cuanto hasta marzo los ingresos fueron de 48.300 millones y los gastos, de 44.080 millones (ver aparte).

Sin embargo, según algunos informes preliminares de organismos de control, se puede constatar que se redujeron o anularon algunos pagos de subsidios previstos; no se devuelven impuestos ni reintegros a las exportaciones, o se retienen sus devoluciones. Se postergaron las negociaciones paritarias estatales o se dan aumentos salariales con cuentagotas y se recortaron partidas, con lo cual muchos programas se realizarán en forma parcial.

También existe una parálisis en los pagos en los reintegros al comercio internacional, así como en los pagos retrasados de subsidios de la Oncca al sector agropecuario. Ello sin contar las renovaciones de letras de deuda dentro del propio Estado; la postergación de una deuda con la Anses de $ 8540 millones con un bono a siete años, y el crecimiento de "la deuda intrasector público" o los anuncios de medidas que no se llevan a la práctica (autos 0 km, boleto electrónico).
Por ejemplo, según planillas del sector público, la Aduana anuló el pago de reintegros al comercio internacional que pasaron de $ 325 millones a cero, y también las devoluciones de IVA de $ 425 millones pasaron a $ 125 millones.

Además, el Gobierno incorpora fondos de la cartera de activos que tenían las AFJP bajo la forma de plazos fijos u otras inversiones. Una parte de ellos están venciendo a lo largo de este año. Y para "engrosar" la recaudación los incorporan a medida que van venciendo como recursos corrientes, pero no lo son. En teoría son inversiones que deberían pertenecer a los jubilados.
Se asemeja a una familia que vende el auto del abuelo y con el dinero luego aparenta que tuvo un aumento en sus ingresos corrientes. Esto lo hizo en los años 90 el gobierno de Carlos Menem con las privatizaciones.

Fuente: Diario La Nación

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