viernes, 30 de octubre de 2009

Argentina: un mundo de posibilidades por explorar

Con una balanza comercial en déficit, el desafío de la industria forestal es agregar valor
En el país hay 1,2 millones de hectáreas forestadas, de las cuales el 80% se encuentran en la Mesopotamia. El sector forestal local emplea 500.000 personas y genera 1000 millones de dólares de exportaciones. Sin embargo, la balanza comercial forestal da en rojo, ya que el país importa productos forestales por 1800 millones de dólares, lo que genera un saldo negativo de US$ 700 millones. Por eso la Asociación Forestal Argentina (AFOA) reclama desde hace tiempo políticas de fomento a la actividad que incentiven la industrialización y apunten a la producción de maderas de alta calidad y mayor valor agregado.

"Hoy somos el único país de la región deficitario en exportaciones forestales. Necesitamos agregar más valor, porque seguimos importando productos terminados", indicó el consultor Daniel Maradei, coordinador de las rondas de negocios llevadas a cabo en el XIII Congreso Forestal Mundial. "Claro que a partir de la devaluación hubo una apertura al mundo y eso nos obligó a mejorar la calidad y la eficiencia de nuestra producción, de modo que hemos avanzado de forma notable en la industrialización", agregó Maradei.
Según los expertos reunidos en el XIII Congreso Forestal Mundial, un buen ejemplo para tomar es el de Chile, que inició sus políticas de promoción de la forestación hace 30 años, casi al mismo tiempo que la Argentina. De acuerdo con Jorge Barros, experto de AFOA, con 2 millones de ha (sólo 800.000 más que la Argentina), Chile exporta productos forestales por US$ 3000 millones, el triple que la Argentina. Eso, según Barros, se explica por su clara política de ventas al mercado externo y su fomento a la instalación de industrias. La promoción de bosques
La Argentina tiene su propia estrategia de promoción del cultivo de bosques: la ley 25.080 de promoción de bosques cultivados, promulgada en 1998. Una ley que otorga reintegros a las inversiones en plantaciones de árboles y una serie de beneficios fiscales a las industrias forestales. El régimen funcionó normalmente hasta 2003, cuando se denunció que algunas empresas no estaban usando correctamente los beneficios. Una denuncia que no se probó, pero que provocó una parálisis en el régimen de casi cuatro años por la intervención a la repartición que administraba los beneficios.

Esta parálisis frenó el crecimiento de las hectáreas plantadas a tal punto que en 2008, a los 10 años de vigencia del régimen, no se había alcanzado el objetivo inicial de lograr 2 millones de nuevas hectáreas plantadas. Hoy, con los beneficios del régimen normalizados y una prórroga de éste hasta 2019, invertir en forestación vuelve a sonar como un negocio atractivo. "El problema va a aparecer cuando todas las hectáreas plantadas a partir del régimen de promoción estén listas para producir y no haya industrias suficientes para procesarlas", señaló Barros.
"Por eso desde AFOA estamos trabajando en un programa federal de desarrollo foresto-industrial que incluya el desarrollo de infraestructura, la promoción a las industrias y la solución de los problemas específicos de cada cuenca productiva", explicó Barros. "Para crecer como sector necesitamos una política de Estado propia, afianzar el mercado interno y diversificar las exportaciones apuntando a los nichos", agregó.

Fuente: Diario La Nación

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