jueves, 23 de septiembre de 2010

Cómo entrar en el radar de EE.UU.

Por Juan Gabriel Tokatlian - Diario Clarín

Para América latina no es malo explorar modelos novedosos y autónomos de inserción internacional. Pero si se busca mayor atención de Washington, es necesario que afloren más poderes regionales, de distinto peso, en nuestro continente.
Es ya un lugar común reiterar que América del Sur no está en el radar de atención de Estados Unidos . Probablemente eso no sea tan desventajoso como muchos piensan: la desatención de Washington permite explorar, con cierta autonomía, modelos socioeconómicos internos y esquemas de inserción externa novedosos. Sin embargo, si se desea más atención de la Casa Blanca, sólo se requiere alterar la significativa asimetría continental, algo que sólo la propia región puede lograr .

Una de las condiciones necesarias para modificar el desequilibrio de poder en América, para acumular capacidad negociadora en el área y para concitar una mayor dedicación e interés de Washington es que afloren más poderes regionales en Latinoamérica .

La historia, las relaciones internacionales y el análisis comparado a partir de que Estados Unidos se convirtió en una potencia mundial muestran que Washington ha puesto mayor cuidado, esfuerzo e incentivos en ámbitos geográficos con múltiples jugadores claves ; esto es, en espacios geopolíticos donde se despliegan poderes regionales, potencias medias, naciones emergentes y países secundarios influyentes.

Europa y Asia son dos claros ejemplos . Durante la Guerra Fría, la atención brindada por Washington a Europa no dependió sólo de su importancia en la contienda bipolar, sino también de la existencia de viejas grandes potencias, poderes regionales, naciones intermedias y países reemergentes. Ellos supieron aglutinar esfuerzos y puntos de convergencia para incrementar, individual y colectivamente, su poder negociador frente a Estados Unidos; al menos hasta la década del noventa.

Desde la Posguerra Fría, la atención de Washington se localiza en Asia donde conviven, no sin tensiones, poderes en auge (China), emergentes (India), antiguas superpotencias (Rusia), grandes potencias regionales (Japón), poderes regionales (Turquía y Pakistán), naciones intermedias gravitantes (Indonesia, Irán y Arabia Saudita) y países secundarios influyentes (Corea y Tailandia). A pesar de sus diferentes estrategias internacionales, los países del área han aumentado su peso específico en la economía y la geopolítica mundial y han llevado a que Washington deba considerar sus puntos de vista sobre cuestiones esenciales de la política internacional.

América latina tiene hoy una sola potencia regional -Brasil- que procura convertirse en un importante jugador global. Brasil siempre aspiró a ser una potencia del Sur y hoy parece relativamente bien encauzada hacia ese fin. Argentina y México, en los noventa, intentaron ser parte del Primer Mundo. En el camino, Argentina en 2001-02 y México en el último trienio, fracasaron estrepitosamente y sus sociedades conocieron el infierno.

Mientras tanto, los países intermedios de la región no han avanzado significativamente en su capacidad de incidencia en el continente, a pesar de que algunos, como Venezuela y Perú, han impulsado proyectos interesantes como el ALBA y el Foro del Arco del Pacífico Latinoamericano, respectivamente, y otros, como Colombia, han estado ensimismados a la espera de una presunta “relación especial” con Washington. Todo esto facilitó, aún más, que la mayor interlocución de la región con Washington pasara por Brasilia.

Si la región quiere mejorar su capacidad de diálogo y transacción frente a Washington y eventualmente concitar más atención de actores estatales y no gubernamentales en Estados Unidos, deben surgir más poderes regionales. Desde México hasta Argentina, pasando por los Andes, deben reconstruirse o generarse mecanismos de empoderamiento que eleven efectivamente el perfil de los países intermedios y secundarios .

Este es un buen desafío para una zona que genuinamente se puede llamar de paz, que tiene nuevas opciones ahora que el foco de poder mundial se traslada de Occidente a Oriente y que está ubicada en un continente donde Estados Unidos sigue siendo la mayor potencia.

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