domingo, 27 de febrero de 2011

La terminal de Retiro, sin control

Por Lucía Guadagno - La Nación.com
Denuncian que nadie revisa los equipajes; siguen los robos de valijas frente a la villa 31; no se vigilan los taxis. Las zonas de preembarque funcionaron sólo cuatro meses en 2009, cuando se hizo una prueba piloto y se secuestraron 40 armas.

Foto Archivo / Hernán Zenteno

No se vigila el ingreso de personas; no se controlan los equipajes y, menos, las encomiendas; cualquier taxi puede entrar en las dársenas internas sin ser inspeccionado; hay hurtos en los comercios y continúan los robos de equipajes en los micros que pasan frente a la villa 31. Ese es el panorama que reina hoy en la terminal de ómnibus de Retiro, la más grande del país.
"Acá no hay control, y a las plataformas entra el que quiere", se quejó a La Nacion Eduardo Brandan, maletero, de 47 años, quien coincidió con la opinión de otros trabajadores de la terminal que fueron consultados.

En 2009, el gobierno nacional exigió a las terminales de ómnibus de todo el país que instrumentaran sistemas de seguridad. TEBA S.A., que tiene la concesión de la terminal de Retiro hasta 2015, presentó un proyecto con zonas de preembarque, con escáneres y rayos X , que aún espera aprobación.

Lisandro López, presidente de First Security Consulting, la firma a cargo del proyecto, dijo a La Nacion que el plan fue aprobado por la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) y el Ministerio de Justicia de la Nación, y que están esperando que se expida la Secretaría de Transporte de la Nación.

La empresa explicó que en 2009, durante cuatro meses, se realizó una prueba piloto: se controló que sólo pasaran a las plataformas quienes tenían pasaje en mano y se revisaron equipajes y encomiendas. "Fue impresionante lo que encontramos: secuestramos 40 armas de fuego, y la gente de limpieza también encontró varias armas en los cestos de basura de la terminal", afirmó López.

El costo de mantenimiento del sistema alcanzaría a unos 500.000 pesos mensuales, según la empresa. Gustavo Gaona, vocero de la Cámara de Empresas de Larga Distancia (Celadi) dijo a La Nacion que por ese servicio se quiso cobrar una tasa de embarque extra a los pasajeros, a lo cual las empresas de ómnibus se opusieron.

En la empresa de seguridad dijeron que a las firmas de transporte en realidad no les preocupa el aumento, sino que se resisten a ser controladas para que la Secretaría de Transporte de la Nación no sepa con exactitud la cantidad de ómnibus que son despachados por mes y que tienen relación directa con los subsidios de combustibles que les concede el Gobierno. Sobre la iniciativa de controles en la terminal de ómnibus de Retiro, que lleva una demora de un año, un vocero de la Secretaría de Transporte sólo dijo a La Nacion: "Cuando haya una definición sobre ese plan, será comunicada".

"Venimos denunciando que cuando hay demoras en las partidas o en los ingresos, los micros aminoran la marcha y ahí, con barretas, les abren las bodegas y roban las valijas", explicó Gaona a La Nacion. No hay estadísticas exactas sobre el número de robos porque, según el vocero, las empresas no denuncian todos los casos, pues, por las investigaciones judiciales, les retienen las unidades durante largo tiempo.

Los choferes de ómnibus también se quejaron por el robo de valijas. "Nos robaron un montón de veces porque la policía no está siempre", dijo indignado Pablo, de 41 años, que desde hace ocho años es chofer de una empresa que viaja de la Capital a la costa atlántica.

Ricardo López, de 59 años, vive en Pinamar y viaja a Buenos Aires cuatro veces por mes a comprar ropa para su negocio. "A la madrugada, es peligroso porque no hay nadie. Entonces, vienen unos pibes que, si te dormís, te roban los bolsos", contó.

Los responsables de la seguridad se pasan la pelota unos a otros. "La seguridad está a cargo de la Policía Federal", dijo a La Nacion Federico Sabignoso, asistente de la gerencia de TEBA S.A. "Pero también nos exigen tener seguridad privada. Por eso contratamos el servicio de la empresa Viseg S.A.", explicó. Esos agentes no portan armas y avisan a la policía cuando ven situaciones peligrosas.

La Policía Federal vigila la zona con la División Terminal de Ómnibus por dentro, y la comisaría 46a., en los alrededores. Fuentes policiales admitieron a La Nacion que a veces no tienen suficiente personal y que el concesionario debería disponer más vigiladores privados para controlar los hechos menores, de manera que la policía pueda dedicarse a los delitos graves.

En el medio, pasajeros y comerciantes de la terminal siguen reclamando más presencia y compromiso de los agentes de seguridad, tanto públicos como privados. "Pagamos las expensas que incluyen vigilancia, pero acá no hay seguridad. Es un caos. La policía conoce muy bien a los que roban, y no hace nada", dijo a La Nacion la dueña de un local de regalos, que prefirió preservar su identidad.

Johana Rodríguez, de 28 años, es empleada en un comercio de valijas. "El domingo, tres mujeres abrieron la caja y se llevaron 1000 pesos en uno de nuestros locales", relató preocupada. "Casi no se ven policías ni vigilancia privada", agregó. Enfrente, la empleada de un negocio de venta de anteojos para sol dijo a La Nacion que hace 15 días también les robaron el dinero de la caja.

Tomarse un taxi dentro de la terminal no garantiza seguridad ni mucho menos. En varias oportunidades se prometió, luego de los robos de la llamada mafia de los taxis, vigilancia permanente y control de cada uno de los autos de alquiler que allí prestan servicios, cosa que hoy no ocurre.

El gobierno de la ciudad informó a La Nacion que, periódicamente, verifica los taxis que ingresan en Retiro como parte del control general que hacen en toda la ciudad. Pero no hay inspectores fijos en la terminal.
Los delegados del Sindicato de Peones de Taxis, en tanto, tienen una lista de los autos que siempre trabajan allí, los cuales están identificados con una R de color rojo en el parabrisas. Pero no son todos. En las horas pico, se ven decenas de taxis sin esa identificación y nadie los controla.

"Fuera de la terminal es horrible: no hay luz; es una boca de lobo", dijo a La Nacion Lara, de 20 años, que trabaja en uno de los locales. El gobierno porteño admitió el reclamo y prometió que dentro de un mes habrá más iluminación. "La obra demoró porque Edesur tuvo que pasar los cables por debajo de la Avenida del Libertador. Pero el 20 de marzo vamos a inaugurar la repotenciación del alumbrado en avenida Ramos Mejía, entre Libertador y Antártida Argentina", afirmó el ministro de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli. Y agregó que en julio estarán terminadas las obras de iluminación de las plazas Canadá y Fuerza Aérea Argentina, que están frente a la terminal, donde a menudo se repiten hechos delictivos y de violencia.

En la entrada de la Terminal de Omnibus de Retiro, las dos rampas mecánicas hace más de tres meses que no funcionan, y en cuanto a las escaleras mecánicas, casi siempre hay alguna clausurada, según dijeron pasajeros a La Nacion. Las personas discapacitadas que entran por la playa de estacionamiento toman un ascensor para llegar a las plataformas, el cual está cerrado con llave, por lo que llaman a un timbre de seguridad para que lo operen. Rodolfo Richter, un lector de La Nacion que se desplaza en silla de ruedas, denunció que hace una semana tuvo que esperar media hora al personal para poder subir y que el ascensor estaba inmundo.

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