viernes, 4 de febrero de 2011

Mentiras verdaderas: la ley de Abastecimiento

Por Roberto Dvoskin, Profesor Universidad De San Andres - Diario Clarín

Cual si fueran las reglas que rigen los ciclos económicos, el Gobierno, a través de su Secretaria de Comercio Interior, vuelve a amenazar con la muy controvertida Ley de Abastecimiento (20680). No es este el lugar de discutir si la ley es buena o mala, de por sí categorías equivocadas, sino los alcances de la misma y si su aplicación en este momento de la economía argentina es útil o tiene razón de ser.

En primer lugar es interesante comprender el espíritu de la Ley, el momento histórico en que fue promulgada (año 1974). Y en segundo lugar, determinar si ese espíritu de la Ley se mantiene cuando la aplican o amenazan con su aplicación. La Ley de Abastecimiento (que no es una Ley de Precios ) es necesaria como instrumento del Estado cuando situaciones de extrema gravedad sobrevuelan a una sociedad.

Un ejemplo concreto y obvio podría ser una guerra, otro una gravísima crisis económica institucional como diciembre del 2001, que obliga a una rápida participación del Estado a fin que ningún sector social especule. Pongamos el ejemplo de un atentado terrorista con decenas de heridos; no es posible que laboratorios medicinales, droguerías y farmacias puedan especular ocultando productos o subiendo los precios. En esos casos el Estado tiene la obligación (no sólo el derecho que le otorgaría la Ley) de actuar en consecuencia e impedir que dicho grupo económico obtenga beneficios extraordinarios de la tragedia. Ese es a mí entender el espíritu de la Ley.

Si, en cambio, la ley se convierte en un instrumento de política económica para bajar la tasa de inflación, en el mejor de los casos estamos utilizando una escopeta Itaca para matar a un pajarito y en el peor de lo casos, el gobierno se convierte en no creíble. La amenaza de la Secretaría de Comercio (actual organismo de aplicación de la ley) de la utilizar la ley de abastecimiento para que empresas o grupo de empresas bajen sus precios es, al menos, suponer que el país está atravesando una grave crisis económica o que un cataclismo haya ocurrido sin que nos hayamos enterado.

La aplicación de un instrumento de tanto poder como la Ley de Abastecimiento para anomalías del mercado, algunas injustificadas, deben ser corregidas por instrumentos adecuados como la ley de Defensa de la Competencia o Defensa del Consumidor.

Tan grave como no usar el instrumento correcto es utilizarlo sólo como mecanismo de amenaza. El Estado se maneja con actos administrativos (como los jueces con sus fallos) y no con expresiones, gritos o amenazas.

Estoy convencido de la necesidad de políticas activas por parte del Estado, creo que los marcos regulatorios son instrumentos adecuados para una sociedad institucionalizada. Y que es fundamental respetar el espíritu de la ley. La ley de abastecimiento fue pensada para resolver problemas graves ante situaciones críticas, no como mecanismo para luchar ( ineficientemente ) contra la inflación.

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