miércoles, 15 de junio de 2011

Piden carriles exclusivos para colectivos en avenidas y accesos

Por Einat Rozenwasser - Diario Clarín
Tras la implementación del Metrobús, desde la cámara que nuclea a los empresarios dicen que es necesario que funcionen en avenidas como Corrientes, Belgrano y 9 de Julio. También en autopistas.
A partir del surgimiento del Metrobús en la avenida Juan B. Justo, desde la cámara que agrupa a los Empresarios de Autotransporte de Pasajeros volvieron a insistir en la importancia de crear también carriles preferenciales para colectivos en avenidas y autopistas de ingreso y egreso de la Ciudad . Como en otras grandes urbanizaciones, en Buenos Aires, el crecimiento del parque automotor particular en detrimento del transporte público que, justamente, es el que traslada la mayor proporción de pasajeros, también genera dificultades. Calles y avenidas colapsan, y lo mismo pasa en las autopistas de acceso y salida .

“Hace ya más de 15 años que tenemos dando vueltas un proyecto consensuado alrededor de este tema, pero nadie se anima a hacerlo”, confirma Daniel Millaci, presidente de la CAEP. Y detalla: “Con un criterio amplio, contempla carriles y calles exclusivos y semiexclusivos, que al mismo tiempo libera arterias para el tránsito particular. La idea es que el servicio mejore, de modo que la gente opte por el transporte público para llegar más rápido ”.

El foco está puesto en la Panamericana y en las autopistas de la Ciudad, especialmente durante las horas pico, pero también mencionan los laterales de la 9 de Julio y las avenidas Corrientes, Belgrano y De Mayo. “No es necesario que sea permanente. La congestión dura tres o cuatro horas a la mañana, y otras tantas por la tarde. Y eso también lo sufren los colectivos. Si se dejara un carril exclusivo transportarían más rápido a la gente y hasta podrían mejorar su propia frecuencia”, apunta Millaci.

Cada día, por la Ciudad de Buenos Aires circulan alrededor de 1.700.000 autos, 37 mil taxis, 2 mil remises habilitados, 10 mil colectivos y unas 5 mil combis. El número crece (sólo en Capital Federal, este año se patentarán 150 mil autos) y, claro, el espacio para que todos circulen no es “expansible”. La costumbre de estacionar o detenerse en doble fila donde no corresponde complica la operatividad de los colectivos y eleva el riesgo de accidentes.

“La congestión es una realidad que existe y es un desafío para las ciudades”, concede Guillermo Dietrich, subsecretario de Tránsito y Transporte porteño. Y sigue, aunque no adelanta medidas: “Se trata de aislar al transporte público de la congestión, como sucede con los Bus Rapid Transit (BRT)”. Dietrich se refiere al esquema del Metrobús, que funciona en otras ciudades del mundo y debutó en Juan B. Justo hace 15 días y hasta ahora es el único medio de transporte que cuenta con carriles exclusivos y además llega hasta el límite de la Ciudad, en Liniers.

Roberto Converti, arquitecto especialista en proyectos urbanos, plantea una diferencia fundamental para Buenos Aires. “Aquí tenemos el hábito de entender que el espacio público puede tener reglas o no tenerlas. Y no hay planificación posible si no se cumplen las reglas”, dice, y agrega: “El tránsito es un sistema y lo que sucede en un lugar repercute en otro”. En su enumeración aparecen los camiones que hacen carga y descarga fuera de horario, los padres que al dejar o retirar a sus hijos en el colegio paran en doble o tercera fila o los propios cartoneros que crean una vía extra de circulación.

Converti apunta a la falta de una coordinación conjunta para mejorar la situación. “En las vías principales se ve una superposición de líneas de colectivos que comparten recorrido. La distribución de determinadas rutas se hace desde los distritos de Provincia y al llegar a Capital es un tránsito multiplicado. En los puntos de llegada masivos, como las puertas de la Ciudad, se podría articular o hacer centros de trasbordo”, ejemplifica.

El sistema de subterráneos tampoco ayuda . “Lo único que hizo es extenderse, pero no completa una red y la gente se ve obligada a tomarlo en las cabeceras, no se distribuye”, analiza el especialista. La consecuencia es que la Ciudad se llena de charters, con lo que se incorpora un nuevo objeto al problema. “El punto es entender que el transporte no puede ser el mismo a cualquier hora y en cualquier lugar. Los camiones que se usan para carga y transporte siguen siendo enormes, cuando se podrían usar unidades más pequeñas para determinadas zonas de la Ciudad”, sugiere.

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