viernes, 2 de noviembre de 2012

Cooperación militar con China perjudica a Rusia


Autores: Ilyá Krámnik, Vitali Radnáiev
© Collage: La Voz de Rusia

Los trabajadores chinos hicieron un nuevo regalo a la Patria
Este 31 de octubre, en vísperas del XVIII Congreso del Partido Comunista de China, tuvo lugar el primer vuelo del nuevo caza chino J-31 construido en la empresa aeronáutica de Shenyang.

De momento no se dan detalles del avión. Pero, a juzgar por las imágenes, se trata de un caza bimotor ligero, parecido por sus dimensiones al Mig-29 o al F-16. En su construcción se han utilizado tecnologías que reducen la localización. El aspecto exterior del avión permite decir que China ha copiado esquemas del caza norteamericano F-35, a excepción del grupo propulsor: el aparato norteamericano tiene un solo motor. El nuevo avión está dotado de motores rusos RD-93 o, lo que es menos probable, de su análogo chino WS-13.

En general se puede llegar a la conclusión de que, al igual que la primera máquina china de nueva generación J-20, el caza chino ha sido diseñado en base a una copia directa de tecnologías extranjeras. La expresión más brillante de semejante actitud es hoy la producción en serie en China del caza J-11. Es prácticamente una copia del soviético Su-27SK suministrado en su tiempo a ese país.

Cabe destacar que el problema del copiado por China de armamento soviético y ruso surgió hace mucho tiempo y no se limita únicamente al Su-27. Tras recibir grandes cantidades de armamento soviético y varias líneas de producción aún entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado, China empezó a fabricar activamente máquinas de diseño soviético. Y no detuvo la producción incluso después de se deterioraron las relaciones entre la URSS y China en los años sesenta y del cese de la cooperación técnico-militar.

China producía y en la medida de sus posibilidades también desarrollaba modelos de todo tipo de armas: armas de fuego, lanzaminas, sistemas de artillería, carros militares blindados, incluyendo tanques, sistemas de defensa antiaérea y, por último, aparatos voladores hasta los bombardeos portamisiles de gran autonomía de vuelo Tu-16. Estos, bajo el índice H-6, también componen hoy la base de la aviación china de gran autonomía.

Todos estos artículos se exportaban activamente. El material militar fabricado en China, era utilizado activamente y lo sigue siendo por los países del tercer mundo o bien por países que no podían adquirir armas en la URSS o en Occidente como ser Albania, la Kampuchea de los tiempos de Pol Pot y otros. Cabe señalar que en cuanto a los suministros de armas, China era aún menos cuidadosa que los principales actores de la guerra fría – la URSS y EEUU. Los fusiles AK-47 chinos y las ametralladoras DShK encontraban camino hacia cualquier “movimiento” y “frentes de liberación”, independientemente de sus consignas o reputación.

Esas armas también eran utilizadas contra la Unión Soviética. Basta recordar los diez años del conflicto en Afganistán, donde la abrumadora mayoría de las armas de fuego y lanzaminas que utilizaban los “dushmanes” (enemigos), fueron fabricadas en China. Los chinos seguían copiando los sistemas soviéticos, incluso después de la normalización de las relaciones entre Moscú y Pekín. China exhibía análogos de misiles alados, motores de avión, y, finalmente, del caza Su-27, arriba mencionado.

Entre otros modelos está el análogo chino del sistema de misiles antiaéreos S-300, listos para exportar bajo el índice FT-2000. Sistemas de este tipo ya fueron incorporados al armamento del ejército chino. Uno de los compradores del sistema de misiles antiaéreos puede ser Turquía, que acaba de anunciar una licitación para el suministro de sistemas de defensa antiaérea de nueva generación.

Lamentablemente, por ahora no lo consigue arreglar las relaciones entre Rusia y China en este ámbito. La activa copia gratis de tecnologías hace mucho que es una de los principales hobbies de la industria china en las esferas militar y civil.

Cierta garantía ante la copia ilegal puede ser la concertación de contratos de suministro de grandes partidas de armas, que cubrirán las necesidades de China en tales o cuales modelos. Pero, en primer lugar, la propia China en los últimos tiempos no se inclina por semejantes adquisiciones. En segundo lugar, esto no garantiza que no se copien los sistemas suministrados para ser exportados a terceros países. Solo la firma por ambas partes de un acuerdo vinculante de protección de los derechos de autor puede prevenir semejante exportación.

Sin embargo, hoy también hay que tener en cuenta el factor de que la cooperación con China ya ha perdido el significado como principal fuente de ingresos para el sector ruso de la defensa, que tenía en los años noventa del siglo pasado. En las condiciones, en que el volumen de los encargos de material militar ruso ya supera considerablemente los cien mil millones de dólares, cabe preguntarse: ¿acaso necesita Rusia en principio mantener la cooperación con China, que termina invariablemente con la sustracción de diseños rusos? Y más aún que China vuela hoy con motores rusos y no se excluye que con el empleo de los diseños rusos pueda construir un nuevo caza ligero, que la Fuerza Aérea Rusa todavía no posee.

Fuentes: La Voz de Rusia

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