jueves, 22 de noviembre de 2012

El largo calvario de la Fragata Libertad


Editorial I del Diario La Nación
La imprudencia y la impericia del Gobierno han puesto en riesgo al buque escuela y a su tripulación en un puerto africano en el que jamás debió amarrar

Desde que, a la vista del mundo entero, el 2 de octubre pasado nuestro buque escuela, la Fragata Libertad , fuera retenido en el puerto de Tema, en Ghana, como resultado de una orden emanada de un tribunal judicial local, el bochornoso caso no ha hecho más que agravarse, por malos manejos.

A la combinación de imprudencia e impericia que equivocadamente llevara a nuestra fragata escuela a las costas de Ghana, se ha sumado, después de su detención, la característica obstinación y falta de criterio de nuestras autoridades nacionales que han puesto en peligro la vida de los tripulantes que hoy custodian nuestro buque.

Hablamos de su capitán, Pablo Lucio Salonio, y de los 44 tripulantes que lo acompañan en el cometido común de garantizar la seguridad y el mantenimiento del emblemático navío. El resto de la tripulación, incluyendo los cadetes extranjeros que habían sido invitados al periplo de nuestro buque escuela, fue, recordemos, repatriado.

Cumpliendo órdenes de su superioridad, ellos debieron impedir con sus armas a la vista el ingreso de marineros y trabajadores locales que procuraban cambiar de ubicación a la Fragata. Si ellos, que también cumplían órdenes, hubieran actuado con imprudencia, el incidente podría haber generado violencia, con todos los riesgos que ello supone.

No se ha aclarado debidamente cuál es la razón por la que no se puede acceder al cambio de ubicación solicitado por autoridades portuarias locales. Cabe suponer que no es un capricho, ni una provocación, pero lo cierto es que la explicación pública requerida simplemente no existe.

Con la llegada a Tema de nuestra embajadora en Nigeria y Ghana, María Susana Pataro, las cosas parecen haberse calmado un tanto, aunque obviamente no se sabe por cuánto tiempo.
No obstante, nuestras autoridades, como es su peligroso estilo, también en esto arremeten contra todo y contra todos, con la cuota de absurda arrogancia que caracteriza siempre a su conducta. En esa línea, nuestra presidenta, desafiante, aseguró suelta de cuerpo que, mientras ella ocupe la primera magistratura, "podrán quedarse con la Fragata, pero con la libertad, la soberanía y la dignidad de este país no se va a quedar ningún «fondo buitre», ni nadie".

La Fragata, mientras tanto, sigue detenida. El ministro de Defensa, Arturo Puricelli, a pesar de haber asumido públicamente la responsabilidad por lo sucedido, sigue sin renunciar y alejarse de su cargo, cuando parece haber perdido la confianza de todos. A él se debe atribuir la orden de que, ante el pedido de desplazamiento del buque, "la tripulación se exhibiera en cubierta, con su armamento regular, a los fines de disuadir cualquier tentativa de abordaje".

La detención de la Fragata ha sido consecuencia, cabe aclarar, de una orden judicial emanada de un tribunal local, con motivo de una presentación de acreedores de nuestro país que en su momento no aceptaron la renegociación de los términos de sus créditos que la Argentina logró imponer a la mayoría de sus acreedores. Por esta razón hoy procuran lograr, de mil maneras, que nuestras autoridades les paguen lo que, según los títulos que tienen en su poder, se les debe efectivamente.

Recientemente nuestro país se ha presentado ante el Tribunal Internacional de Derecho del Mar, en Hamburgo, Alemania, para que Ghana -que ha desconocido las estipulaciones de la Convención que gobierna el derecho del mar que garantiza la inmunidad del buque- se vea obligada a dar los pasos necesarios para liberar a nuestro buque de guerra y permitir su reaprovisionamiento para poder zarpar sin más dificultades. El 29 y el 30 del corriente mes se realizarán las audiencias ante el Tribunal Internacional de Derecho del Mar.

Llama la atención, además, que la justicia ghanesa no haya advertido que tiene frente a sí una cuestión no justiciable, desde que la inmunidad de los buques de guerra extranjeros es un tema que claramente tiene que ver con el manejo de las relaciones exteriores de cada país, que corresponde al Poder Ejecutivo.
El problema que originó este desagradable episodio, que lastima a todos los argentinos por igual, tiene que ver con la decisión del Ejecutivo de no negociar con nuestros acreedores que permanecen impagos, aunque por allí pase la solución de esta cuestión.

Se trata, una vez más, de salir de la patología y de actuar como el resto de las naciones en temas como el que nos ocupa. Sin intimidar ni amenazar a quienes debemos dinero. Sin tratar de ser distintos de todos los demás, lo que suele ser caro.

Pero para esto hay que advertir cómo, en realidad, funciona el mundo. Lo que siempre parece un imposible para el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Esto es lo contrario de tratar de confrontar. Supone negociar, dentro de la normalidad, sin pretender llevarse por delante a quienes piensan distinto. Sin anteojeras ideológicas. Con pragmatismo.

Nuestra Fragata, que tantas veces ha dado con orgullo la vuelta al mundo con nuestros cadetes a bordo, sin generar incidentes que salgan de la normalidad, se ha transformado ahora en una demostración de cómo realmente nos considera el resto del mundo, más allá de la vehemencia inconsistente del "relato" oficialista. En rigor, como un país impredecible y caprichoso a la vez. Ésta es la imagen que proyectamos con nuestras constantes imprevisiones, sumadas a nuestras clásicas y poco conducentes bravuconadas..

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