La información recibida desde la península coreana en las últimas semanas es contradictoria y preocupante. Por una parte, aumenta la tensión mientras Pyongyang y Seúl cierran posiciones y elevan el tono de sus amenazas de reducirse a cenizas el uno al otro.

Por otra parte, la última sesión plenaria del Partido del Trabajo de Corea, celebrada el 31 de marzo, adoptó una política de desarrollo económico, en paralelo con un ulterior aumento de las fuerzas nucleares del país. Esta reunión le siguió una sesión de la Asamblea Suprema del Pueblo, que ratificó en su cargo al primer ministro Pak Pong-ju. Pak es un conocido defensor de las reformas económicas.

Estos posicionamientos muestran que, más que en desencadenar una guerra sin cuartel, Pyongyang está interesado en desarrollar su economía. No tiene menos importancia el hecho que que, por el momento, los ciudadanos de ambos países sigan haciendo su vida normal.

Para analizar la difícil situación de las dos Coreas en la actualidad, debemos examinar dos importantes acontecimientos ocurridos recientemente. El primero, el anuncio de Corea del Norte del 8 de marzo, por el que se declaraban inválidos el armisticio de 1953 y todos los acuerdos afines con Corea del Sur; el segundo, la desconexión de las líneas de comunicación de emergencia con Seúl y Washington.

Los informes de la prensa internacional se han centrado principalmente en las cada vez más beligerantes declaraciones de Pyongyang, en las que se afirma que se habían emitido órdenes de atacar con armas nucleares las bases estadounidenses en diferentes puntos, que Corea del Norte está en guerra con Corea del Sur, etc. Por supuesto, estas noticias no pueden dejar indiferente a nadie.

Sin embargo, si dejamos a un lado las emociones y examinamos atentamente los documentos de Corea del Norte que citan los medios de comunicación, encontraremos lo siguiente.

En primer lugar, exactamente igual que en otras declaraciones emitidas anteriormente por Pyongyang, las nuevas amenazas aseguran, de un modo que no deja lugar a dudas, que cualquier acción militar será recíproca y sólo se recurrirá a las armas si el país recibe una agresión exterior. Por tanto, hay datos para interpretar estas declaraciones públicas como una seria advertencia a los oponentes de Corea del Norte para que no crucen este "último límite". Lo más probable es que Corea del Norte no albergue intenciones de un ataque preventivo contra sus potenciales adversarios.

En segundo lugar, si examinamos los arriesgados movimientos que han llevado a las dos Coreas al borde de la guerra abierta, hay que tomar en consideración el papel desempeñado por todas las potencias participantes y su contribución al presente callejón sin salida.

Los EE UU y Corea del Sur también están echando leña al fuego, y con las mismas ganas. De hecho, mientras que Corea del Norte se ha limitado a la retórica (aunque, admitámoslo, es una retórica bastante agresiva), sus oponentes han estado dando pasos reales hacia un ulterior recrudecimiento del conflicto.

La decisión de Washington de movilizar su protección antimisiles en Alaska como medida contra un posible ataque de Corea del Norte es uno de esos pasos. Otro es el uso de bombarderos estratégicos B-52 con capacidad para armas nucleares por primera vez en muchos años, así como un bombardero indetectable B-2, en las cercanías de la frontera con Corea del Norte, durante las maniobras conjuntas coreano-estadounidenses denominadas "Key Resolve" y "Foal Eagle". Estas maniobras incluyen prácticas de bombardeos para imitar ataques contra Corea del Norte. Y aquí no se trata de retórica, sino de actividad militar real cuyo objetivo es, entre otros, intimidar y desmoralizar al oponente.

Cualquier país consideraría un comportamiento semejante como un acto de provocación y reaccionaría en consecuencia. Pero Seúl y Washington han anunciado recientemente que planean realizar otro ejercicio, el tercero en los últimos dos meses. En él participaría la marina de ambos países y durará gran parte del mes de abril

Las maniobras se llevarán a cabo en un sector disputado del Mar Amarillo, en la frontera entre las dos Coreas, más o menos en el área en la que la artillería norcoreana bombardeó la isla de Yeonpyeong, perteneciente a Corea del Sur, en 2010, en un fuego cruzado durante maniobras militares surcoreanas.
Pyongyang anunció que volverá a poner en marcha todas sus instalaciones nucleares, incluido el reactor de la central de Yongbyon, que lleva cerrado desde 2007. Aunque es un intento más de intimidar a EEUU y Corea del Sur, puesto que la reactivación de esta instalación en realidad requiere mucho tiempo, tal y como declaró Gueorgui Toloraya, director de Estudios Coreanos del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias de Rusia.

Vista la actual situación en la península de Corea, y para prevenir el peor de los desenlaces posibles, la comunidad internacional debe apelar a todas las partes, al norte y sur del paralelo 38, para que sopesen sus acciones con la máxima prudencia y moderación con el fin de evitar posibles consecuencias.

Rusia, que históricamente ha mostrado un fuerte interés por la península coreana y tiene gran experiencia como mediadora,ya se ha comprometido para preservar la paz en la región. Quizá esta vez sería una buena idea aunar esfuerzos con los colegas chinos.


Alexander Vorontsov es jefe del Departamento de Estudios Coreanos y Mongoles en el Instituto de Estudios Orientales de la Academia Rusa de las Ciencias.

Todas las opiniones son bastante "sesgadas"; la realidad es la situación de pobreza que tiene el pueblo Norcoreano, ya que poseer el quinto ejercito del mundo, se ha logrado sobre las espaldas de sus miles de humildes trabajadores de ese paraíso comunista, que en realidad se comporta como una monarquía y no como una república...