domingo, 12 de enero de 2014

La lucha contra el narcotráfico ya pasó al Ministerio de Seguridad

Por Hernán Cappiello  | LA NACION
Aunque las normas asignan esta tarea a la Sedronar, es controlada de hecho por Berni
Tras la asunción de las nuevas autoridades de la Secretaría para la Lucha contra las Drogas (Sedronar), la coordinación de la represión del narcotráfico sigue estando en los papeles en el organismo. En la práctica, está en manos de la Secretaría de Seguridad que maneja Sergio Berni. Así lo revelaron a LA NACION funcionarios del Gobierno que trabajan en el área y fuentes que conocen cómo trabaja hoy la Sedronar.

Luego de la asunción del padre Juan Carlos Molina, el 29 de noviembre pasado, se anunció que la Secretaría iba a centralizar el área de prevención y asistencia, y que la coordinación de la represión iba a quedar en manos de Berni. En la letra, esto es imposible sin modificar la ley de creación del Sedronar. No obstante, en la práctica, es un hecho.

De todos modos, aun después de la designación de Molina, se realizó en la Secretaría una reunión de coordinación de fuerzas de seguridad de las provincias, convocada por Salvador Julio Postiglioni, que estaba a cargo de la Subsecretaría Técnica de Planeamiento y Control del Narcotráfico. Fue otro encuentro de intercambio de información general, pero que no se tradujo en trabajos concretos, recordó un de los asistentes en diálogo con LA NACION

En cambio toda la coordinación entre las fuerzas federales se sigue realizando desde la estratégica Dirección de Inteligencia Criminal de la Secretaría de Seguridad. Está a cargo de Sebastián Fernández Ciatti, licenciado en Ciencias Políticas que trajo Berni del ministerio de Alicia Kirchner. Allí se desempeñó como director de emergencias. Nada cercano al delito.

El intercambio de información no estuvo exento de tironeos. Se trata de datos sensibles cuya revelación frustra operativos y pone en riesgo la vida de los investigadores. Al comienzo, las autoridades pretendían que les informaran los datos secretos de las causas en trámite, pero a la postre se estableció que la información se iba a socializar cuando hubiera detenidos y procesados.

En la Dirección de Inteligencia trabajan policías y gendarmes retirados que hacen análisis de los casos, no sólo de drogas, y de allí surge información que orienta nuevas investigaciones, como la determinación de los corredores de ingreso de aviones con droga; las modalidades de ocultamiento; los nombres que conectan diversas bandas, o el seguimiento de extranjeros desconocios que llegan al interior para hacer inversiones que llamen la atención.

Un aliado insustituible del trabajo antidrogas de las fuerzas federales es la colaboración internacional. Se realiza a través de los enlaces de las policías extranjeras que están destinadas a sus embajadas en la Argentina. El intercambio siempre fue fluido y personal. Se basaba en la confianza que los enlaces extranjeros tenían con el funcionario local, a quien le entregaban la información sobre un cargamento de llegada inminente o un sospechoso de interés. Es que muchas veces con la revelación se ponía en juego la vida de un infiltrado que obtuvo el dato o del informante que hizo la infidencia.

Durante la gestión de Nilda Garré, la orden fue cortar la relación directa con los enlaces y que se centralizara por medio del Ministerio de Seguridad. El resultado fue que la colaboración internacional quedó en cero.
Todo se agravó en febrero de 2011, con el escándalo diplomático que se desató cuando el canciller Héctor Timerman en persona evitó el ingreso de una carga sensible de un avión norteamericano que llegó con personal invitado a dar un curso aquí.

En el ínterin, la agencia antidrogas norteamericana, la DEA, por sus siglas en inglés, redujo su presencia en la Argentina. Se cerraron dos puestos de comando. Uno fue en la frontera norte, que estaba financiado por Estados Unidos y proveía computadoras y vehículos, y pagaba el alquiler de la casa en Salta que albergaba a los gendarmes argentinos. También se cerró la base de Eldorado (Misiones). Con el alejamiento de Garré y la recomposición de las relaciones con Estados Unidos, volvió lentamente el intercambio de información, Hoy, la DEA en la Argentina tiene cinco personas y piensa reducir a tres su dotación.

Hay una relación fluida con la policía española a través de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. (PSA). Están contentos los españoles por los operativos antidrogas que hicieron en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, con información de sus colegas de la PSA.

Tienen presencia en la Argentina los enlaces de la alemana Bundeskriminalamt (BKA), la policía criminal federal, de la policía francesa y de la policía italiana, y hasta la de policía húngara, con quien se realizaron en 213 exitosos operativos.

El nivel de cooperación se incrementó. Pasó de cero, hace dos años, al 50 por ciento, aunque con dificultades y desconfianzas. Se retomó la relación personal con los enlaces, aunque la información es compartida con la oficina de inteligencia criminal del ministerio..

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