lunes, 26 de septiembre de 2016

La Argentina de siempre

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Por Graciela Guadalupe - LA NACION

"Los índices de pobreza argentinos son tercermundistas." (De Beatriz Sarlo.)


La ensayista Beatriz Sarlo calificó como "tercermundista" al nivel actual de pobreza de nuestro país (34,5%, según la UCA). No parece exagerada. En primer lugar, porque representa 5,5 puntos más del 29% con que terminó 2015; en segundo término porque, como consecuencia de achacarle a Macri la generación de 1,4 millones de nuevos pobres -que bien endosada está-, el kirchnerismo admite que era falso el 4,7% que daba "su" Indec poniendo a la Argentina por debajo de los niveles de pobreza de Alemania. Y tercero, porque aun con aquel 29% de 2015, estábamos peor que hace 25 años cuando la pobreza rondaba el 26%, sin dejar de considerar las diferencias de contexto entre la convertibilidad y la "década ganada".

Si para el tango "20 años no es nada", para la Argentina, un cuarto de siglo mide menos que una regla sin números. Y no sólo por la pobreza. En 1991, los diarios se llenaban de titulares sobre la necesidad de que los funcionarios judiciales actuasen con independencia del poder político (suenan celulares en fiscalías y juzgados), la aberración de las jubilaciones "especiales" frente al ingreso mínimo (hoy, $ 140.000 mensuales brutos van para Boudou y 332.000 para las dos pensiones de Cristina), la suba de días de clase en el calendario escolar (se preveía llegar a los 200 contra los 190 que ahora queremos tener), y el temor a la inseguridad y a los cortes de electricidad (teléfono para los Bullrich y Aranguren).

Hace 25 años, el Episcopado advertía sobre los "efectos disolventes que produce la corrupción en la sociedad", y preocupaban la violencia en las canchas y los piquetes que hacían chocar el derecho de unos (a peticionar) con el de otros (a circular).

Nos alarmaban la justicia por mano propia, la burlona ley de lemas, el comercio ilegal, el alcohol al volante y la venta de tierras públicas como el Campo de Polo para convertirlas en megaproyectos inmobiliarios (campana para Rodríguez Larreta).

Se le pidió a Santiago Kovadloff una reflexión sobre lo que nos pasa. Y dijo: "La repetición de tantos de nuestros errores es hija de la ineptitud para transformarlos en una fuente de aprendizaje, es decir, en experiencias aleccionadoras. Cuando la política es incapaz de llevar a cabo este proceso de capitalización de sus equívocos reiterados, deja de cumplir con la posibilidad de contribuir a la autocomprensión de la sociedad a la que representa. Esto congela en el inmovilismo y la desorientación, cerrando el ingreso al porvenir y, con él, a una comprensión más fecunda del tiempo".

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