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domingo, 30 de octubre de 2016

De la Guerra Fría a la Guerra Híbrida

Por Julio Algañaraz - Clarin.com
Nueva amenaza mundial. Rusia, EE.UU., y no sólo ellos, avanzan en una furiosa carrera armamentística.
Aviones. A comienzos de octubre, un movimiento de la fuerza aérea rusa en los cielos de Francia y España llamó la atención. /AFP
Aviones. A comienzos de octubre, un movimiento de la fuerza aérea rusa en los cielos de Francia y España llamó la atención. /AFP

Antes le llamaban la Guerra Fría, que concluyó hacia los años 90 del siglo pasado cuando cayó el muro de Berlín, sucumbió la Unión Soviética y comenzó la era de una única superpotencia global que a su vez fue pulverizada el 11 de setiembre de 2001 por los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono en Washington.

Ahora, cuando vuelven a sonar los tambores bélicos con nuevas armas nucleares, en un mundo que tiene problemas muy distintos y donde se acabó la batalla ideológica, con Rusia y China convertidas al capitalismo, el término acuñado es la Guerra Híbrida. El príncipe Charles de Tayllerand dijo hace dos siglos que “la no intervención es más o menos lo mismo que la intervención”, un diagnóstico cínico pero acertado en el mundo político-diplomático. Guerra Fría o Guerra Híbrida, lo concreto es que se difunde la alarma del peligro de que los crecientes conflictos que protagonizan EEUU y Rusia hagan estallar un desastroso conflicto bélico con intercambio de armas nucleares nuevas y más espantosas que nunca.

Los dos grandes protagonistas de este renovado drama niegan estar preparándose para la guerra atómica, pero los hechos demuestran lo contrario. El encontronazo entre EE.UU. y sus aliados de la OTAN (la alianza militar occidental), ha llevado el conflicto desde el estallido de la guerra en Ucrania a su peor nivel desde los tiempos de los cohetes soviéticos en Cuba, hace más de medio siglo.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? A vuelo de pájaro se puede recordar que la triunfadora norteamericana y la perdedora rusa habían firmado acuerdos para no difundir misiles en Europa, incluir a Rusia limitadamente en los conciábulos de la OTAN y otras gangas que se apoyaban en el período en que el Kremlin fue puesto en el rincón, con la guía etílica de Boris Yeltsin que causó una debacle en un país humillado, reducido por la pérdida del imperio y en un marasmo económico de tal magnitud que redujo notablemente la expectativa de vida de los rusos, que como nunca se dedicaron al vodka para aliviar tantas penas.

Y entonces llegó Vladimir. El “zar” Putin lleva 17 años en el poder y ha revitalizado a su país y a su gente. Amado por su pueblo, que desprecia a sus políticos y burócratas. Putin, hijo de San Petersburgo y del aparatchnik soviético, que lo preparó como brillante agente de la agencia de espionaje, la KGB, fue siempre un panrruso, que consideró “lamentable” la desaparición de la URSS y estimuló las profundas nostalgias del ruso de a pié de que algún día la patria volvería a proyectarse como una superpotencia.
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Actualmente Rusia está en la tercera fase del régimen putiniano, que intenta abrirse apaso en el mundo como una respetada potencia, menguada en la economía pero con un arsenal atómico capaz de borrar la vida de la Tierra, tarea en la que aún prevalecen los norteamericanos.

En la transición de la era Yeltsin a la actualidad, Rusia ha debido tragarse varios sapos gigantescos y no está dispuesta a seguir la dieta. Al final del mandato de George W. Bush, el hijo, que fue mucho peor que su padre, EE.UU. renunció al acuerdo con Moscú de control de armas convencionales en Europa. Después Washington ha ido desarrollando la teoría de implantar bases misilisticas contra el peligro de Irán, que en realidad nunca existió. En Rumania ha preparado una base de antimisiles y misiles de ataque y lo mismo ha hecho en Polonia, con un gasto superior a los dos mil millones de dólares.

La cooperación es un sueño feliz muy corto y ligero del pasado. En la era de la guerra híbrida, se ha vuelto a poner en el centro del escenario la disuasión, como en los años de la guerra fría. Entonces el MAD era una sigla que no quería decir locura (como seria la traducción del inglés) , sino mutua destrucción asegurada.
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Después que Bush tiró a la basura el tratado de limitación de armas convencionales en Europa, la realidad del fin de la URSS abrió un tema que alarma a los rusos: el llamado “espacio postsoviético”. Allí se colaron Polonia, Rumania, Chequia, Eslovaquia y otros países del ex Pacto de Varsovia. Rusia tragó estos sapos y pataleó cuando en 2004 se incorporaron a la alianza militar occidental Estonia, Letonia y Lituania, los países bálticos, vecinos directos con las estepas rusas, demasiado cercca de San Petesburgo, la segunda metrópoli.

Ahora, la OTAN, por iniciativa norteamericana y con aceptación de los otros países miembros (entre ellos los del ex Pacto de Varsovia bajo la tiranía soviética), ha dado un paso más allá. A Polonia y los tres países bálticos han sido destinadas cuatro brigadas multinacionales para pasear la bandera de la alianza occidental, frotándola en las narices de los rusos.

Después estalló lo de Ucrania, que ha agravado y mucho la confrontación. Y vino la guerra en Siria, que cuenta con el apoyo ruso porque Moscú cuenta con varias bases en el Mediterráneo gracias a la alianza con Damasco.
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Aunque se habla mucho de las respectivas malas intenciones, lo cierto es que tanto Estados Unidos como Rusia, y por contragolpe también los chinos, están aceleradamente renovando sus arsenales nucleares.

Los rusos presentaron hace poco el Satán 2, que actualiza el SS19, misil estratégico con un alcance de 10 mil kilómetros y 16 ojivas nucleares que dirigidas con precisión pueden borrar del mapa a un país del tamaño de Francia. Satán 2 está en experimentación avanzada y su existencia fue anticipada para que los enemigos sepan que Rusia acepta jugar con fuego.

Los norteamericanos están trabajando en sus propios juguetes nucleares. El Satán 2 cuenta entre sus ojivas atómicas devastadoras algunos ingenios hipersónicos, que funcionan con un combustible capaz de correr a una velocidad diez veces mayor que la del “viejo” SS-19.
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Los misiles hipersónicos son el arma final. Estados Unidos quiere que los suyos sean capaces de llegar en una hora a cualquier parte del planeta. Los chinos preparan sus misiles con los mismos propósitos y naturalmente Rusia no se queda atrás.

“No nos preparamos a la guerra”, jura Putin. Lo mismo dice el premio Nobel de la paz Barack Obama. Y Pekín también asegura que la guerra nuclear no está en sus planes. El Papa Francisco sostiene que se está combatiendo ya la tercera guerra mundial “a pedazos”. Ahora que se entra en la era de las armas hipersónicas, se hace mucho más probable que la humanidad se encamine hacia su desaparición, sea con la guerra fría o con la guerra híbrida. Si es que los acontecimientos no se adelantan e igualmente llegue el fin. Con lo que hay hoy en los arsenales nucleares es más que factible.

jueves, 27 de octubre de 2016

Hezbolá de Irak promete atacar aviones que apoyen a EIIL


(hispantv.com) - Las brigadas del Movimiento de Resistencia Islámica (Hezbolá) de Irak, han informado este viernes sus planes para el despliegue de misiles antihelicópteros y, de esa manera, impedir el equipamiento del grupo terrorista takfirí EIIL (Daesh, en árabe) desde el extranjero.
Sistema de misiles antiaéreo ruso Pantsir-S1
Sistema de misiles antiaéreo ruso Pantsir-S1
“Con el fin de apuntar aquellos helicópteros y aviones que envían armas y alimentos al EIIL se establecerán misiles antihelicópteros en todos los frentes de combate contra Daesh”, anuncia el Hezbolá de Irak por medio de un comunicado.

Esos misiles antiaéreos sofisticados serán capaces de derribar todo tipo de aparatos volantes, añade la nota para después revelar que las brigadas de Hezbolá de Irak cuentan con “armas y municiones nuevas y sofisticadas que les permiten acabar con sus objetivos con mayor precisión”.

Muchos documentos han evidenciado que Estados Unidos y sus aliados en la llamada coalición internacional anti-EIIL han enviado en varias ocasiones ayudas, en su mayoría armas y alimentos, a los terroristas que operan en el territorio iraquí.

El pasado 6 de febrero, fuentes locales informaron el aterrizaje de un helicóptero en un estadio en la ciudad de Faluya, en la provincia occidental de Al-Anbar; mientras que el día 9 se registró el aterrizaje de un helicóptero estadounidense en la ciudad de Zarbatia, cerca de la frontera iraní.

Durante los últimos meses en reiteradas ocasiones medios de comunicación y funcionarios sirios e iraquíes revelaron y condenaron los apoyos de EE.UU., que ofrece en secreto al grupo EIIL, autor de las masacres y violencia en la región.

Este acto paradójico de Washington, en apoyar a los grupos armados ponen en tela de juicio la seriedad de la Casa Blanca y sus aliados respecto a la lucha contra el terrorismo y recuerdan que los grupos extremistas como el EIIL se reforzaron durante los últimos años con ayuda financiera de países como EE.UU., Turquía, Arabia Saudí y Catar que buscaban derrocar el Gobierno sirio con el apoyo de los terroristas.

El pasado mes de diciembre, el parlamentario iraquí, Awad al-Awadi, denunció apoyo de EE.UU. a bandas terroristas en Irak y Siria y los consideró como medidas para debilitar al Ejército y las fuerzas voluntarias populares y tapar sus victorias ante los terroristas.

A este respecto, mencionó las ayudas lanzadas por aeronaves extranjeras en Tal Afar y Sinyar, situadas en la provincia de Nínive, noroeste de Irak, así como en la ciudad de Balad, situada en la provincia central de Salah al-Din, como unos ejemplos para el caso.

Qué gran "bolonqui"...

¿Nuevas tácticas? 4 formas en que Estado Islámico está contraatacando en Mosul

Fuerzas iraquíes en el sur de Mosul, octubre 24, 2015Por Richard Galpin - BBC, Irbil

El ejército iraquí se acerca a la periferia de Mosul, el último bastión de EI en Irak.
Después de más de una semana de combates, el ejército iraquí y las fuerzas kurdas están más cerca de la periferia oriental de Mosul, la última ciudad que continua en control del autodenominado Estado Islámico (EI).
Fuerzas iraquíes en el sur de Mosul, octubre 24, 2015. - AFP.

Las autoridades iraquíes esperan que la ofensiva conjunta logre desalojar a EI de la ciudad, lo que significaría una contundente derrota de los extremistas y los dejaría con muy poco territorio en Irak.
Sin embargo, durante la semana pasada, EI ha estado contraatacando fuertemente en el campo de batalla y en varias otras ciudades y pueblos.

Está gradualmente revelando un plan de batalla que probablemente venía desarrollando desde que tomó control de Mosul, en junio de 2014, a sabiendas de que la hora de la verdad finalmente llegaría.

1. Ataques de distracción

Esta es la más reciente táctica puesta en marcha por los islamistas desde que inició la ofensiva, con una racha de ataques alrededor del país que empezaron el viernes pasado en la estratégica ciudad de Kirkuk, controlada por los kurdos. Por lo menos 100 efectivos y atacantes suicidas de EI, incluyendo algunos que eran miembros de "células durmientes" viviendo dentro de la ciudad, intentaron tomar control de puestos clave del gobierno y la policía, así como atacar la estación de energía que se construye allí.

A su entrada a Kirkuk, hicieron un llamado a los musulmanes sunitas a que salieran de sus casas y combatieran a su lado,y algunos respondieron, según una fuente que habló con la BBC.
Por lo menos 98 personas murieron en el ataque, la mayoría civiles.
Hombres en la calle frente a un incendio provocado por la retirada de EI en Qayyarah, Irak
Combatientes de EI han lanzado ataques en varias ciudades de Irak para combatir la iniciativa militar en su contra. Fuentes revelan que 2.000 combatientes kurdos (conocidos como los peshmerga) fueron replegados de la ofensiva contra Mosul para ayudar en Kirkuk y traer la situación allí bajo control.

El comandante de las fuerzas de seguridad en Kirkurk, Halo Najat, dijo a la BBC que sospechaba que los extremistas también planeaban cortar la principal carretera de Bagdad a Kirkurk y la vía de Kirkurk a Mosul para bloquear las líneas de abastecimiento de las tropas iraquíes y kurdas participando en la ofensiva en Mosul. Sin embargo, fueron todos dados de baja antes de que lo lograran.

2. Flotas de coches bomba suicidas

El avistamiento de un grupo de autos o camiones dirigiéndose rápidamente hacia el frente de combate en Mosul ha generado pánico entre algunas tropas iraquíes y kurdas, quienes saben que es muy probable que esos vehículos estén cargados de explosivos y conducidos por atacantes suicidas.
Esta es la nueva táctica de EI, diseñada para hacer difícil que las tropas puedan detener a todos los vehículos que se acercan a sus posiciones.
Un peshmerga kurdo alista un arma antitanques Milan para defenderse de un posible ataque suicida de EI, en Bashiqa, cerca de Mosul, Irak.
Un peshmerga kurdo alista un arma antitanques Milan para defenderse de un posible ataque suicida de EI, en Bashiqa, cerca de Mosul, Irak. REUTERS
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Armas de corto alcance no son efectivas pues los vehículos por lo general están blindados. Para destruirlos se necesitan varios misiles antitanque disparados en rápida sucesión. La alternativa es pedir ataques aéreos, si es que hay tiempo. Los yihadistas tratan de mantener los vehículos suicidas escondidos, antes de usarlos.

3. Túneles

A medida que el ejército iraquí y las fuerzas kurdas han estado avanzando hacia Mosul, retomando el control de pueblos y aldeas de manos de EI, han descubierto una red de túneles excavados en varias áreas, una táctica clásica de la guerra de guerrillas.

Parecen ser primordialmente defensivos, diseñados para proteger a los combatientes de los ataque aéreos, artillería y otros. Dentro de los túneles, las tropas han encontrado sacos de dormir, alimentos, agua y hasta cables eléctricos usados en iluminación.
Las fuerzas de seguridad iraquíes a la entrada de un túnel utilizado por los combatientes de Estado Islámico. en el este de Mosul, 20 octubre, 2016
Las fuerzas de seguridad iraquíes a la entrada de un túnel utilizado por los combatientes de Estado Islámico. en el este de Mosul, 20 octubre, 2016 - REUTERS

Frecuentemente, los túneles han sido excavados bajo edificios, incluyendo mezquitas, para evitar su detección. Pero los túneles también pueden ser utilizados para ataques sorpresa. Se presume que dentro de la propia ciudad de Mosul hay una red similar de túneles que le permitirían a los extremistas y sus líderes esconderse durante el esperado asalto y, de ser necesario, escapar.
Las tropas han encontrado trampas escondidas en los túneles que han sido desalojados de prisa por los combatientes, incluyendo una conectada a una copia del Corán.
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Trampas, dispositivos explosivos improvisados y minas también han formado parte de los planes defensivos de EI, que han colocado grandes cantidades de éstas en carreteras y edificaciones de los pueblos y ciudades que les ha tocado abandonar ante la arremetida de la ofensiva militar.

4. Escudos humanos
Ha habido mucha preocupación por la posibilidad que EI esté usando civiles en las áreas bajo su control, particularmente en la propia Mosul, como escudos humanos.
Un alto oficial de inteligencia kurda me dijo recientemente sobre información que EI ya lo ha estado haciendo, lo que es descrito como una señal de debilidad y desesperación.
Una niña iraquí desplazada en un campo de refugiados, 22 octubre, 2016.
Una niña iraquí desplazada en un campo de refugiados, 22 octubre, 2016. AFP
Se teme que iraquíes inocentes están siendo utilizados como escudos humanos por EI en Mosul.
El oficial no aclaró dónde estaba sucediendo esto pero, si está en lo cierto, complicaría el asalto a la ciudad de Mosul aún más de lo que se espera, presumiendo que EI decida defender sus posiciones y combatir.
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Generales del ejército iraquí me expresaron que la principal preocupación de esta ofensiva es evitar bajas civiles. La población de Mosul está estimada en más de un millón de personas.

viernes, 14 de octubre de 2016

Para Rusia, la Tercera Guerra Mundial ya comenzó

(Clarin) - La televisión, la radio y los periódicos del país informa de un estado bélico sorprendente. Ocurre tras la ruptura de las negociaciones entre Washington y Moscú sobre la guerra siria.
El general ruso Sergei Rudskoi explica cómo son los bombardeos sobre la ciudad de Aleppo, en Siria. / AP
El general ruso Sergei Rudskoi explica cómo son los bombardeos sobre la ciudad de Aleppo, en Siria. / AP
El escenario de una Tercera Guerra Mundial es más remoto que otra cosa, pero si enciende la televisión en Rusia sorprenderá enterarse de que ya ha comenzado. En la primera cadena pública, el presentador del programa estrella del domingo por la noche anunció que las baterías antiaéreas rusas en Siria van a "derribar" a los aviones estadounidenses.

El canal de información continua Rossia 24 emitió un reportaje sobre la preparación de refugios antinucleares en Moscú. En San Petersburgo, el canal digital Fontanka afirma saber que el gobernador quiere racionar el pan por una futura guerra, pese a que las autoridades aseguran que lo único que intentan es estabilizar el precio de la harina.

En la radio se debate sobre ejercicios de "defensa civil" que, según el Ministerio de Situaciones de Emergencia, moviliza a 40 millones de rusos durante una semana. Objetivo: evacuaciones de edificios y simulacros de incendio.

Si uno ve la TV en Moscú es muy probable que se tope con uno de los inmensos graffitis "patrióticos" de los artistas pro-Putin de la organización "Set" que empapelan los edificios. En uno se ve por ejemplo a un oso, símbolo de Rusia, distribuir chalecos antibalas a palomas de la paz.

¿A qué se debe esta fiebre, este enardecimiento por la inminencia de una "Tercera Guerra Mundial"? A la ruptura, el 3 de octubre, de las negociaciones entre Washington y Moscú sobre la guerra siria tras el fracaso de un alto el fuego negociado en septiembre entre las dos potencias en Ginebra.
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Una ruptura con consecuencias. Las bombas rusas y sirias transformaron Aleppo en un "infierno en la Tierra" según la ONU, avivando las críticas de los países occidentales. Sobre el terreno, el ejército ruso desplegó en su base naval del puerto sirio de Tartús baterías antiaéreas S-300, capaces de destruir cazabombarderos. Una demostración de fuerza que no va dirigida a los yihadistas ni a los rebeldes sirios, sino a la Marina y a los aviones estadounidenses.

En Moscú, donde los periodistas rusos y occidentales se levantan y acuestan con los comunicados del Ministerio de Defensa ruso, los medios de comunicación plasman y amplifican el clima de confrontación.

El portavoz del ejército ruso, general Igor Konachenkov, lanza advertencias a la Casa Blanca, al Pentágono y al Departamento de Estado. "Recuerdo a los 'estrategas' estadounidenses que los misiles antiaéreos S-300 y S-400 que garantizan la cobertura aérea de las bases rusas de Hmeimim y de Tartús tienen un radio de acción que podría sorprender a cualquier aeronave no identificada", dijo el 6 de octubre en una amenaza apenas velada a Estados Unidos.

En la cadena pública Rossia 1, el presentador Dimitri Kisilev, asimismo jefe de la agencia de prensa Ria Novosti, resume el planteamiento del general Igor Konashenkov para "la gente sencilla como usted y yo": "derribaremos" los aviones estadounidenses. Luego revela el "plan B" de Estados Unidos en Siria.

"El plan B es, a grandes rasgos, que Estados Unidos recurra directamente a la fuerza contra las fuerzas sirias del presidente Bashar Al Assad y contra la aviación rusa", dice.

"¿Hay que temer provocaciones? Así fue como Estados Unidos entró en guerra en Vietnam", concluye Kisilev. Y advierte a los occidentales de que los misiles desplegados en Kaliningrado, el enclave ruso cercano a Polonia, podrían llevar ojivas nucleares.

"La Rusia actual está más que preparada, sobre todo psicológicamente, a la nueva espiral de confrontación con el Oeste", resume Gueorgui Bovt en una tribuna en el medio digital de información Gazeta.ru.

El politólogo valora dos escenarios posibles, habida cuenta de las dificultades económicas de Rusia. El primero, optimista, en el que las dos potencias "se pondrán de acuerdo sobre nuevas condiciones de coexistencia, a grandes rasgos un Yalta-2", en referencia a el reparto de las zonas de influencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Otro catastrófico: Rusia reaccionará partiendo de la máxima: "Si la pelea no puede evitarse, hay que ser el primero en golpear".

En una entrevista en Ria Novosti, el último presidente soviético Mijaíl Gorbachov y promotor hace 30 años en Reikiavik con su homólogo estadounidense Ronald Reagan del principio del fin de la Guerra Fría, advertía recientemente: el mundo coquetea "peligrosamente con la zona roja".

El miércoles llegó la primera señal de distensión después de días de acusaciones verbales. Moscú anunció una reunión internacional sobre Siria para el sábado en Lausana, considerada la de la última oportunidad. Asistirán a ella el secretario de Estado estadounidense John Kerry y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov.
Fuente: Afp

viernes, 30 de septiembre de 2016

Una advertencia de China a Japón eleva la tensión por la hegemonía en el Pacífico

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Por Guillermo Borella - LA NACION

Pekín dijo que no tolerará los ejercicios militares de Tokio con sus aliados.

La creciente rivalidad entre China y Japón, legado de la sangrienta guerra que los enfrentó el siglo pasado y cuyas heridas aún no terminaron de cicatrizar, escaló en los últimos días y amenaza con inflamar las tensiones en el vecindario asiático, una región cada vez más caliente.

"Japón está jugando con fuego", afirmó ayer el vocero del Ministerio de Defensa de China, Yang Yujun, en respuesta a los planes de Tokio de aumentar su presencia en el codiciado Mar del Sur de China a través de ejercicios conjuntos con Filipinas y Vietnam, dos vecinos rivales de Pekín. Además Japón anunció que planea sumarse a las patrullas de la marina de Estados Unidos, lo que China llamó "la línea roja". "Las fuerzas armadas chinas no van a quedarse de brazos cruzados", desafió el funcionario chino, que luego acusó a Japón de tratar de "confundir" la situación en el Mar del Sur de China, una zona clave para el comercio mundial.

Para dimensionar su importancia estratégica, basta con recordar que cada año pasan por sus rutas marítimas barcos con mercancías valuadas en cerca de cinco billones de dólares. Se trata además de un mar que se sospecha que guarda bajo su superficie cantidades colosales de recursos naturales (pesca, gas y petróleo).

Estos anuncios de Japón fueron la respuesta a las recientes actividades de su rival en una zona cuyo control se disputa con Pekín. Esta semana, los radares japoneses detectaron la presencia de aviones chinos sobrevolando las islas japonesas de Miyako y Okinawa. En forma paralela, las aguas del Mar de China Oriental amanecieron con la presencia de buques de guerra chinos y rusos practicando ejercicios conjuntos cerca de las islas Senkayu, que Japón considera propias.

Según el ministro de Defensa japonés, Tomomi Inada, estas maniobras constituyeron "una gran preocupación en la región y más allá". Con "más allá", Inada aludió a Estados Unidos, su mayor aliado al otro lado del Pacífico.

Guiada por sus ambiciosos objetivos estratégicos de largo plazo, que incluyen la erosión de Estados Unidos de lo que considera su patio trasero, China emprendió hace algunos años la construcción de islas artificiales en el Mar del Sur de China, que luego convirtió en bases aeronavales. Allí desplegó también su poderoso armamento militar.

Estas muestras de poder, claro está, no son bien vistas entre sus vecinos, con Japón a la cabeza. Temerosos del poderío chino, los países asiáticos acuden al escudo protector de Estados Unidos, siempre alerta al devenir de la región.

Punto de equilibrio

"El Mar del Sur de China es el punto de equilibrio de las relaciones entre China y Estados Unidos", sostiene Eduardo Oviedo, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Nacional de Rosario e investigador del Conicet. "Es el tablero donde ambos países miden sus fuerzas y se plasma la creciente rivalidad geoestratégica regional", apuntó el especialista.

Sin embargo, a la hora de analizar la política regional china hay que poner la lupa además en la salud de su economía y el calendario político local para el próximo año.

En este sentido, existe cierto consenso en que las dificultades económicas que atraviesa China, junto con la tensión política propia de los cambios que se avecinan en el Politburó para 2017, "acentuarán la tendencia del presidente Xi Jinping de endurecer sus políticas regionales", alertó a LA NACION William Choong, miembro investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS).

Esta semana, el IISS publicó el Sondeo Estratégico 2016: Revisión anual de asuntos mundiales, un documento que elabora anualmente el respetado think tank británico, donde alerta sobre la expansionista política naval china y la carrera armamentística en curso. "La lógica expansionista y la afirmación cada vez más sólida de los intereses chinos en la región agravaron las tensiones geopolíticas con sus vecinos en toda la zona de Asia-Pacífico", sostiene el informe.

Otro aspecto que debe ser considerado es el factor Taiwan y la reciente alternancia política en la isla, donde la línea independentista llegó al poder de la mano del presidente Tsai Ing-wen. "Estos hechos, unidos a las crecientes controversias entre China y Japón, anuncian una inestabilidad en aumento en la región, con un seguro impacto global", advierte Oviedo. La presencia de un electorado cada vez más inclinado hacia la independencia ha vuelto a China "menos tolerante y más propensa a intentar imponer la reunificación", apunta el informe del IISS.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Ultimátum de EE.UU. a Rusia por la lluvia de bombas sobre Aleppo

(La Nación) - Washington suspenderá la coordinación sobre el terreno con Moscú si no detiene la ofensiva aérea sobre la segunda ciudad del país, que está en estado crítico; la ONU denunció "crímenes de guerra"

DAMASCO.- Con la soga apretando el cuello de los sectores rebeldes de Aleppo, presas de un prolongado asedio y con carencias básicas, Estados Unidos lanzó ayer un ultimátum para que Rusia detenga los bombardeos que viene lanzando en conjunto con el régimen de Bashar al-Assad, que busca recuperar a sangre y fuego la totalidad de la segunda ciudad de Siria.

En una conversación telefónica, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, le informó al canciller ruso, Sergei Lavrov, que "Estados Unidos se prepara para suspender la cooperación bilateral con Rusia en Siria si Moscú no pone fin a los bombardeos en Aleppo".

Las palabras de Kerry resumieron la firme condena que suscitó en la comunidad internacional el ataque, ayer, de las fuerzas combinadas rusa y siria contra dos hospitales de los barrios controlados por las milicias insurgentes, donde viven 250.000 personas cuya supervivencia está comprometida por la demolición sistemática de los centros de salud, de las plantas de agua y otras infraestructuras esenciales. Más de 165 personas, en su mayoría civiles, murieron en los bombardeos lanzados desde el jueves, al inicio de la ofensiva por aire y tierra.

Los ataques de ayer se produjeron horas antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU, en una cita agendada previamente, se reuniera precisamente para discutir la proliferación de las agresiones contra instalaciones y personal médico. La reunión sólo sirvió para que las partes se cruzaran acusaciones y para que la ONU reiterara, por enésima vez, la necesidad de hacer algo para detener el sufrimiento de los sirios.

"Imaginen el matadero. Esto es peor. Incluso un matadero es más humano. Hospitales, clínicas, ambulancias y personal médico en Aleppo son atacados sin pausa", dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que tomó parte de la reunión. "Imaginen la destrucción. Personas con sus extremidades reventadas. Niños con un dolor terrible sin alivio. Infectados. Sufriendo. Muriendo sin ningún lugar al que ir y sin un final a la vista", graficó Ban, que definió la estrategia de tierra arrasada contra los centros de salud como "crímenes de guerra".
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La violencia llevó también al Papa a lanzar un severo llamado de atención a las partes beligerantes sobre el sufrimiento de la población. "A todos les pido que se comprometan con todas las fuerzas para proteger a los civiles, una obligación imperativa y urgente", dijo Francisco. Y apeló "a la conciencia de los responsables de los bombardeos, que deberán rendirle cuentas a Dios".

Sin comentar las palabras de Kerry ni las demás denuncias internacionales, el Ministerio de Defensa ruso dijo más tarde en la jornada que Rusia está lista para relanzar las conversaciones con Estados Unidos para solucionar la crisis en Siria.

Además de los aviones rusos, el ejército conduce el asalto con la ayuda de fuerzas terrestres iraníes y combatientes de milicias chiitas de Irán, Irak y el Líbano, muchos de ellos aliados desde el comienzo del conflicto, a principios de 2011.
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La decisión de Washington de dejar de trabajar con Rusia cerraría la puerta al establecimiento del Centro de Implementación Conjunta, un mecanismo con el que planeaban coordinarse para atacar a Estado Islámico (EI) y otros grupos islamistas como el ex Frente Al-Nusra. También entierra los maltrechos restos de una tregua, en realidad nunca del todo asumida, y complica las chances de que el gobierno y los rusos liberen la llegada de ayuda humanitaria al sector rebelde de Aleppo.

Al comienzo de la ofensiva sobre Aleppo, antiguo motor económico del país, el ejército llamó a los habitantes del este de la ciudad, el sector rebelde, a dirigirse al Oeste, bajo control del gobierno, para ponerse a salvo y dejar el campo libre a un ataque a toda orquesta contra los milicianos. Pero la mayoría de los habitantes decidió quedarse, en gran medida por temor a las represalias.

"No sabemos lo que nos espera en los próximos días. Temo que sigamos asediados y que el régimen avance hacia los barrios residenciales. Nos matará con las balas, no con los bombardeos. No hay manera de huir. Apuntan a todos los barrios", dijo Mohammad Al-Rifai, un vendedor de autos que teme que sus días, como los de miles de habitantes, estén contados.

Intereses contrapuestos

EE.UU.: Apoya a los rebeldes que quieren sacar a Al-Assad y combate a Estado Islámico

Rusia: Es un aliado estratégico del régimen y le da apoyo aéreo en sus ataques

Agencias AFP, EFE, ANSA y Reuters

miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿Por qué Estado Islámico e Israel no se atacan mutuamente?

Combatientes de EI.Por Pablo Esparza - BBC Mundo.
El autodenominado Estado Islámico no se ha atrevido a atacar físicamente al estado judío. E Israel tampoco ha lanzado ataques directos contra el grupo fundamentalista.

Combatientes de EI. AP.
"Estamos acercándonos cada día más. No piensen que nos hemos olvidado de ustedes. Dios hizo que los judíos del mundo se juntaran en Israel y así la guerra contra ellos es fácil (…). Palestina será su cementerio". Estas palabras del líder del autodenominado Estado Islámico (EI), Abu Bakr al Baghdadi, difundidas en un video publicado en diciembre pasado, son ejemplo de una retórica amenazadora del grupo contra Israel que resurge de tanto en tanto.
Hasta el momento, sin embargo, EI no ha atacado de forma directa al Estado judío. Y, más allá de cierta cooperación en inteligencia, Israel no se ha unido a la lista de países que han tomado parte en acciones directas contra el grupo islamista en Irak y Siria.


Abu Bakr al BaghdadiAbu Bakr al Baghdadi -AP. Hasta el momento, los únicos ataques de EI contra Israel han sido verbales. En otras palabras, aunque la cercanía física y a la distancia ideológica parece hacer de ellos "enemigos naturales", Israel y Estado Islámico parecen mirarse con cautela. ¿Por qué estos dos actores fundamentales en una región en conflicto no se han enfrentado de forma directa?


La distancia geográfica
Para Shlomo Brom, autor de un informe sobre la relación entre Israel y Estado Islámico e investigador del Instituto para los Estudios de la Seguridad Nacional -un centro de investigaciones de defensa con sede en Tel Aviv- parte de la respuesta está en la geografía.

Soldado israelíSoldado israelí - GETTY IMAGES

La frontera de Israel está lejos de las áreas de influencia de EI. "Primero describamos la situación: la mayor parte del territorio bajo control de Estado Islámico está lejos de Israel. El único lugar relevante es una zona pequeña adyacente a la frontera con Israel en los Altos del Golán, que está controlada por una organización de rebeldes sirios que se declaró fiel a EI", explica Brom. "Por tanto, no hay forma de que EI haga daño a Israel sin tener una frontera común", le dice a BBC Mundo.

Y los otros expertos consultados coinciden en que este "factor geográfico" es clave para explicar la falta de enfrentamientos directos entre ambas partes. "EI en la zona de la frontera es muy pequeño comparado con su tamaño en otras zonas de Siria o en Irak. Tiene recursos muy limitados y está muy centrado en combatir tanto el control del régimen sirio en la zona como a otros grupos como el Frente Al Nusra (un grupo asociado a al Qaeda en Siria y el Líbano)", apunta Ofer Zalzberg, analista del International Crisis Group en Jerusalén.

"Israel no es una prioridad. De hecho, se acercaron a la frontera de Israel para protegerse de los ataques del gobierno sirio porque al Asad fue muy cuidadoso en su ataque por temor a que salpicara a Israel y eso pudiera desestabilizar las cosas", le dice a BBC Mundo.

¿Y los atentados?
Ahora bien: si la distancia geográfica puede explicar en parte la ausencia de un conflicto directo, la misma no impidió que Estado Islámico organizara o reclamara ataques en lugares alejados del territorio bajo su control, como París o Niza. ¿Por qué esto no ha sucedido en Israel?


Una pareja pasa frente a un letrero de solidaridad con NizaUna pareja pasa frente a un letrero de solidaridad con Niza - REUTERS

La distancia no ha evitado que EI se adjudique ataques en lugares como París o Niza. Entre las razones citadas por los expertos está un mayor control y protección por parte de la inteligencia israelí sobre su territorio. Pero no es la única. "En Israel estamos en un entorno diferente al de Europa. La base social de la que EI podría reclutar militantes es mucho más pequeña en Israel y aquí está compuesta casi exclusivamente por palestinos", explica el analista de origen palestino Mouin Rabbani. "Es diferente de Francia, por ejemplo, donde hay una mezcla de nacionalidades", apunta el coeditor de la revista digital Jadaliyya, publicada por el Instituto de Estudios Árabes.

"Si se mira a los palestinos, incluidos los palestinos en Israel, ellos ya tienen una causa identificable y un proyecto nacional. Y como conjunto es menos probable que se involucren en esa causa transnacional que en Europa o EE.UU.", le dice a BBC Mundo.

Mujer con la bandera de Palestina
Mujer con la bandera de Palestina - GETTY IMAGES.

La causa palestina no es la misma que la del autodenominado Estado Islámico. Una excepción, quizá, fue el ataque del pasado 8 de junio en Tel Aviv, en el que murieron cuatro israelíes. De los atacantes -dos palestinos- se dijo en el tribunal que "fueron inspirados por propaganda de EI". Pero ciertamente las desavenencias políticas y religiosas entre Hamás -el grupo islamista que controla la Franja de Gaza- y Estado Islámico también han limitado el alcance de la influencia de esta organización en los territorios palestinos.


Simpatizantes de HamasSimpatizantes de Hamas - AFP. 

Israel y EI tienen un adversario común en movimientos como Hamás. "Son adversarios. Teológicamente, no solo Hamás, sino también los Hermanos Musulmanes, critican a EI y al revés, porque a su juicio defienden una interpretación errónea del Islam", explica Zalzberg. "Y por otro lado está la cuestión política: EI está intentando demoler los estados árabes y las facciones que ya existen, mientras que los Hermanos Musulmanes, incluido Hamás, intentan tomarlas desde dentro", agrega el experto.
Y además de motivos "internos", la falta de enfrentamientos directos entre Israel y EI también tiene razones estratégicas de carácter geopolítico. La guerra en Siria, por ejemplo, es el principal factor de desestabilización en la región en la actualidad. Y a Israel no le interesa verse atrapado en ese conflicto.

La "peste y el cólera" en la guerra siria
"Los adversarios en ese conflicto son ambos indeseables para Israel. En la jerga de quienes deciden en ese país, se trataría de una decisión entre 'la peste y el cólera". Entendiendo por 'peste' al régimen sirio y por 'cólera' a Estado Islámico", apunta Zalzberg. "De modo que Israel eligió no ayudar a ninguno de los dos bandos, sobre todo, mientras no sea atacado en su territorio. Eso sí dispararía una represalia inmediata", asegura el experto.


Un poster con el rostro de Bashar al Asad junto a un edificio destruidoUn poster con el rostro de Bashar al Asad junto a un edificio destruido - AFP - Bashar al Asad es otro enemigo compartido.

El papel y los intereses israelíes en la guerra siria, sin embargo, no se limitan a esa organización. A diferencia de otros países árabes vecinos -como Egipto o Jordania-, Israel y Siria nunca firmaron un acuerdo de paz y ejército israelí mantiene bajo su control parte de los Altos del Golán, un enclave estratégico reclamado por Damasco y considerado como "territorio ocupado" por Naciones Unidas.
Además, el gobierno de Bachar al Asad es aliado de dos de los principales enemigos de Israel en la región: Irán y el grupo chiita libanés Hezbolá, al que el ejército israelí sí atacó puntualmente en territorio sirio.
"Se puede decir que la prioridad de Israel en el conflicto sirio es que el régimen se debilite, pero también que Siria, como sociedad, como Estado y como capacidad militar se debiliten", asegura Rabbani. "Esto es diferente de decir que Israel tome partido por un lado u otro. Desde una perspectiva israelí, tener a todas estas partes matándose los unos a los otros y destruyendo el país cumple bien sus propósitos", le dice a BBC Mundo.

La agenda de EI
Desde el otro lado, la decisión de Estado Islámico de no atacar directamente a Israel -a quien sí identifica entre sus enemigos- responde en parte a "una falta de capacidad operativa" y a que ese movimiento no es "prioritario" en su agenda, explican los expertos consultados.
Soldados israelíes
Soldados israelíes -AFP. Israel es un enemigo poderoso y no es prioridad para EI.
"EI tiene un frente principal que es Siria e Irak, y un segundo espacio que es tratar de poner un pie en países altamente inestables como es Libia y realizar o promocionar atentados terroristas que lleven su marca", apunta Mariano Aguirre, director del Centro Noruego para la Resolución de Conflictos, en diálogo con BBC Mundo. "No tiene sentido militar para ellos enfrentarse a un enemigo muy poderoso en la región como es Israel", explica.

Y Rabbani coincide en que, para EI, la prioridad son sus enemigos más cercanos. "Se podría decir que Al Qaeda está más preocupada por el enemigo lejano, sobre todo EEUU y sus aliados, mientras que EI está mucho más preocupado por el llamado enemigo cercano, que son los regímenes de la región", explica el analista. "Para EI, la prioridad no es atacar Israel y a los, entre comillas, palestinos moderados. Ni siquiera derrocar al régimen de Damasco. Su prioridad es la consolidación y expansión del territorio bajo su control", concluye.

lunes, 22 de agosto de 2016

Irán se enojó con Rusia y ya no prestará sus bases para los bombardeos contra el Estado Islámico

(Infobae.com) - A Teherán no le gustó el alarde que hizo Moscú sobre el acuerdo y hubo críticas públicas de altos militares persas: “Buscan demostrar que son una superpotencia”. Estados Unidos había expresado su “preocupación” por una posible violación de las resoluciones de la ONU
Cazas rusos en la base de Hamadán, en Irán (AP)
Aviones rusos en la base de Hamadán, en Irán (AP)

Rusia dejará de utilizar por el momento bases aéreas en suelo iraní para lanzar ataques aéreos en Siria, dijo este lunes un vocero del Ministerio de Exteriores de Irán. Los bombardeos de Moscú sobre radicales sirios fueron "temporales, basados en una solicitud de Rusia", dijo Bahram Ghasemi en declaraciones a la prensa en Teherán.

Las operaciones se llevaron a cabo con un "entendimiento mutuo y el permiso de Irán" y la misión de Rusia "ha terminado, por el momento", agregó el vocero. Ghasemi reiteró que Moscú "no tiene base en Irán".

Sus declaraciones reflejan el descontento de las autoridades de la República Islámica con la difusión del uso que Rusia hizo de sus instalaciones en ataques perpetrados la semana pasada. Más temprano este lunes, el ministro de Defensa iraní reprendió a las autoridades rusas alegando que el anuncio era "una especie de alarde poco caballeroso".

El sitio web de la televisora estatal iraní citó al general Hossein Dehghan diciendo: "Los rusos buscan demostrar que son una superpotencia". Las declaraciones de Dehghan fueron la primera señal de retroceso de Teherán.
Rusia bombardeó posiciones del Estado Islámico en Siria, desde Irán (Reuters)
Rusia bombardeó posiciones del Estado Islámico en Siria, desde Irán (Reuters)

Bombarderos rusos partieron de la República Islámica para atacar lo que Moscú considera objetivos del grupo extremista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) y de otros rebeldes en el país asolado por seis años de guerra civil.  Irán confirmó los vuelos y el uso de sus bases, lo que representó un acercamiento histórico con Moscú, un día después de que Rusia realizara el anuncio.

El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, expresó el pasado 16 de agosto a su homólogo de Rusia, Serguéi Lavrov, su "preocupación" por el uso del Ejército ruso de una base aérea iraní para atacar posiciones en Siria, y alertó que podría suponer una violación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

"Es algo desafortunado y solo complica más aún una situación ya compleja", dijo el vocero adjunto del Departamento de Estado, Mark Toner, en una conferencia de prensa, en la que informó sobre la llamada telefónica entre Kerry y Lavrov. "Podría suponer una violación de la resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU, que prohíbe el suministro, venta y transferencia de aviones de combate a Irán a no ser que lo haya aprobado con antelación el Consejo de Seguridad", indicó Toner.

(Con información de AP y EFE)

Francia bombardeó instalaciones militares del Estado Islámico en Raqqa

(Infobae.com) Modificado - La Fuerza Aérea gala informó que los misiles lograron destruir un centro de almacenaje y mantenimiento de armamento pesado del grupo terrorista


Cazas franceses bombardearon este domingo instalaciones militares del grupo terrorista Estado Islámico en la ciudad siria de Raqqa, anunció anoche el Ministerio francés de Defensa, que indicó que un centro de almacenaje y mantenimiento de armamento pesado fue destruido por sus misiles.

En un comunicado, el Ministerio precisó que en esos ataques participaron cuatro cazas Rafale, otros cuatro Mirage 2000, así como un avión de patrulla Atlantique 2 que se utiliza para la detección de objetivos.

Los aviones de combate lanzaron "una decena de misiles de crucero SCALP" que alcanzaron el complejo militar "situado en el centro del territorio controlado por el grupo terrorista", añadió.
Fuerzas  yihadistas durante una demostración en Raqqa (AP)
Fuerzas  yihadistas durante una demostración en Raqqa (AP)

Esta acción se realizó "después de una intensa semana de ataques de las aeronaves francesas, en el marco de la coalición internacional, en apoyo de las operaciones terrestres de las fuerzas iraquíes y kurdas cerca de Mosul, en Irak", precisó el texto.

Durante esa semana, los bombardeos destruyeron -según el departamento francés de Defensa- numerosos puestos de combate, escondites de armas, plantas de fabricación de artefactos explosivos y de armamento pesado" y así contribuyeron "al trabajo de preparación de las batallas para la toma de Mosul en Irak y de Raqa en Siria".

Los cazas franceses han efectuado cerca de 800 bombardeos en Siria e Irak en el marco de sus misiones contra el Estado Islámico dentro de la coalición internacional que lidera Estados Unidos.

Se trata de una de las prioridades del presidente Hollande dentro de la lucha antiterrorista, en particular tras los grandes atentados que se han perpetrado en Francia en los últimos meses.

Con información de EFE

viernes, 15 de abril de 2016

La intervención militar de Rusia en Siria: Oportunidades y riesgos

Por Javier Jordán Enamorado Profesor Titular Ciencia Política UGR-Investigador visitante en el IEEE

Resumen:
Este documento describe en detalle los principales elementos de la intervención militar rusa en Siria.
Analiza los objetivos políticos que pretende alcanzar Moscú: proteger los intereses rusos en el país,
incrementar la influencia rusa en Oriente Medio, cuestionar el liderazgo regional y global de Estados
Unidos, y contener la expansión del Daesh. El documento presta también atención a los riesgos que
supone para Moscú el despliegue militar, y finaliza analizando dos posibles escenarios derivados de la intervención rusa en Siria.

La intervención militar rusa en Siria, iniciada el 30 de septiembre de 2015, ha añadido un elemento de complejidad al poliédrico conflicto sirio y –desde una perspectiva más amplia– a la guerra regional por delegación (proxy war) en Oriente Medio.

Este análisis tiene por objeto ofrecer una valoración temprana sobre las oportunidades y riesgos que plantea a Moscú la decisión de implicarse directamente en las hostilidades. Para ello se examinan en primer lugar las acciones militares llevadas a cabo por las fuerzas rusas. A continuación se analizan los motivos que han impulsado la actuación rusa, se ponderan los riesgos, y –finalmente– se valora el impacto que la intervención rusa puede tener sobre el desarrollo del conflicto.

CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DE LA CAMPAÑA MILITAR RUSA EN SIRIA


Rusia ha desplegado aproximadamente dos mil efectivos en Siria. Cifra que incluye los pilotos de las aeronaves, el personal de mantenimiento, el contingente de artillería de campaña, y una fuerza de protección de las instalaciones con algunos carros de combate T-90 y vehículos de combate de infantería BTR-80, más varios vehículos con el sistema antiaéreo Pantsir-S1.

En total la fuerza expedicionaria rusa cuenta con 34 aviones de combate en la base aérea Bassel Al Assad en Latakia. Los aviones son de cuatro modelos:
-6 SU-30 Flanker (en denominación OTAN, este modelo y los siguientes). Es un avión de combate mutilrol y avanzado que algunos comparan al F-15E norteamericano. Entró en servicio a mediados de la década de 1990.
-4 SU-34 Fullback. Es un avión todavía más avanzado, especializado en el ataque al suelo. Entró en servicio en la fuerza aérea rusa en 2006 y su despliegue en Siria constituye una oportunidad para probarlo en combate. Tanto el SU-30 como el SU-34 tienen capacidad de ataque nocturno.
-12 SU-24 Fencer. Se trata de un avión más veterano, propio de la Guerra Fría. Su desarrollo se inspiró en el F-111, pero con una carga bélica menor, y como consecuencia incorporó parecidas limitaciones para el combate aire-aire. Su función principal es ataque al suelo.
-12 SU-25. Es también un avión de ataque al suelo que cuenta con varias décadas de servicio.

A ellos se añade una veintena aproximada de helicópteros. Entre ellos los de ataque Mi-24P, que además de patrullar el perímetro de la base rusa están prestando apoyo aéreo cercano, con la considerable potencia de fuego que caracteriza a estos aparatos.

Por otra parte, el despliegue militar ruso cuenta con el apoyo desde el mar de una escuadra de aproximadamente diez buques en sistema de rotación. La mayoría son buques de desembarco, de apoyo logístico y de inteligencia, escoltados por cuatro de combate. Uno de ellos es el crucero Moskva, de la clase Slava, que refuerza el dispositivo antiaéreo en Siria. Dispone de un sistema S-300F, una versión menos avanzada que el S-300FM de los cruceros clase Kirov y que la poderosa versión terrestre S-300VM. Pero con su alcance de 90 km crea un respetable paraguas antiaéreo dentro incluso del territorio sirio, cubriendo las instalaciones de Latakia y Tartus.

El despliegue expedicionario ha dejado al descubierto ciertas carencias en la capacidad de proyección de fuerza de la marina rusa. Aunque el contingente no es excesivamente numeroso, Para sostener el tren logístico Moscú ha tenido que comprar de manera apresurada varios buques de transporte civil a Turquía –al tiempo que ha desviado buques de otras agencias oficiales rusas empleados en el Ártico.

Este aspecto es reseñable pues supondría un problema en caso de que más adelante Rusia quiera enviar una fuerza terrestre para combatir directamente a los rebeldes o al Daesh.

En cuanto a instalaciones en tierra, las fuerzas rusas operan ahora mismo desde dos bases. La pequeña instalación naval rusa de Tartus, que recibe los suministros por mar, y la base aérea de Latakia, unos noventa kilómetros al norte y cerca también de la costa. Una fuente militar rusa ha planteado la posibilidad de construir una base mayor que unifique los componentes aéreo, terrestre y naval. De confirmarse, indicaría probablemente un incremento del contingente expedicionario y sería también señal de la perdurabilidad de la intervención militar rusa en Siria.

Por último, el ejército ruso también ha desplegado sistemas de guerra electrónica avanzados como el terrestre y transportado en camión Krasukha-4, y aéreos como el avión de inteligencia electrónica IL-20 (que guarda cierta semejanza con el P-3 Orion occidental).

Estos sistemas ayudan a localizar blancos a los aviones de combate. Con sus contramedidas pueden interferir las comunicaciones de los rebeldes y, llegado el caso, interferir los radares y las comunicaciones de los drones y aviones de combate norteamericanos y turcos. Las fuerzas rusas también emplean drones (RPAS en su denominación técnica) para localizar objetivos. Uno de ellos penetró el espacio aéreo turco el pasado 16 de octubre y fue derribado.

La campaña aérea rusa tuvo un comienzo moderado en términos cuantitativos, con una media aproximada de veinte salidas diarias. Por debajo del ritmo de operaciones de la campaña aérea contra el Daesh liderada por Estados Unidos, con una media superior a las cien salidas diarias (contando todo tipo de aviones, también los de inteligencia y reabastecimiento en vuelo). Pero el volumen de operaciones se ha incrementado sustancialmente conforme se ha intensificado la ofensiva terrestre de las fuerzas siria pro Al Assad-Hizbollah-Irán. Por ejemplo, el 13 de octubre los aviones rusos atacaron 86 objetivos terrestres y en la tercera semana de bombardeos el ritmo ha sido cercano a las 60 salidas
diarias.

Este número creciente de operaciones exige un esfuerzo extra de mantenimiento y aumenta el riesgo de que algún aparato se pierda por averías en vuelo. Menos constreñido desde un punto de vista cualitativo está siendo el tipo de municiones empleadas en los ataques aéreos. En general se ha hecho un uso reducido de armas guiadas –por GPS GLONASS como las KAB-500S y misiles aire-tierra Kh25ML y Kh-29ML– lanzadas en su mayoría por los SU-30 y SU-34.

Se calcula que apenas representan un 15-20%. El resto incluye tanto bombas comunes de caída libre, tipo FAB 500, las de alta fragmentación OFAB 250-270, las anti-búnker y edificaciones BETAB-M o municiones de racimo anticarro como las RBK-500 SPBE-D. Están siendo lanzadas desde media altura para evitar el fuego de los cañones antiaéreos y de algunos MANPADS rebeldes.

Por tanto, parece que los rusos están economizando su arsenal, haciendo un uso muy limitado de las escasas y caras municiones guiadas, que no tiene intención de gastar contra Toyotas armados de cañones antiaéreos (habituales en el bando opositor).

Para Rusia sería un problema quedarse sin ese tipo de municiones –como casi les sucedió a los aliados europeos en la intervención en Libia en 2011–, y por ello está empleando modelos de bombas más antiguos y económicos. El empleo de municiones ‘lisas’ (no guiadas) aumenta el riesgo de causar víctimas civiles. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, las tres primeras semanas de bombardeos rusos han provocado la muerte de 370 personas, de las cuales 127 eran civiles, y 36 de ellos menores de edad.

Los bombardeos se han concentrado en grupos rebeldes. Al norte de Idlib y en las cercanías de Aleppo. También en bolsas de resistencia al norte de Homs y en las montañas al norte de la provincia de Latakia. En un primer momento tuvieron como objetivo los puestos de mando, depósitos de municiones, y carros de combate y vehículos blindados capturados al ejército sirio. Dañaban así el sistema de las fuerzas rebeldes preparando el terreno a la ofensiva progubernamental. El asalto terrestre se inició la segunda semana de octubre, protagonizado por las fuerzas armadas y milicias chíes pro Assad, junto a elementos de Hizbollah y varios centenares de combatientes de la Guardia Revolucionaria iraní.

El Ejército Árabe Sirio (nombre oficial de su ejército convencional) ha pasado de contar con cerca de 200.00 efectivos en 2011 a entre 80.000 y 100.000 en la actualidad. Hizbollah tiene desplegados aproximadamente 5.000 milicianos en Siria y ha movilizado a otros 3.000 en el sur del Líbano para su posible envío al país vecino.

Por su parte, Irán ha enviado un número desconocido de miembros de los Cuerpos de la Guardia de la Revolución Islámica (algunas fuentes hablan de varios cientos y otras de unos pocos miles). Aunque oficialmente esos efectivos sólo actúan como consejeros, lo cierto es que están participando activamente en los combates y que desde el pasado 8 de octubre han perdido a tres oficiales de alto rango, incluido el general Hossein Hamedani.

Los iraníes han reorganizado los comités populares y las milicias a favor de Al Assad –entre ellas la shabiha– en una fuerza de entre 100.000 y 150.000 efectivos, denominadas Fuerza de Defensa Nacional, modelada a imagen de la milicia iraní Basij. Al frente de ella hay oficiales de la Guardia de la Revolución Islámica iraní, y en cierto modo ha eclipsado al propio ejército convencional del régimen.13 Una muestra más del aumento de la influencia iraní en Siria desde el inicio de la guerra: cuestión que lógicamente inquieta entre otros a los israelíes, a los turcos y a los saudíes.

En las acciones de apoyo también están participando unidades de artillería rusas desplegadas en el contingente, que incluyen obuses y sistemas de lanzamiento de cohetes múltiples (MLRS). Las fuentes consultadas no ofrecen cifras exactas del número de piezas pero indican que se trata de un número importante.

La contribución artillera rusa permite prestar apoyo de fuego a una distancia segura. Entre otras razones porque el alcance de los apoyos de fuego de rebeldes es muy inferior. Por tanto, a diferencia de los carros T-90 y de los vehículos blindados cuya misión es la protección de la fuerza, la artillería rusa sí está combatiendo como unidad terrestre.

Hasta ahora la ofensiva terrestre apoyada por los rusos se ha focalizado en cinco frentes:
-El saliente controlado por los rebeldes en torno a Kafr Zita en la provincia de Hama.
-La llanura de Al Ghab al oeste. Aunque se trata de un avance arriesgado, si las fuerzas pro Assad logran capturar Jisr-al Shugour restablecerían las líneas de comunicación perdidas a manos de los rebeldes y permitirían proteger Latakia y Hama de nuevas ofensivas.
-Un enclave rebelde entre las ciudades de Homs y Hama. La erradicación de esta bolsa de resistencia haría desaparecer la amenaza contra ambas ciudades y permitiría liberar un volumen importante de fuerzas para empeñarlas en otros frentes.
-Las montañas en el noreste de la provincia de Latakia
-La provincia y la ciudad de Aleppo, que es la más poblada del país. Esta ofensiva se ha convertido en el frente principal. Tiene por objeto cercar a las fuerzas rebeldes dentro de la ciudad y liberar a las fuerzas sitiadas desde hace meses en varias bolsas de resistencia. Entre ellas la base aérea de Kuweries, que alberga a centenares de soldados del régimen y que se encuentra aislada desde 2012, habiendo estado a punto de caer en manos del Daesh en tres ocasiones. La captura de Aleppo y la liberación de las zonas sitiadas elevaría la moral y fortalecería la posición del régimen en unas eventuales negociaciones de paz.
En los mapas de Stratfor se observa por un lado la concentración de los bombardeos aéreos rusos en apoyo de la ofensiva terrestre y, por otro (en el de los bombardeos norteamericanos contra el Daesh), la localización de la bolsa de resistencia rebelde entre Homs y Hama, así como el saliente de Kfar Zita al noroeste de la ciudad de Hama. Ambos mapas reflejan de manera gráfica que Rusia y Estados Unidos están librando dos guerras paralelas en Siria.

El tercer mapa ilustra con más detalle la ofensiva pro Al Assad en torno a la ciudad de Aleppo, y el intento de rescatar a las fuerzas progubernamentales cercadas en la base aérea de Kuweries. El mapa también muestra cómo el Daesh ha aprovechado la ofensiva para obtener ganancias a costa de los rebeldes, ocupando seis pequeñas poblaciones al norte de Aleppo y amenazando una importante vía de comunicaciones con Turquía.
Por otro lado, una fuente oficialista rusa –el estilo de sus escritos deja pocas dudas sobre su posicionamiento político– habla de una hipotética carrera hacia Raqqa, la actual capital de Califato en Siria. En ella concurrirían las fuerzas rebeldes apoyadas por Estados Unidos y las pro Al Assad respaldadas por Rusia. El propósito de Washington sería la creación de una entidad política sunní transfronteriza entre Siria e Irak, contigua territorialmente a Arabia Saudí, y atravesada y enriquecida por el planeado gasoducto Qatar-Turquía.

La nueva entidad política se alinearía en el bando norteamericano y compensaría la derrota que pudiera suponer la continuidad del régimen de Al Assad. Por su parte, las fuerzas pro Al Assad apoyadas por Rusia, también tendrían la intención de adentrarse en el territorio del Daesh y ocupar Raqqa, una vez aseguradas Hama y Aleppo, abortando así el plan norteamericano. La fiabilidad de esta fuente pro Kremlin ha de tomarse con cautela (por no decir con abierta desconfianza). De momento, no existe tal carrera hacia Raqqa por parte de las fuerzas progubernamentales sirias. No obstante, conviene tener presente su análisis como una weak signal de cara a futuras ofensivas terrestres del bando pro Al Assad. Aunque siendo realistas no parece que esas fuerzas se encuentren sobradas de recursos como para llevar a cabo una operación a gran escala contra el Daesh.

Lo que sí es cierto es la preparación de una ofensiva terrestre contra Raqqa por los kurdos del YPG (Unidades de Protección del Pueblo kurdo), con una fuerza aproximada de 20.000 efectivos y de algunas unidades de árabes sirios rebeldes que contabilizarían unos 5.000 efectivos adicionales. Todos ellos apoyados por la aviación norteamericana.

El respaldo de Washington a los kurdos sigue generando recelos en Ankara. No obstante, los turcos también apoyan esta nueva ofensiva contra el Daesh, que permitirá expulsar al Estado Islámico de las áreas que ahora mismo controla junto a la frontera con Turquía. El pasado mes de junio las fuerzas kurdas del YPG arrebataron al Daesh Tel Abyad, uno de los principales puestos fronterizos entre Siria y Turquía, y desde allí comprometen la seguridad de Raqqa. Para el Daesh sería una derrota importante perder uno de sus principales núcleos urbanos, donde además ha llevado a la práctica su modelo de gobernanza.

Volviendo a la actividad aérea rusa, los grupos rebeldes objetivo de los bombardeos rusos son de distinta naturaleza –algo propio de la enorme fragmentación de la insurgencia siria. Van desde los rebeldes apoyados por el programa de entrenamiento de la CIA a las milicias de Jabhat Al Nusra, el grupo yihadista vinculado a Al Qaeda. Además de infundir moral a las fuerzas terrestres y de darles apoyo de fuegos, los bombardeos rusos han acabado con algunos líderes del Ejército Libre de Siria, como el jefe de estado mayor de la 1ª División Costera. En paralelo, los norteamericanos han continuado realizando ataques contra líderes de Jabhat Al Nusra, integrados en el grupo proveniente de Al Qaeda en Pakistán (Al Khorasan). El pasado 18 de octubre el Pentágono anunció la muerte del saudí Sanafi al-Nasr. El ataque se realizó con un drone armado y constituye un recordatorio de que a pesar del protagonismo del Daesh, Estados Unidos sigue preocupado por la evolución de Al Qaeda y sus planes terroristas de alcance global.

Las fuerzas rusas han llevado a cabo algunos ataques aéreos contra el Daesh, pero en una proporción menor. Esto es así por dos razones. Los rebeldes son la amenaza principal porque están apoyados por Estados Unidos y por otras potencias de Oriente Medio. Serían una alternativa aceptada internacionalmente al gobierno de Al Assad. No así el Daesh, cuya existencia hace preferible en parte la continuidad del régimen sirio. Por otro lado, de atacar al Daesh ya se ocupan Estados Unidos y sus aliados ¿Para qué dirigir contra el Estados Islámico los escasos aviones rusos si la USAF ya asume esa tarea? Por tanto, los bombardeos rusos contra el Daesh responden a necesidades tácticas derivadas de la ofensiva terrestre (por ejemplo en Aleppo), y a imperativos de marketing político con el fin de justificar internacionalmente su intervención.

Esto último es lo que se puede deducir del tan publicitado ataque con misiles de crucero desde buques situados en el mar Caspio. El 7 de octubre las naves rusas lanzaron 26 misiles 3M-14 Kalibr (Sizzler en terminología OTAN) contra diversos objetivos del Daesh en Siria. Fue la primera vez que la marina de guerra rusa disparaba misiles de crucero contra objetivos terrestres en una situación de conflicto real.

Contando con una fuerza aérea expedicionaria tan próxima, y dadas las graves carencias antiaéreas de los rebeldes y del Daesh, no había necesidad militar de un ataque de ese tipo. La rentabilidad fue claramente política y el Kremlin supo gestionar el ataque desde el punto de vista mediático –utilizando entre otras vías YouTube para difundir las imágenes de los lanzamientos.

El mensaje fue múltiple. Por un lado, sacar brillo a las capacidades militares rusas, pues el lanzamiento de misiles de crucero desde el mar es algo asociado a las grandes potencias, por no decir de manera exclusiva a la US Navy. Por otro, demostrar que se cuenta con el respaldo político de Irán e Irak, cuyo espacio aéreo fue sobrevolado por los misiles (aunque el permiso de Irak parece dudoso, pues el ministro de Defensa negó que Rusia hubiese informado previamente). Por último, la peculiaridad del lanzamiento de misiles de crucero desde el mar Caspio –la primera vez también que se disparaban desde un mar interior en una operación real– consiguió reavivar la atención de los medios internacionales una semana después de iniciarse los bombardeos rusos.

La campaña militar rusa puede experimentar dos novedades a corto plazo. Una es la extensión de los ataques aéreos contra el Daesh en Irak. De nuevo, la finalidad sería política antes que militar: otro modo de resaltar el protagonismo de Rusia como potencia a tener en cuenta en Oriente Medio.

Los aviones SU-30, SU-34 y SU-24 tienen alcance suficiente, pero con menos municiones o recurriendo al repostaje en vuelo para aumentar la carga bélica. Aunque esto último complicaría la campaña y aumentaría el riesgo de sufrir algún accidente. Rusos e iraquíes ya han acordado que los aviones de Moscú bombardeen los convoyes del Daesh que se internen en Irak desde Siria.

Y el parlamento iraquí también ha aprobado que los aviones rusos puedan bombardear dentro de su territorio. Esto supone un nuevo desafío a Estados Unidos, que no ve con buenos ojos la entrada de las fuerzas rusas en el teatro de operaciones iraquí. La segunda novedad en la intervención rusa puede ser la entrada directa en combate de un reducido núcleo de fuerzas terrestres, más allá de la artillería que como decimos está participando en la ofensiva progubernamental. El Kremlin ha anunciado la futura llegada de voluntarios rusos que se unirán a la lucha terrestre.

En concreto, el 5 de octubre, el presidente de la comisión de defensa del parlamento ruso, almirante Vladimir Komoyedev anunció que una fuerza de voluntarios que había combatido en Ucrania estaba dispuesta a hacer lo propio en Siria. Conociendo los antecedentes rusos en Crimea y en el este de
Ucrania no es descartable que Rusia recurra a un modelo de guerra híbrida en Siria, combinando su propia milicia con la artillería y fuerza aérea regular. Por otra parte, Rusia ya ha desplegado unidades de operaciones especiales que están asesorando a las fuerzas pro Al Assad.

MOTIVOS Y OPORTUNIDADES QUE EXPLICAN LA INTERVENCIÓN MILITAR RUSA

La guerra civil siria ha dado muestras sobradas de complejidad, tanto por el número y naturaleza de actores implicados, como por la incompatibilidad de sus respectivas agendas. Va camino de convertirse en un conflicto intratable en una región de conflictos intratables. ¿Por qué se implica entonces el Kremlin? ¿No corre el riesgo de acabar política y militarmente atrapado? En efecto, la intervención entraña peligros pero también oportunidades. Comencemos examinando los motivos a favor.

Proteger los intereses rusos en Siria
En primer lugar, la razón más evidente de la intervención rusa es sostener al régimen sirio y asegurar la instalación naval rusa en Tartus ante un panorama que resultaba cada vez más inquietante:
-Las fuerzas de Bashar Al Assad han sufrido un serio desgaste después de cuatro años de combates continuados. Defienden a una fracción minoritaria del conjunto de la población siria y andan faltas de cantidad y calidad de recursos humanos. La guerra también ha pasado una elevada factura a Hizbollah, con más de un millar de caídos y cientos de heridos (y hablamos de una milicia de apenas diez mil militantes). La debilidad militar se ha traducido en pérdidas constantes de territorio. El régimen controla el eje norte-sur Aleppo-Homs-Damasco, pero dos amplias cuñas de fuerzas rebeldes, tanto en un extremo como en otro, se ciernen amenazantes sobre él.
-A ello se añade el peligro real que representa el Daesh, que desde Palmira hostiga a las fuerzas progubernamentales en la base aérea T4, en la ciudad de Homs y en Qusayr. Desde esa posición podría haber roto la espina dorsal de las fuerzas pro Al Assad a finales del presente año. También amenaza los bastiones controlados aún por el régimen en Deir ez Zour.
-Esta situación de precariedad corría el riesgo de ir a peor con la creación de una no-flyzone en el norte de Siria, protegida por la fuerza aérea turca y norteamericana, que sirviera de retaguardia estratégica rebelde y de plataforma de asalto contra el régimen de Al Assad.
-Tales tendencias en el sector norte estaban poniendo en peligro la franja marítima de Siria, lugar donde se ubica la instalación naval rusa de Tartus, único punto de esas características en todo el Mediterráneo.

Así que, en lo referido a estas circunstancias, la intervención militar rusa busca lo siguiente:
-Evitar que la instalación naval de Tartus caiga en manos de los rebeldes, con la pérdida material, de capacidad de proyección naval y de prestigio que ello entrañaría.
-Demostrar la fiabilidad de Rusia con sus aliados en apuros. Y esto de dos modos:
a) Evitando la caída del régimen de Al Assad y fortaleciendo su posición de cara a futuras
negociaciones.
b) La consecución de los objetivos de la ofensiva terrestre, y su consolidación de cara al futuro bajo el paraguas aéreo ruso, supone una importante baza negociadora. También lo es destruir la capacidad de combate de los rebeldes ‘moderados’, de manera que el futuro de Siria quede sujeto a dos alternativas: los yihadistas del Daesh, Jabhat Al Nusra, Ahrar Al Sham o el régimen de Al Assad.

Moscú pretende conseguir estos dos objetivos basándose en dos premisas: el ejercicio de la
realpolitik y una inversión moderada de recursos propios, económicos y militares:
-De momento, los objetivos de la campaña son limitados, acordes con una estrategia de corte realista. A diferencia de las intenciones proclamadas por los países occidentales, propias del liberalismo cosmopolita, Moscú no pretende reconstruir el Estado sirio, ni implantar la democracia, ni establecer un gobierno representativo y respetuoso con la diversidad étnica y religiosa del país.
Rusia sabe que los objetivos maximalistas de Occidente en las misiones de state-building (tipo de Afganistán, Irak o Balcanes) exigen recursos ingentes y largos periodos de tiempo (décadas). Son además proyectos de resultado incierto, y generalmente insatisfactorio. A tenor de las fuerzas empeñadas, no parece que en los planes de Moscú se incluya la recuperación por parte del régimen de Al Assad de todos los territorios que ahora mismo se encuentran bajo el control de los rebeldes o del Daesh. Para Moscú puede ser aceptable que Al Assad mantenga lo que aún le queda de ejército y territorio, aunque el resto permanezca en situación de Estado fallido (que ya es a día de hoy). En cierto, modo este planteamiento estratégico se ha dado en Ucrania. Su objetivo era que Ucrania no entrase en la esfera de influencia de la Unión Europa y de la OTAN. Que a ello le haya seguido el estancamiento del conflicto y la quiebra del Estado ucraniano en el este del país constituye un aspecto
secundario.
-Al tratarse, por ahora, de una operación militar limitada, su coste económico se mueve dentro de unos márgenes sostenibles. El respaldo ruso aporta un multiplicador de fuerza con fuegos artilleros y ataques aéreos contundentes pero medidos en número. Según fuentes oficiales rusas, el coste de la campaña se está cargando al presupuesto anual del Ministerio de Defensa, exigiendo en todo caso la reducción de maniobras por parte de otras unidades en territorio nacional.

Se trata por tanto de objetivos claros y, por el momento, a un precio asequible. Moscú justifica el apoyo a Al Assad en términos estrictamente pragmáticos y de mantenimiento del statu quo. El ministro de Asuntos Exteriores ruso lo planteaba así en una rueda de prensa en la sede de Naciones Unidas: “Sadam Hussein ahorcado ¿Es Irak un lugar mejor? Gadafi asesinado ante testigos ¿Es Libia un lugar mejor? Ahora estamos demonizando a Assad. ¿No somos capaces de aprender?”.

No es que la tradición del pensamiento estratégico norteamericano sea alérgica a este tipo de consideraciones. En su seno existe una corriente realista que conecta con este hilo argumental y que entre otros está representada por Henry Kissinger o Eliot Cohen. De hecho, la continuidad de las relaciones entre Washington y la monarquía saudí se explican en buena medida desde una perspectiva también pragmática. Sin embargo, la multitud de actores y la diversidad de puntos de vista que alimentan y condicionan el complejo proceso de toma de decisiones de la acción exterior norteamericana explican que la estrategia resultante acabe persiguiendo objetivos poco cohesionados, alejados de la realidad o simplemente contradictorios.

Incrementar la influencia rusa en Oriente Medio
Un segundo objetivo relacionado con el que acabamos de comentar consiste en reforzar el protagonismo de Rusia en una región de evidente interés estratégico. La intervención es propicia a ello por varias razones:
-Porque como acabamos de señalar envía el mensaje de que Moscú acude en ayuda de sus aliados en apuros. Una solidaridad que, por ejemplo, el régimen militar egipcio echó en falta por parte de Estados Unidos al inicio de las revueltas árabes. Por eso no es extraño que Al Sisi haya aplaudido la intervención militar rusa, al margen de que El Cairo se sitúe más bien la coalición liderada por Arabia Saudí que trata de contrapesar la extensión de la influencia de Irán en Oriente Medio. De hecho, es un paso más en el fortalecimiento de las relaciones entre el régimen actual egipcio y Moscú. Al Sisi ya ha visitado oficialmente Rusia en cuatro ocasiones y Putin fue el primer líder extranjero que acudió a verle tras llegar aquel al poder.
-Al mismo tiempo, Rusia se presenta con esta intervención como un garante del statu quo previo a las revueltas árabes. Una postura que también resulta atractiva a los regímenes amenazados por tales procesos de cambio.
-Por otra parte, la intervención altera los cálculos de otro país importen en la zona como es Israel, y no de una manera precisamente grata para los intereses judíos. Una de las grandes preocupaciones del gobierno israelí es que con motivo la guerra de Siria, Hizbollah se dote de armamento sofisticado que más tarde pueda utilizar contra Israel. También que el grupo chiita libanés establezca una base de operaciones en el sur de Siria que le permita hostigar las poblaciones cercanas a los altos del Golán. Hizbollah ya demostró ser una rival respetable en la guerra de Líbano de 2006. Una mejora de sus capacidades por la adquisición de misiles contra-carro, antibuque o tierra-tierra de mayor alcance pone en grave peligro la seguridad de Israel. La fuerza aérea israelí ya ha realizado al menos diez bombardeos quirúrgicos en territorio sirio contra convoyes de armas destinadas a Hizbollah. Pero la presencia de sistemas de defensa antiaéreos y de aviones de combate rusos operando en el país reduce seriamente el margen de maniobra israelí a la hora de repetir este tipo de actuaciones, varias de las cuales tuvieron lugar precisamente en el noroeste de Latakia, justo donde están operando los rusos. De hecho, a mediados de octubre Israel y las fuerzas rusas han puesto en marcha una hotline (una línea de comunicación directa) para facilitar el entendimiento ante eventuales incidencias. Por otra parte, Israel teme que un incremento de la presencia naval rusa en las proximidades de Siria también pueda afectar a las actividades de su marina de guerra en la zona.
 Y, por último, a Israel le inquieta que la nueva etapa en la relación de Moscú con algunos antiguos socios árabes –como por ejemplo Egipto, país que va a adquirir sistemas militares rusos– pueda iniciar una carrera de armamentos en la región, que recuerde a la de las décadas de 1960 y 1970.

Cuestionar el liderazgo regional, y como consecuencia global, de Estados Unidos.
La intervención rusa transmite también una imagen de firmeza y seguridad que contrasta con la desorientación que parece dominar la política norteamericana en la zona. El momento ha sido además oportuno: cancelación del programa de entrenamiento de rebeldes del Pentágono después de un estrepitoso fracaso, polémica por la valoración negativa de la Defense Intelligence Agency sobre la campaña aérea norteamericana contra el Daesh, y crisis de los refugiados en Europa. Todo ello genera dudas sobre la capacidad de Washington y abre una ventana de oportunidad a Moscú:
-Da la impresión –fundamentada– de que Estados Unidos carece de una estrategia coherente para remediar el desorden actual de Oriente Medio (al que contribuyó en buena medida con la guerra de Irak de 2003), en contraste con una estrategia más clara, posibilista y determinada por parte de Moscú.
-La intervención rusa desbarata también lo que pudiera quedar de dicha estrategia. Como ya se ha señalado, este verano tomó forma la idea de crear una no-fly-zone en territorio sirio controlado por los rebeldes y fronterizo con Turquía. Iba a servir de retaguardia estratégica desde la que lanzar la ofensiva final contra el régimen de Al Assad e iba a estar protegida por la fuerza aérea turca y norteamericana. Turquía no descartaba incluso el despliegue de unidades terrestres. Pero la presencia de los aviones de combate rusos en Siria ha zanjado la cuestión. ¿Quién se va a enfrentar a los cazabombarderos rusos si éstos deciden bombardear esa hipotética zona segura?
- La debilidad de la estrategia norteamericana guarda también relación con el deseo de Washington de reducir el peso de Oriente Medio en su agenda exterior. La Administración Obama pretende dirigir el foco de atención a Asia Pacífico. La conciencia de que Oriente Medio es –como apuntábamos líneas atrás– una región de conflictos intratables, donde cuanta más fuerza se aplica más resistencia se encuentra, unida a la menor dependencia energética de Estados Unidos, y por el contrario, la importancia creciente de Asia Pacífico y la necesidad de contrapesar a una China cada vez más
asertiva, explican la reorientación estratégica de la Casa Blanca. En este contexto, el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán se puede interpretar como otro modo de reducir la implicación en la zona, pasando la carga del contrapeso de Irán a la coalición liderada por Arabia Saudí. Restablecido así el equilibrio de poder en la región (donde ni Turquía, ni Irán ni Arabia Saudí serán potencias hegemónicas, ni permitirán que ninguna de las otras lo sea), Estados Unidos podrá dedicar mayor ancho de banda diplomático y militar a Asia Pacífico como región más relevante del siglo XXI.
-Dicha reorientación de la política exterior norteamericana –mitad resultado de un cálculo estratégico, mitad motivada por la frustración– deja un nuevo espacio para la acción exterior de Moscú. Rusia se presenta como una alternativa a Washington pero sin asumir los compromisos ni la agenda maximalista de Estados Unidos. Con una inversión de recursos limitada Rusia eleva su perfil internacional y cuestiona el carácter de superpotencia de Estados Unidos.
-Al mismo tiempo, Rusia justifica su intervención militar como una acción legítima y legal, pues ciertamente las fuerzas rusas han llegado a Siria respondiendo a una petición formal del gobierno de Damasco. Por lo que además de asumir el rol de global player –alguien que cuenta en las crisis internacionales–, Moscú aparece como un actor atento a la legalidad. En contraste con intervenciones no tan respetuosas con el Derecho Internacional de Estados Unidos en la región (la guerra de Irak de 2003, los bombardeos contra grupos yihadistas en Siria, o los ataques con drones en Yemen). Por tanto, es una manera –imperfecta evidentemente– de lavar su imagen tras la ocupación de Crimea y
su intervención en el conflicto de Ucrania.
-Todo esto mejora además la valoración de Vladimir Putin ante su propia opinión pública. La restauración del poder perdido tras el derrumbamiento de la Unión Soviética constituye un elemento fundamental en la narrativa que legitima al presidente ruso. La entrada en escena de sus fuerzas armadas en Oriente Medio, unida a la desorientación y al repliegue de la política norteamericana, se pueden presentar fácilmente como una victoria política de un Moscú en ascenso frente a un agotado Washington. Si a ello añadimos el antiamericanismo que transmiten los medios de comunicación rusos –que en el caso de RT se hace eco incluso de teorías conspiratorias–, el resultado en términos
de imagen es sencillo de intuir.
-Por último, la intervención rusa también permite poner a prueba la cohesión de la Alianza Atlántica a la hora de defender a Turquía. Las fuerzas rusas desplegadas en Siria no han dudado en tensar la situación. Sus aviones han violado el espacio aéreo turco, han iluminado con sus radares a los cazas de Ankara y han interceptado –sin derribarlos– drones norteamericanos mientras sobrevolaban Siria. Mientras tanto Alemania ha retirado las baterías de misiles antiaéreos Patriot, según anunció en agosto pasado antes del despliegue ruso, pero sin cambiar la decisión tras él. Las incursiones en
Turquía han obligado a que la OTAN organizara un encuentro ministerial desde el que se pidió a Rusia que “cesara y desistiera” de continuar con ese tipo de conductas sobre espacio aéreo aliado. Pero más allá de las palabras la firmeza de la Alianza está todavía por demostrar. Al igual que Estados Unidos, los gobiernos de Europa Occidental tampoco desean verse atrapados en la pesadilla geopolítica de Oriente Medio.
La solidaridad aliada hacia Turquía entraña un coste político adicional que Moscú puede elevar con provocaciones calculadas. Y a ello se añade la ambigüedad del compromiso turco con la OTAN durante los últimos años. El gobierno de Tayyip Erdogan ha mantenido una actitud ambivalente en la lucha contra el Estado Islámico –de hecho, a día de hoy sigue priorizando el bombardeo de los kurdos que combaten al Daesh, antes que al propio Daesh– y ha aceptado lucrativos proyectos energéticos con Rusia, al margen de las sanciones impuestas por el resto de aliados con motivo del conflicto de Ucrania.

Contener al Daesh y combatir a los grupos yihadistas fuera del territorio ruso

Otra oportunidad que ofrece la intervención militar rusa en Siria es combatir la amenaza yihadista –que también afecta gravemente a Moscú– de manera preventiva y lejos del territorio nacional. Es una ventaja menor, pues como ya hemos señalado, los bombardeos rusos se están concentrando mayoritariamente en los grupos rebeldes y no tanto en el Daesh. Pero a pesar de ello es otro aspecto que conviene tener en cuenta por dos razones:
-La acción antiterrorista rusa en el Cáucaso no ha erradicado por completo el yihadismo pero sí lo ha fragmentado. Entre otros medios con la eliminación de sus líderes: Doku Umarov en marzo de 2014 y sus sucesores Aliaskhab Kebekov y Mohamed Suleimanov a lo largo de 2015. Por el momento ha abortado la consolidación efectiva del autoproclamado Emirato del Cáucaso, que a largo plazo podría haberse convertido en una cabeza de puente del Daesh dentro de la propia Rusia (algunas facciones del emirato han jurado fidelidad al Califato). Evitar que el régimen de Al Assad colapse y que el Daesh y otros grupos yihadistas se hagan fuertes en Siria es otro modo de prevenir la inserción del Estado Islámico en territorio ruso.
-Al mismo tiempo, un número importante de yihadistas ha marchado de Rusia al Daesh en Siria/Irak. Según Sergei Smirnov, subdirector del Servicio Federal de Seguridad (FSB), aproximadamente dos mil cuatrocientos nacionales rusos se han unido al Daesh en Siria e Irak. Y ciertamente el Daesh ha alentado su reclutamiento en internet, entre otros medios con la revista Istok, escrita en ruso. Aunque por el momento los aviones de Moscú no estén centrando su atención en el Estado Islámico –como decimos, ya lo están haciendo los de la coalición liderada por Estados Unidos–, prevenir que Al Assad caiga impide que el Daesh se haga más fuerte.

RIESGOS PARA RUSIA A MEDIO Y LARGO PLAZO

Por el momento, la intervención militar es limitada y sus riesgos inmediatos controlados, asociados fundamentalmente al derribo o pérdida por accidente de alguna aeronave y a la captura o muerte de su tripulación. No obstante, existen algunos escenarios negativos de mayor calado a medio y largo plazo:
-El principal sería que el volumen y la naturaleza de la ayuda militar prestada hasta el momento no sea suficiente para evitar el colapso del régimen de Al Assad y, que una vez empeñado el prestigio de Moscú, se requiera una cantidad sustancialmente mayor de fuerzas, en especial terrestres. Si las cosas se tuercen, las piezas de artillería rusa y los treinta y cuatro aviones de combate actualmente desplegados, no van a marcar la diferencia. Habría que escalar. Por ahora las fuerzas leales al régimen han recobrado el ímpetu y la iniciativa. Están arrebatando territorios perdidos a los rebeldes y tienen
posibilidades de tomar el control total de Aleppo. Sin embargo, la historia militar está llena de situaciones que dan repentinamente la vuelta y que parecen imposibles hasta que suceden. Máxime en un conflicto tan prolongado como el sirio donde ninguno de los contendientes goza de una supremacía militar abrumadora.
-Un segundo escenario más probable consiste en que las fuerzas progubernamentales consoliden temporalmente las ganancias pero se vean abocadas de nuevo a una guerra de desgaste. Michael Kofman compara la embestida gubernamental a una especia de ofensiva de las Ardenas: ganar o convertirse en una fuerza agotada. Si después de la ofensiva conjunta, Moscú no es capaz de lograr un acuerdo político que ponga fin al conflicto, el compromiso militar ruso corre el riesgo de verse prolongado de manera indefinida. Según el presidente del comité de asuntos exteriores de la Duma, Alexi Pushkov, en Moscú se habla de una intervención militar de cuatro o cinco meses. Lo cual implica que transcurrido ese tiempo prevalezca la salida diplomática. Pero la insurgencia siria se encuentra lo suficientemente fragmentada y empeñada en la guerra como para hacer difícil un alto el fuego a corto plazo. Y tampoco es seguro que sus sponsors saudíes, turcos y norteamericanos vayan a darse por vencidos de manera inmediata. De hecho, la intervención rusa ha tenido como reacción un incremento de la ayuda militar a los rebeldes (por ejemplo, Arabia Saudí ha enviado cientos de misiles contra-carro para frenar a los carros y blindados del régimen). Y es previsible que dichas potencias reajusten sus estrategias para arrebatar la iniciativa a los rusos. Las fuerzas pro Al Assad cuentan con una ventana de oportunidad que puede cerrarse en cuestión de meses.
-A cualquiera de estos dos escenarios hay que añadir el hecho de que la economía rusa se encuentra en un periodo de recesión. De momento, no supone un problema grave pues el despliegue militar es reducido. Pero la limitación de recursos restaría margen de maniobra a Moscú en caso de que el desarrollo de los acontecimientos exija un compromiso material mayor. Es un talón de Aquiles que los adversarios estratégicos de Rusia en la región (Estados Unidos, Arabia Saudí, Turquía y, en menor medida, aliados europeos como Francia o Reino Unido) pueden emplear para reducir mediante el
bloodletting la asertividad rusa en Oriente Medio y, de paso, en otros escenarios como Europa del Este o Asia Central. Al iniciarse la campaña de bombardeos, Putin advirtió que no iba a permitir la caída del régimen de Al Assad y que aquel que pretendiera seguir apoyando a los rebeldes debería prepararse para una lucha prolongada. Lo mismo pueden decir Estados Unidos y los saudíes en sentido inverso.
-Conviene no perder de vista que a pesar de sus innegables fracasos en el mundo árabe, Washington sigue manteniendo relaciones estrechas con la mayoría de los países de la región (Arabia Saudí, Turquía, Israel, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Kuwait y Bahrein). De momento, la Casa Blanca se ha mantenido a la defensiva pero en caso de reelaborar una estrategia sólida dispone de poder suficiente para complicar la política rusa a largo plazo. También Arabia Saudí y otros países de la zona cuentan con recursos y relaciones en la zona como para alterar los cálculos militares de Moscú.
-Por último, al bombardear a los rebeldes, Rusia se sitúa abiertamente en el bando opuesto al islam sunní. Y este no es un detalle menor. En el implacable conflicto sirio las fuerzas progubernamentales han utilizado armas químicas contra su propia población y la han bombardeado con barriles llenos de explosivos y metralla, causando miles de víctimas civiles. Las imágenes de esas matanzas han sido un tema habitual de las cadenas televisivas del mundo árabe. Aunque las élites políticas y militares egipcias hayan aplaudido la intervención rusa, la gente de a pie considera que Al Assad y sus aliados chíes son una hueste de matones sanguinarios.
Hasta ahora Rusia había mantenido un perfil relativamente bajo en el apoyo diplomático y logístico-militar al régimen sirio. Los bombardeos rusos han puesto fin a esa discreción, y ello incrementa el riesgo de acciones terroristas contra intereses rusos dentro y fuera de su territorio. El yihadismo con epicentro en el Cáucaso ya ha demostrado en numerosas ocasiones que Rusia no es inmune a los ataques terroristas. Recordemos por ejemplo los atentados suicidas en Volgogrado en octubre y diciembre de 2013, uno de los muchos ocurridos en Rusia en los últimos años. En términos de pérdida de vidas humanas, el riesgo principal para Rusia no es que caiga algunos de sus pilotos en Siria, sino un atentado con decenas de muertos en Moscú o en cualquier otra ciudad del país.

CONCLUSIÓN: IMPLICACIONES DE LA INTERVENCIÓN RUSA SOBRE EL FUTURO DEL CONFLICTO SIRIO

En el corto plazo la consecuencia más inmediata de la intervención militar rusa será la continuidad del régimen sirio, aliado de Moscú y de Teherán. La guerra de Siria no iba a finalizar con una eventual caída del régimen. A su hipotético colapso le habría seguido la lucha entre las propias facciones rebeldes, y entre éstas y el Daesh. Pero ni siquiera ese escenario de derrumbe total resulta ahora cercano ni probable.

El enquistamiento del conflicto, con más de cuatro años de duración sin que se vislumbre una victoria militar definitiva de ninguna de las partes. Y la tragedia humana que se deriva de él, con más de doscientos mil muertos, y la extensión de sus efectos –en especial, los millones de refugiados que está provocando– apuntan a una solución negociada en el medio plazo.

La intervención militar de Moscú pretende forzar la solución diplomática al presentar como inevitable la continuidad del régimen. Moscú quiere además eliminar las opciones de Estados Unidos y del bando saudí en Siria debilitando militarmente a los rebeldes y revertiendo sus ganancias territoriales. Si tenemos en cuenta que el interés de Washington en Siria es secundario y que los saudíes se están desgastando en Yemen, cobra sentido el escenario de un acuerdo entre las grandes potencias de fuera y dentro de la región. Un acuerdo que declarará un alto el fuego –seguramente imperfecto– entre las partes contendientes, con excepción del Daesh, y el inicio de un proceso de paz que quizás reconozca cierto tipo de autogobierno a las zonas bajo control de los rebeldes, sin una
desmembración oficial de Siria.

Al mismo tiempo, hay dos factores que también pueden favorecer la solución diplomática.
El primero es el respaldo al plan ruso de las principales potencias europeas. Ya antes del inicio de los bombardeos la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro italiano, Matteo Renzi, declararon en momentos diferentes que Rusia tenía que ser parte de la solución del conflicto sirio. La crisis migratoria ocupa uno de los primeros puestos de la agenda política de la Unión Europea y los líderes europeos dudan de la capacidad de Washington para poner fin a la guerra. De ahí que la intervención militar rusa, seguida de un plan de paz, pueda recabar el apoyo de los principales países europeos, y que éstos a su vez influyan sobre la diplomacia norteamericana para que acepte los términos del acuerdo.

El segundo factor que puede facilitar este escenario es que Moscú obligue a Al Assad a abandonar el país –en cuyo caso es de suponer que se instalaría en la propia Rusia. La debilidad militar del régimen sirio le ha hecho perder el estatus de aliado autónomo para pasar al de Estado cliente de Rusia y de Irán. La marcha de Al Assad, a pesar de que continúe el régimen sostenido por Moscú y Teherán, es un modo de que Estados Unidos y sus aliados turcos, saudíes, jordanos, etc. salven la cara ante un eventual acuerdo. Este escenario de fin negociado del conflicto entraña una consecuencia que podría afectar a España y a sus Fuerzas Armadas. Muy probablemente sería necesario el despliegue de una fuerza multinacional de Naciones Unidas que supervisara el alto el fuego, hiciera de
interposición entre las partes, y apoyara y protegiera el peace bulding. Las fuerzas rusas podrían participar en ella, al igual que las de los aliados de Estados Unidos, incluyendo algunos países europeos. De tener lugar, sería sin duda una misión arriesgada por la elevada presencia de actores yihadistas fuertemente armados y con una dilatada experiencia en combate. A los yihadistas se unirían además los rebeldes descontentos con el fin negociado del conflicto.

Sin embargo, otro escenario alternativo, y no descartable, es la prolongación del conflicto durante años. Un conflicto internacionalizado en el que Estados Unidos y sus aliados del Golfo sigan apoyando logísticamente a los rebeldes para recuperar la iniciativa estratégica y desgastar de manera indirecta y sostenida a sus respectivos grandes rivales: Rusia e Irán. La eventual marcha de Al Assad no soluciona el problema de fondo. Lo que queda del régimen sirio se ha convertido en una plataforma desde la que se seguirá expandiendo la influencia iraní en el Levante, protegida de momento por las fuerzas armadas rusas. Y este no es un resultado que vaya a satisfacer a Riad. Para entender el conflicto sirio es necesario ampliar la imagen al conflicto regional por delegación que a día de hoy enfrenta a las principales potencias de Oriente Medio. Eso explica que Arabia Saudí se oponga a que Irán forme parte de los países que negocien la solución diplomática a la guerra de Siria. Así lo ha mantenido de nuevo en la reunión de ministros de asuntos exteriores celebrada en Viena el 23 de octubre, en la que participaron los representantes de Estados Unidos, Rusia, Turquía y Arabia Saudí.

Es difícil saber cuál de los dos escenarios se acabará materializando. Las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos son otra variable que influirá en la estrategia norteamericana y muy probablemente lo hagan bloqueando cualquier salida que pueda ser interpretada como una victoria de Moscú. Lo cual conduciría hacia un escenario de acuerdo sin vencedores ni vencidos (la marcha de Al Assad podría favorecer esta impresión), o como alternativa, al escenario de prolongación del conflicto y continuidad del apoyo norteamericano a los rebeldes.

Por el momento, quien se sigue beneficiando de la situación es el Daesh. Aunque en las proximidades de Aleppo las fuerzas pro Al Assad se están enfrentando al Estado Islámico, en términos generales el recrudecimiento de los combates entre las fuerzas progubernamentales y los rebeldes resta fuelle a la lucha contra el Daesh, y éste, mes tras mes, afianza su proyecto político en los territorios sometidos a su control.

Fuente: http://www.ugr.es/~jjordan/intervencion-rusia-siria.pdf
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