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domingo, 18 de junio de 2017

Los caídos en Malvinas: la increíble historia del hombre que enterró los cuerpos

Cardozo en las islas, después de finalizada la guerraPor Agustina López - LA NACION
Geoffrey Cardozo, militar inglés, se encargó de la ingrata tarea por pedido de Londres; participará de la identificación de cadáveres.

Cardozo en las islas, después de finalizada la guerra.
El capitán Geoffrey Cardozo pisó por primera vez las Malvinas una vez finalizada la guerra. Como soldado inglés, con 32 años, había estado en otras zonas de combate, pero no peleó esta vez. Sin embargo, su nombre y su libreta pasaron a la historia: fue el hombre encargado de organizar el cementerio de Darwin y de registrar en su anotador todos los datos posibles de los 123 soldados argentinos que hoy yacen allí sólo bajo una cruz blanca. Gracias a esa tarea -que recayó en él casi de casualidad- mañana la Cruz Roja comienza en las islas el proceso de exhumación y localización de los soldados argentinos "sólo conocidos por Dios".

Durante los meses que duró el enfrentamiento, Cardozo trabajó en el Ministerio de Defensa en Londres, ocupándose de tareas logísticas, hasta que recibió un llamado: alguien debía ir a Malvinas y ocuparse de las secuelas del combate y, sobre todo, de mantener la disciplina de esos jóvenes soldados.

"La batalla recién había terminado y las islas estaban en muy mal estado. Hay algo en la psicología de esos que ganan y pierden que es muy fuerte y los une: ellos son los sobrevivientes. No es fácil de sobrellevar", cuenta Cardozo, ahora retirado, a LA NACION, en una conversación telefónica desde Londres, justo antes de partir a Malvinas en donde la Cruz Roja lo contactó como consejero.


Había cartas que debían ser mandadas y muchos prisioneros argentinos todavía custodiados por los ingleses, a punto de ser devueltos a sus familias. Y cuerpos. Cientos de cuerpos enterrados en zonas de combate, rodeados de minas. Cuerpos abandonados en aviones que habían caído solitarios entre los recovecos del archipiélago. Cuerpos destrozados por las bombas.

Las tumbas estaban diseminadas y eran halladas, poco a poco, por un grupo de ingenieros especializados que realizaban tareas de localización de minas. Cardozo se ocupó de ir anotando todos los puntos en los que se encontraban cadáveres. "Decía una pequeña plegaria y anotaba en la libreta", recuerda. Pasaron los meses y cuando Margaret Thatcher ofreció a Leopoldo Galtieri repatriar los cuerpos, la negativa del gobierno argentino planteó una nueva tarea: construir un cementerio y trasladarlos todos a un solo lugar. De eso se ocuparía Cardozo.

"No podía pedirles esa tarea a los hombres que acababan de terminar un combate. Eran cuerpos que llevaban enterrados varios meses", explica Cardozo. Los ingleses decidieron entonces ocupar civiles en la tarea. Por eso, voló de regreso a Londres y se entrevistó con tres casas funerarias. Los requisitos que solicitó eran pocos: necesitaba una docena de personas, mayores de 30 años -porque la tarea demandaba cierta madurez emocional-, pero de menos de 40 y en buenas condiciones físicas. Sólo una de las empresas le dijo que sí y voló con ellos a las islas. Era enero de 1983.

El grupo de expertos en cementerios, pero vírgenes en el combate, recibió uniformes y algunas lecciones de cómo subir y bajar de un helicóptero. El oficial experimentado, las propias sobre cómo organizar un cementerio. Uno a uno, apoyándose en las notas que había tomado Cardozo, los cuerpos fueron recuperados desde el aire entre la caprichosa geografía de Malvinas y llevados al lugar en donde soldados ya preparaban el sitio de entierro.

Antes de ponerlos en bolsas mortuorias y finalmente en tierra, Cardozo debía identificarlos. "Todos los soldados profesionales deben tener una chapa con su nombre colgada del cuello justamente para identificarlos, pero estos eran chicos. A muchos no les habían dado chapa", cuenta Cardozo. De todos modos, antes de enterrar los cuerpos anónimos, registró todo lo que vio en su libreta y, al lado de cada número que representaba una tumba, volcó esos datos: fotografías que llevaban, particularidades del uniforme, detalles. "No enterré ningún cuerpo sin antes haberle dado vuelta todos los bolsillos y cerciorarme de que no podía ser identificado. Miramos a cada uno de esos soldados, pero esto era posguerra: no existían registros dentales o las muestras de AND", jura. Después, hubo una ceremonia religiosa y "eso fue todo".
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Cardozo dio por finalizada su tarea, pero se reencontró con ella muchos años después, ya retirado. A través de búsquedas en Internet se enteró de que gran parte de las familias de los caídos no sabían qué había ocurrido con sus hijos en Darwin: "Habíamos hecho todo para respetarlos y las familias no lo sabían, no sabían qué había pasado".

Cardozo tomó una decisión: viajaría a la Argentina para hablar con ellos, pero antes les haría llegar una copia de su informe. Por ello, en octubre de 2008, cuando un grupo de ex combatientes de Malvinas visitó a sus contrapartes inglesas para aprender de técnicas de sanación después del combate, Cardozo vio una oportunidad. El último día del encuentro, antes de bajar del taxi que compartían, el oficial inglés le entregó a Julio Aro, José Luis Capurro y José María Raschia, tres argentinos que habían estado en la guerra, un sobre de papel madera. Adentro estaba una de las tres copias de todo lo que había ido recogiendo en su libreta. Ya de regreso en el país, traductora mediante, comprendieron lo que habían recibido y fundaron "No Me Olvides", con la idea de acercar esos datos a los familiares de los caídos y, tal vez, lograr identificarlos.

Pasaron ocho años y Cardozo decidió por fin viajar a la Argentina. Así, el año pasado, sin prensa ni apoyo del gobierno de por medio, se reunió con las familias de los chicos que él había enterrado. "Quería estar con ellos y decirles qué había sido yo. Darles un cierre". Ante la pregunta de LA NACION si también fue un cierre para él, contesta: "Yo tuve mi cierre cuando dejé las Malvinas, no pensé que volvería a pensar en esto. Mi rabia surgió cuando me enteré de que había muchas familias que sufrían porque no sabían lo que había pasado. Fue un alivio cuando pude contarles". Cuando se le pregunta por el proceso de exhumación que comienza mañana, responde: "No sé si tendremos éxito, pero al menos podré mirar a los soldados a la cara y decirles: hicimos lo mejor que pudimos".

jueves, 15 de junio de 2017

Érase una vez en Chad: cómo los estadounidenses robaron un helicóptero de ataque soviético

(RT Mundo) - El 11 de junio de 1988, EE.UU. comenzó una operación para evacuar desde Chad un helicóptero soviético tipo Mi-24 abandonado por el Ejército libio.

La aeronave permaneció en el desierto del país africano después de un aterrizaje fallido. Los estadounidenses decidieron recuperar el helicóptero para que sus pilotos aprendieran a pilotar aparatos 'enemigos', pero la tarea no fue nada fácil, pues el Mi-24 se encontraba a unos 100 kilómetros de una zona disputada cerca de la frontera con Libia.

La evacuación del Mi-24 desde el desierto fue llevada a cabo por un helicóptero pesado de transporte militar Boeing CH-47 Chinook durante una tormenta de arena.

El CH-47 voló 900 kilómetros con solo un reabastecimiento en el aire.

domingo, 11 de junio de 2017

1921-2017 Jorge Leal: Visionario explorador y comandante pionero en la Antártida

(La Nación) -  Comandó la primera expedición argentina al Polo Sur
El general de Brigada Jorge Edgar Leal, quien comandó la primera expedición argentina al Polo Sur y fue el fundador de la base Esperanza en territorio antártico, murió ayer a los 96 años, según confirmaron fuentes militares.

Leal había nacido en 1921 en Rosario de La Frontera, en la provincia de Salta y dedicó casi la totalidad de su carrera militar a la afirmación de los derechos argentinos sobre el continente blanco. Ayer, justamente, se celebró el día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas.

En 1957, Leal estableció en el continente la base General Belgrano, dependiente del Ejército, y esas experiencias le permitieron asesorar a la comisión argentina que participó en la Conferencia de Antártica de Canberra, que se celebró en 1961 en Australia, entre todas las naciones que se proyectaban sobre extensiones tan gélidas como desconocidas. En ese cónclave entendió la importancia que tenía para el país afirmar su presencia en la Antártida y comenzó dos años más tarde los preparativos de la Operación 90, la expedición argentina que conquistó el Polo Sur.

En ese cónclave insistió en la necesidad de reafirmar la presencia de la Argentina en la Antártida y dos años más tarde comenzó los preparativos de la Operación 90, la expedición argentina que conquistó el Polo Sur. "Afirmar la capacidad argentina de alcanzar todos los rincones de lo que considera su territorio, buscando afirmar así los derechos de la soberanía territorial esgrimidos por el país en la Antártida Argentina", escribió el militar en un documento en el que justificó los propósitos de su misión, como recordó ayer la agencia Télam.
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"Afirmar la capacidad argentina de alcanzar todos los rincones de lo que considera su territorio, buscando afirmar así los derechos de la soberanía territorial esgrimidos por el país en la Antártida Argentina", escribió el militar en un documento en el que justificó los propósitos de su misión.

Resultado de imagen para Jorge Leal + antartidaLeal partió desde la Base Belgrano el 26 de octubre de 1965, al mando de nueve efectivos del Ejército. Durante la travesía se emplearon dos trineos tirados por perros que debieron ser dejados en los 83º de latitud sur, y seis tractores snow-cat (gatos de nieve) con trineos de arrastre.

Finalmente, el 10 de diciembre de 1965, Leal y sus hombres alcanzaron la ansiada meta y retornaron a la Base Belgrano en el último día de aquel año, tras recorrer 3.000 kilómetros por las blancas estepas. Así, la Argentina se convirtió en el primer país en alcanzar el hito más austral del planeta con una expedición que salió desde el Mar de Wedell.

En 1970, Leal fue designado como director nacional del Antártico, cargo que conservó por varios años,y desde el cual impulsó con fervor y visión de futuro la política nacional antártica. Recién en 2003 pasó a retiro como oficial del Ejército. El general de Brigada Jorge Edgar Leal, quien comandó la primera expedición argentina al Polo Sur y fue el fundador de la base Esperanza en territorio antártico, murió ayer a los 96 años, según confirmaron fuentes militares.
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Nuestro humilde homenaje a un pionero y héroe...

domingo, 4 de junio de 2017

La historia del auto sin ideología: el modelo que diseñó Stalin con ayuda de Hitler

(Infobae) - El dictador ruso quería fabricar una copia el Opel Kadett para motorizar a la sociedad soviética. Una pacto de no agresión entre ambas potencias proporcionó el acuerdo. El origen del Moskvith 400, una réplica vulgar de un modelo insignia de la marca alemana
El Moskvitch 400 fue una copia del Opel Kadett que había surgido en Alemania en época de preguerra
El Moskvitch 400 fue una copia del Opel Kadett que había surgido en Alemania en época de preguerra

El Opel Kadett tiene una historia que contar. De su linaje en la industria automotriz derrama una curiosidad pintoresca: concibió al Moskvith 400, una réplica declarada, ideado por fabricantes antagónicos. El Kadett y el Moskvitch son un símbolo de tregua entre Hitler y Stalin, dos crueles políticos del siglo XX, dos dictadores, dos personalidades que permiten desobedecer el deber periodístico de identificarlos con nombre y apellido. Stalin diseñó un automóvil para motorizar a su pueblo, inspirado en una insignia de la industria alemana. Es la historia del auto sin ideología.

Rupturista estructura monovolumen, suspensión delantera independiente Dubonnet, propulsor de cuatro cilindros en línea de 1.073 cc., 23 CV de potencia y una velocidad máxima cercana a los cien kilómetros por hora: el primer auto compacto Kadett -precio moderado y eficiencia garantizada- fue un éxito comercial. Se lanzó en 1936, con una expectativa mesurada. Hizo constancia y gala de su motor y de su diseño revolucionario. Se proclamó líder en ventas; consolidó su impronta temprana. Hasta 1941, cuando la guerra le cercenó la producción: la prioridad de fabricación dispuso vehículos bélicos, no había tiempo ni utilidad para modestos utilitarios.

El Opel Kadett se lanzó en 1936 y hasta 1941 había vendido 107 mil unidades. Stalin quiso uno igual para su país
El Opel Kadett se lanzó en 1936 y hasta 1941 había vendido 107 mil unidades. Stalin quiso uno igual para su país

Opel interrumpió al Kadett. Se habían vendido 107 mil unidades. Había penetrado en una sociedad en época de preguerra. Había conquistado Alemania. Su impacto replicó en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -URSS-. Stalin quería un Kadett socialista: un modelo moderno y austero que renovara el paradigma automotriz vigente. De la industria local solo emergían producciones costosas y devaluadas; y la movilidad particular estaba reservada para los altos mandos del partido socialista. Al Kadett había que copiarlo.

El secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1922 y 1952 ordenó llevar a Moscú un modelo desmontado para duplicar sus planchas de fabricación. En 1938 la diplomacia rusa ya había conseguido emular las motos militares BMW R-71 con sidecar que en versión socialista se denominó Ural M-72. Pero para la fabricación masiva de un automóvil comercial, la coyuntura geopolítica fue generosa. En 1939, Berlín y Moscú decretaron un acuerdo de no agresión bautizado pacto Ribbentrop-Molotov. Algunas unidades del Opel Kadett cruzaron frontera en símbolo de gesto de buena voluntad entre las partes.

Un Opel Kadett Limousine de 1936. Tras cinco generaciones, el modelo alemán viró en el Opel Astra
Un Opel Kadett Limousine de 1936. Tras cinco generaciones, el modelo alemán viró en el Opel Astra

Un año después, a pesar de las restricciones de la automotriz germana, el Kadett se sometió a pruebas de ingeniería y mecánica para concebir a su alter-ego soviético. En 1941, el Moskvitch 400 modelo 10 se lanzó al mercado. Automáticamente fue rechazado por Stalin: solo dos puertas y diferentes grupos óptimos no respetaban el diseño original del modelo alemán. Había que reiniciar la producción como una copia inescrupulosa del Kadett. Pero el 22 de junio de 1941 la Operación Barbarroja intervino el acuerdo de paz: Hitler decidió invadir la Unión Soviética. Las prioridades de la industria automotriz rusa habían cambiado, el compacto ruso debía esperar.

El Moskvitch 400, el modesto y económico automóvil soviético, se fabricó de 1947 a 1956 con suerte dispar
El Moskvitch 400, el modesto y económico automóvil soviético, se fabricó de 1947 a 1956 con suerte dispar

Concluida la Segunda Guerra Mundial, la URSS celebró el aniversario 500 de Moscú en 1947 con la presentación de un automóvil económico y eficiente: el Moskvitch 400, el clon soviético del nazi Opel Kadett. La versión rusa duró poco: en 1956 su producción cesó porque ya el diseño evocaba al pasado. El modelo original atravesó la historia automotriz con vitalidad: tras cinco generaciones le dejó el legado al Opel Astra en 1991. Antes de su desaparición, el Opel Kadett debía contar la historia del auto sin ideología.

viernes, 26 de mayo de 2017

¿Sabés cuál fue el primer auto patrio?

(Parabrisas) - Fue el Anasagastii. Nació en 1910 y fue íntegramente armando en Argentina. Innovó con una sistematización similar a la de Ford. Hoy, solo quedan dos unidades.
Uno de los Anasagasti saliendo de fábrica, llamando la atención de los curiosos.

Argentina es un país fierrero de larga data. Los primeros autos llegaron ni bien se patentaron como innovación mundial, a finales del siglo XIX. Parte de esta pasión fue Horacio Anasagasti, el pionero de la industria automotriz local e innovador a la altura de Henry Ford.

Descendiente de inmigrantes vascos, Anasagasti nació en 1879 y se recibió de ingeniero en la UBA a los 23 años. No demoró en viajar a Europa para conocer más acerca de la floreciente actividad y soñó con traerla a nuestro país.

Si bien provenía de una familia acomodada, al regresar a estas tierras finalizó varios de sus negocios y abocó todos sus esfuerzos a dar vida a su propia tarea: crear el primer auto argentino. Hubo antecedentes, pero eran unidades únicas, artesanales. El valor de este ingeniero, cuya fábrica estaba en la actual Av. Del Libertador y Bulnes, fue sistematizar la construcción. Ford presentó su Modelo T en 1908, armado en serie. Algunos años después, en Buenos Aires hubo un engranaje muy parecido.
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No era una línea de montaje como tal, pero logró construir 50 modelos entre 1910 y 1915 con un mecanismo similar, dejando la artesanía total de lado. Aunque esto parezca contraproducente para la industria local, Anasagasti fue uno de los innovadores fabriles más importantes del siglo pasado, y un férreo defensor de los derechos laborales: sus empleados, por ejemplo, cumplían una jornada de ocho horas, cuando eso, hace más de cien años, no era algo común.

El Anasagasti tenía piezas importadas (esa fue la experiencia de su viaje por Europa), pero su gran sueño era reemplazarlas por partes nacionales. El motor, francés, era un Ballot de 12 HP y, podía alcanzar unos 50 km/h. La carrocería era de construcción local. Costaba 6.000 pesos, pero “Don Horacio”, como reza el tango en su honor, no quiso que nadie se quedara sin su auto, y armó un plan de cuotas de 200 pesos por mes.

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Algunas voces sostienen que esta financiación y el estallido de la Primera Guerra Mundial truncaron los sueños de este nieto de vascos. En su época de esplendor tuvo más de 20 empleados, pero luego, fiel a sus principios, Anasagasti no quiso que quienes trabajaban para él (casi todos inmigrantes) lo hagan sin la garantía de poder cobrar.

Antes del final de la fábrica y el fallecimiento de su dueño, también hay otro hito. El Anasagasti fue el primer auto en exportarse al mundo, ya que el ingeniero mandó algunas unidades a competir a Europa, logrando algunos triunfos que sorprendieron a todos. Seguramente, a su creador no.

Tras búsquedas insaciables, de las 50 unidades siguen vigentes dos. El propio Anasagasti donó uno a la Fuerza Aérea de El Palomar. El otro está en el Club de Automóviles Clásicos de San Isidro. Sólo dos. Tal vez los suficientes para dar crédito a la leyenda: en 1910, año del Bicentenario, nació el primer auto argentino.

viernes, 12 de mayo de 2017

La increíble evolución de los carros de combate: desde Leonardo da Vinci hasta nuestros días

Colaboración de nuestro amigo Hector Daniel

Por VICTORIA FUENTES - @viky_fu3ntes
Algunos entusiastas afirman que un carro de combate puede llegar a cambiar el rumbo de la historia. No les falta razón. El término vehículo militar puede evocar a una época relativamente temprana en nuestra historia, como puede ser la Primera Guerra Mundial, sin embargo, los griegos con sus Helépolis, los asirios con sus barreras móviles para sus arqueros o los romanos con sus catapultas demostraron un conocimiento en el arte de la guerra y el asedio del que aún guardamos nociones.
Podemos así remontarnos a muchos siglos atrás, cuando el único propósito que tenía el hombre era el de protegerse de los animales o cazarlos para comer. Cuando fabrica sus primeras armas, no piensa en la guerra, sino en su propia supervivencia. Fueron los británicos a principios del siglo XX los que probaron por primera vez la utilidad de los automóviles blindados en la guerra. Comenzaron entonces a combinar las orugas, armas montadas en torretas y blindaje a pruebas de balas. Lo denominaron carro de combate.

El mortífero tanque de Leonardo da Vinci
Tanque da Vinci
En el año 1482, el hombre renacentista por excelencia, Leonardo da Vinci, ejerció no solo como anatomista, artista, arquitecto, inventor o filósofo, también como ingeniero militar. Llegó a diseñar artefactos realmente mortíferos, como carros acorazados, catapultas, ametralladoras y un tanque como el que puedes ver. Fue un encargo a Ludovico Sforza el Moro el que desembocó en una especie de caparazón de tortuga, con capacidad para ocho personas y construido con tablones de madera reforzados con placas de metal. Su forma inclinada amortiguaría el impacto de proyectiles y permitía disparar a través de los cañones en todas las direcciones. Debido a los fallos de diseño, los bocetos no se materializaron.

El Tanque del Zar: una insólita máquina rusa
Tsar Tank
Junto al diseño de Leonardo da Vinci, este bicho con cerca de 40 toneladas de peso (algunas fuentes citan 60), 12 metros de envergadura y casi 18 de longitud, conforma una de las máquinas de guerra más extrañas jamás creada. Esta especie de triciclo gigante nunca entró en combate y fue desarrollado entre 1914 y 1915 en Rusia. En vez de orugas, disponía de dos ruedas de radios delanteras que medían casi 9 metros de diámetro; la rueda trasera solo medía 1,5 metros de alto. Disponía de dos propulsores Maybach de 240 caballos de vapor, capaces mover la máquina y a sus 10 tripulantes a una velocidad máxima de 17 km/h. El proyecto fue desechado después de que las pruebas iniciales demostraran que el vehículo necesitaba un motor más potente y que era vulnerable al fuego de artillería pesada, y además su fabricación resultaba demasiado cara.
Primera Guerra Mundial

Cuando comienza el siglo XX, el avance de la tecnología militar se vuelve realmente espectacular. A partir de esta época, las industrias de armamento se convierten en pioneras de una nueva tecnología tras otra: metalurgia del acero, química industrial, maquinaria eléctrica, radiocomunicaciones, turbinas, motores diésel.
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Al comienzo de la Primera Guerra Mundial se produjo la revolución del tanque, clave del futuro militar y destinado a ser el rey de la batalla. Fue entonces cuando surgió la idea de que un vehículo blindado sobre orugas podía ser capaz de cruzar las trincheras enemigas y servir de transporte al personal mejor de lo que lo estaban haciendo los automóviles blindados que construyeron por primera vez los británicos.

Equipados con cañones adecuados, podrían acabar con las ametralladoras enemigas y abrir camino hacia un mayor grado de destrucción. Fueron los británicos los que combinaron las armas montadas en torretas, las orugas y el blindaje para crear el carro de combate y salir del estancamiento de la guerra de trincheras. Poco después, los alemanes y lo franceses harían lo mismo, aunque estos primeros se concentraron más en armas anticarro de combate más que en carros de combate.

Mark I
Mark I Series Tank
Considerado como el primer tanque del mundo y desarrollado por el Ejército Británico, el Mark I entró en servicio en 1916. Fue desarrollado para ser capaz de cruzar trincheras, resistir disparos de armas ligeras y transportar munición y armas. Tenía capacidad para ocho tripulantes, pesaba 28 toneladas y el 'Macho' disponía de dos cañones mientras que la 'Hembra' tenía cuatro. Aunque tuvo muchos problemas debido a su primitivo carácter, se fabricaron 150 tanques Mark I, que estuvieron en servicio hasta 1918 (pero hubo 9 versiones más).

Renault FT-17
Ft 17
El FT es el carro de combate francés más conocido de la Gran Guerra; estuvo en servicio en el Ejército francés hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y durante el periodo de entreguerras fue uno de los carros de combate más utilizados. Considerado como el primer tanque moderno, montaba por primera vez una torreta con el armamento principal sobre el chasis blindado y estaba movido por orugas. Pesaba 6.5 toneladas, podía albergar a dos tripulantes y llevaba un motor Gasolina 4,5 litros de 39 CV. Los Renault FT, junto con los carros Schneider, constituyeron los primeros vehículos blindados del ejército español.

Mark V: el primer transporte blindado de personal
British Mark V Star Tank
Estos vehículos solían ir armados con una ametralladora y utilizaban un sistema de tracción de orugas como el M-113 estadounidense y el FV432 británico, con ruedas como el VAB -francés, el Boxer MRAV alemán, el BTR-152 soviético o el BMR español. El Mark V británico estaba diseñado para albergar en un pequeño compartimento a las tropas, y en 1918 el Mark IX ya podía transportar a 30 hombres. La mayoría de los transportes blindados de personal, que eran anfibios, utilizaban un motor diésel comparable al que usan un camión grande o un autobús urbano. El M113 llevaba el mismo motor que el autobús común de General Motors. Este transporte blindado de personal es lo que hoy conocemos como el vehículo de combate de infantería.

El periodo de entreguerras: adiós a la forma romboide

Con el concepto de carro de combate ya establecido y Gran Bretaña y Francia como líderes intelectuales de su diseño, otros países comenzaron a desarrollar sus propios carros a partir de los preexistentes, dejando atrás el diseño romboide. Los italianos, franceses y alemanes estaban produciendo carros de combate de casco y torretas más compactas y perfiles de las orugas más bajos. Las dificultades económicas de los años 1920 dirigieron el énfasis hacia el carro de combate ligero.

A tenor de las experiencias recabadas durante la Guerra Civil Española, la mayoría de ejércitos, incluido el estadounidense, llegaron a la conclusión de que necesitaban tanques armados con cañones y no vehículos armados solo con ametralladoras.
Panzer I

Panzer I

En servicio desde 1934 hasta 1954, el Panzer I fue un tanque ligero producido en el III Reich en los años 30 que marcó el primer diseño de un tanque en producción en Alemania tras el final de la I Guerra Mundial. Las experiencias con el Panzer I durante la Guerra Civil Española ayudaron a definir la invasión de Polonia en 1939 y de Francia en 1940 por parte de los cuerpos acorazados alemanes. El rendimiento en combate del Panzer I estaba limitado por su delgado blindaje y ligero armamento formado por dos ametralladoras de propósito general, y era superado por el T-26 soviético o los alemanes Panzer IV, Panther y Tiger. Con 5,4 toneladas de peso, montaba un motor Krupp M 305 de gasolina de 4 cilindros refrigerado por aire (60 CV) y alcanzaba los 50 km/h en carretera.
M2 estadounidense

M2 Tank England
El M2 fue un tanque ligero desarrollado a partir del prototipo de Tanque Ligero T2E1 en 1935 para la infantería del Ejército de los Estados Unidos. El diseño provenía de los primigenios T1 de 1934. Su arma principal era una ametralladora Browning M2 de 12,7 mm, instalada en una pequeña torreta para un solo hombre. Después de que solo diez unidades M2A1 fueran suministradas en 1936, la infantería decidió cambiar a una configuración de torreta doble, surgiendo el MAA2. Se convertiría en el elemento básico de las tropas de tanques de infantería de Estados Unidos hasta 1937. Montaba un motor Continental W-670 de gasolina (220-245 CV), pesaba 11,6 toneladas y alcanzaba una velocidad de casi 60 km/h.

Cruiser Mk I (A9): el primer tanque de crucero
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También llamado tanque de caballería o tanque rápido, el tanque de crucero fue un concepto del periodo de entreguerra de los tanques británicos. Era un tanque rápido diseñado para comprometer a las líneas enemigas: 12 toneladas, espacio para seis tripulantes, en servicio entre 1938 y 1941, motor AEC 179 de 6 cilindros de gasolina y 152 CV. Fue muy efectivo en las campañas de Francia, Norte de África y Grecia, aunque una de las principales desventajas era su falta de fiabilidad mecánica. El Mk II era una adaptación blindada del Mark I, desarrollado casi al mismo tiempo; otra de las variantes fue el Mark I CS.

Segunda Guerra Mundial

Es en este periodo en el que la tarea de elegir los tanques más representativos se vuelve complicada. Hablamos de una época en la que el carro de combate alcanza altas cotas de sofisticación; encontramos un buen ejemplo en la táctica alemana de guerra relámpago y las radios que equipaban sus carros, como el Mark II (en 1943, los radioemisores-receptores ya eran comunes). En el lado de los carros pesados, Nacho Fano desarrolló el T-28 de 95 toneladas y la Alemania Nazi creó el prototipo Maus de 188 toneladas, aunque ninguno de los dos entró en servicio.
Fury
Fury

Los tanques ligeros comenzaron gradualmente a desaparecer; en 1939, la mayoría de los carros de combate tenían 30 mm o menos de blindaje, y un cañón de calibre 37 a 47 mm; los carros de combate medios pesaban unas 20 toneladas. En 1945, el blindaje creció hasta los 100 mm, y el cañón hasta los 75 a 85 mm y los pesos de 30 a 45 toneladas.

Los diseños de múltiples torretas y cañones como el T-35 soviético, el M3 Lee estadounidense, el Char B francés o el A-9 Cruiser británico fueron disminuyendo durante la guerra, ya que se demostró que el disparo de varias armas no se controlaba con eficacia por la tripulación del carro de combate.

Las principales potencias desarrollaron además los cazacarros y cañones de asalto, vehículos blindados que utilizaban cañones de gran calibre, pero generalmente sin torreta. El T-34 soviético utilizaba un cañón de 85 en su torreta, pero el mismo chasis se podía armar con un cañón de 100 mm con torreta fija como en el SU-100. El Panzer II fue modificado para utilizar un cañón de 75 mm Pak 40 como Marder II, mientras que el Panzer III fue la base para el Sturmgeschütz III.

Buick
Y no podemos olvidar el Buick M18 "Hellcat" del que ya hemos hablado. Fabricado para el Ejército estadounidense en 1943, fue el vehículo de combate más rápido de la Segunda Guerra Mundial.
Buick

Panzer VI Tiger I: el más temido
Tiger
Tiger
Aquí tenemos al antagonista de 'Corazones de acero' y uno de los mejores carros de combate por su potencia y blindaje (como curiosidad, el Tiger 131 que usaron en la película es el primer Panzer VI capturado por los aliados en la Segunda Guerra Mundial). Se construyó en 1942 como respuesta a la infantería mecanizada de la Unión Soviética, que también eran muy potente: el T-34 y KV-1. Durante el curso de la guerra, el Tiger I entró en combate en todos los frentes de batalla que tenía Alemania. Se fabricaron alrededor de 1500 unidades y sería relegado por el Tiger II. Montaba un motor V12 de gasolina, 515 kW (700 CV) y tenía un blindaje de 120 mm. Levaba uno de los cañones más efectivos y temidos en la Segunda Guerra Mundial: KwK 36 L/56 de 88 mm. Y es que los Tiger podían destruir a la mayoría de sus oponentes, los T-34, Sherman o Churchill IV a distancias superiores a 1.600 m.

T-34: el símbolo de la victoria soviética
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Este carro de combate combinaba altísimas características de potencia de fuego, seguridad y maniobrabilidad, así como facilidad de producción. Entró en servicio en 1944, convirtiéndose en el tanque más abundante del Ejército de tierra soviético hasta mediados de la década de los 50. Los proyectiles alemanes no tenían nada que hacer frente a la gruesa armadura del T-34. De 28 toneladas de peso y potente cañón de 76,2 mm, anchas orugas y motor diésel, era capaz de alcanzar una velocidad de 50 km/hora maniobrando en el barro sin atascarse.

Sherman M4: el tanque que inspiró 'Fury'

Corazones Acero Sherman M4Corazones Acero Sherman M4
El protagonista de la película Fury (o 'Corazones de acero') no es otro que un Sherman estadounidense que no tiene nada que hacer contra la invencibilidad del Tiger 131 alemán. Prestó servicio entre 1942 y 1955 en Estados Unidos. La producción de este tanque medio superó las 50.000 unidades y su chasis sirvió como base para otros diseños, como cazacarros, vehículos de recuperación y artillería autopropulsada. Pesaba casi 35 toneladas y como ya sabemos, tenía espacio para albergar a cinco tripulantes. Alcanzaba una velocidad máxima de 50 km/h en carretera y 32 km/h campo a través. Montaba un motor Chrysler A57 Multibank de 6 cilindros, 21 litros, 350 kW (529 cv) a 2.700 rpm.

Guerra Fría

Tras la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo del carro de combate continuó debido a la Guerra Fría, durante la cual las fuerzas en Europa se dividieron entre los países del Pacto de Varsovia y los países de la OTAN. No sólo se continuaron fabricando grandes cantidades de carros de combate sino que la tecnología avanzó con mayor velocidad: eran cada vez de mayor tamaño, mejor armados, más blindados y mucho más efectivos.

La Unión Soviética disponía de miles de carros de combate preparados para avanzar en masa contra los países de Europa Occidental y su principal aliado: Estados Unidos. Esta amenaza desapareció con la caída de la URSS, pero los viejos carros de combate soviéticos siguen aún equipando hoy en día a los ejércitos de un gran número de países. En contrapartida, los principales países de la OTAN, Francia, Reino Unido y Estados Unidos crearon sus propios diseños.

Para la historia quedarán experimentos como el Objeto 279, con cuatro orugas y forma de platillo volante: un diseño radical que quería convertirse en la punta de lanza acorazada capaz de romper las líneas enemigas en el campo de batalla postnuclear.

T-72 y su servicio en la actualidad
T72 Cfb Borden 1
Entró al servicio activo en el año 1971 y actualmente sigue siendo una pieza fundamental en los cuerpos blindados de muchos países. A día de hoy es uno de los carros de combate en servicio más producidos en el mundo, después del T-34. Surge como respuesta a la necesidad del Ejército soviético de tener un carro de combate moderno capaz de enfrentarse a sus contrapartidas de la OTAN en un posible enfrentamiento en Europa central. Con un peso de casi 42 toneladas y 100 mm de acero en su blindaje tenía capacidad para tres miembros de la tripulación. Tenía un Motor V46-62, Diésel/Policarburante de 780 CV / 840 CV. En la actualidad han sido mejorados por especialistas sirios para aumentar la posibilidad de supervivencia del equipo al ser impactado por un misil de alto poder explosivo.

FV 4201 Chieftain: el cañón más potente
Chieftain Mkiii Latrun 2
El FV 4201 Chieftain fue el carro de combate principal del Reino Unido en las décadas de 1960 y 1970 y el tanque principal del ejército británico desplegado en las islas y las bases inglesas en Alemania. Era el mejor armado de los tanques aliados en las décadas de los 60 y 70 ya que contaba con un poderoso y preciso cañón de ánima estriada L11A5 de 120-mm, siendo su blindaje máximo de 195 mm de espesor en la torreta. Por su blindaje y armamento, el Chieftain era superior al M-60 Patton norteamericano, al AMX-30 francés y al Leopard 1 alemán. Por sus avances tecnológicos, era superior los T-55, T-62, T-64 y T-72 soviéticos. Fue además el primer tanque en la historia en poder disparar y acertar en el blanco con extrema precisión en movimiento y a velocidad máxima sobre terreno desparejo. Su dotación de 4 hombres estaba protegida contra guerra bactereológica, química y nuclear.

T-54 / T-55: el AK-47 de los tanques
T 55 Skos Rb
Descendientes directos del T-34, los T-54 y T-55 fueron tanques diseñados en la Unión Soviética y entraron en producción en 1947. Han entrado en combate más veces que cualquier otro carro de posguerra (fue el carro de combate estándar de las unidades blindadas del Ejército Rojo, del Pacto de Varsovia, y de otros ejércitos hasta la aparición del T-62) y prometen ser populares durante las próximas décadas. Tras una serie de modificaciones mayores, el T-54 fue redenominado T-55 en 1955. Tiene un peso de 36,6 toneladas y espacio para cuatro tripulantes; monta además un motor V-54 o V-55, diésel de 12 cilindros, 38.88 litros refrigerado por agua. La simpleza y la disponibilidad siguen siendo los mayores atractivos de estos tanques, que participan en campos de batalla en todo el mundo.

El siglo XXI

Dados los avances tecnológicos y la aproximación del mercado de lujo a estas máquinas de guerra, resulta imposible seleccionar las tres máquinas más bestias que existen en la actualidad. Sí podemos mencionar el Leclerc de Francia, actualmente en servicio con el Ejército de los Emiratos Árabes Unidos, el K2 Black Panther de Corea del Sur, el Merkava Mark IV de Israel, el T-98 chino o el Type 10 (TK-X) de Japón.
Ripsaw
Pero el exceso de la sociedad actual ha hecho que se fabriquen tanques en edición limitada para el mercado del lujo, como es el caso del Ripsaw EV2. Por dentro, más que un tanque parece el coche de Batman, y por fuera justifica sus siglas 'EV' de Extreme Vehicle. Pero vayamos a cosas más serias.

Abrams M1A2
M1a1 Abrams Tank In Camp Fallujah
En servicio desde 1979, el M1 Abrams es un carro de combate producido en Estados Unidos por General Dynamics. Es el principal medio blindado del Ejército de los Estados Unidos, del Cuerpo de Marines de Estados Unidos, y de los ejércitos de Egipto, Kuwait, Arabia Saudí y Australia. Bien armado y fuertemente blindado, está diseñado para la guerra acorazada moderna. Las características más notables del M1 Abrams incluyen el uso de un motor basado en una potente turbina de gas y la adopción de un sofisticado blindaje. El tanque tiene una autonomía de 465 kilómetros, pudiendo alcanzar una velocidad máxima de 67,7 km/h mediante un motor de tipo turbina policarburante Honeywell AGT1500.

Leopard 2A7
Leopard
El Leopard 2 es un carro de combate desarrollado en Alemania a comienzos de la década de 1970. Entró en servicio por primera vez en 1979, reemplazando al Leopard 1 en su función de carro de combate principal en el Ejército Alemán. Después de sucesivas actualizaciones y mejoras, su versión más moderna es la A7+ y está al nivel de los mejores y más avanzados vehículos blindados de combate del mundo. Se trata básicamente de un paquete de actualización para el combate en entornos urbanos, que añade a los paquetes ya anteriormente desarrollados una pala frontal tipo buldózer para retirar obstáculos frontales. Ha sido adoptado por la Bundeswehr (Ejército Alemán) para llevar a cabo operaciones en zonas urbanas, además de las tradicionales misiones militares. El tanque puede alcanzar una velocidad máxima de 72 km/h (31 km/h marcha atrás) a través de su motor MTU MB 873 Ka-501 de 12 cilindros, permitiendo una autonomía de 570 km gracias a una capacidad de combustible para 1.200 litros.

Challenger 2
Challenger2 Bergen Hohne Training Area 2
El Challenger 2 (CR2), es el principal carro de batalla del ejército británico y del Ejército Real de Omán. El tanque fue diseñado y fabricado por los ingenieros de British Vickers Defence Systems (actualmente BAE Systems) basado en la experiencia de su anterior versión, el Challenger 1. Las capacidades del Challenger 2 fueron ya probadas con éxito durante misiones de combate en Bosnia, Kosovo e Irak. El Challenger 2 dispone de un motor Perkins CV-12 de 1.200 CV, que aseguran una velocidad máxima operativa de 59 km/h.

Este paseo por la historia de los carros de combate sirve de retrospectiva; en algunas décadas las bestias más bestias del siglo XXI en el terreno defensivo nos parecerán anticuadas, o incluso tan locas como el Tanque del Zar o el de Leonardo da Vinci, pero siempre apasionantes. Y tras una vida de servicio, ¿alguna vez te has preguntado dónde acaban los vehículos militares abandonados tras la guerra?

Fuente: https://www.motorpasion.com/otros/la-increible-evolucion-de-los-carros-de-combate-desde-leonardo-da-vinci-hasta-nuestros-dias?utm_source=emailsharing&utm_medium=email&utm_content=POST&utm_campaign=botoneraweb&utm_term=CLICK+ON+TITLE

domingo, 30 de abril de 2017

En una carta histórica, San Martín mencionó en 1816 a las Malvinas como territorio argentino

Por Eduardo Barcelona - Telam
Es una misiva que el Libertador le escribió al ministro de Guerra, coronel Antonio Beruti.
A tan solo 40 días de haberse declarado la Independencia el 9 de Julio de 1816, el general envió una carta al ministro de Guerra del país en la que hace mención a las Islas, dando muestras de conocimiento del territorio que la Nación recibió de lo que había sido el virreinato del Río de la Plata.
Ese documento se suma a la serie de antecedentes históricos, geográficos y políticos que respaldan el reclamo de soberanía de la Argentina sobre el archipiélago, y Télam accedió al texto al cumplirse este lunes 35 años del inicio del combate en la guerra con Gran Bretaña, el 1 de mayo de 1982.

El Libertador le escribió al ministro de Guerra, coronel Antonio Beruti, el 14 de agosto de 1816 desde Mendoza, y allí le pedía que "disponga que todos los de alta clase que se hallen presos en esa jurisdicción de su mando sentenciados a los presidios de Patagones, Malvinas u otros sean remitidos a esta capital con copias de sus respectivas condenas y a la mayor seguridad posible comprendiendo también en ellos a los desertores contumaces en este delito".

El propósito de San Martín era reunir a la mayor cantidad posible de soldados para integrar el Ejército de Los Andes, que en cinco meses más comenzaría la epopeya del cruce de la segunda mayor cordillera del planeta, con la misión de liberar a Chile y al Perú del imperio español.

El Ejército de Los Andes sumó alrededor de 4.500 hombres en el momento del lanzamiento de la campaña militar, el 17 de enero de 1817 y estuvo integrado por chilenos y argentinos, un millar de ellos negros y esclavos que al integrarse a filas lograban su plena libertad.

La carta de San Martín fue comprada por el gremio de los diplomáticos argentinos en 1988 en una subasta en Londres, Inglaterra, y luego donada a la Cancillería, cuyo original sigue en poder del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.

Dice San Martín en la misiva a Beruti que el interés por los condenados en Malvinas lo hace "con el objeto de hacer útiles al Estado estos individuos... retrayéndolos de sus pasados extravíos (y) los conduzcan por las sendas de la probidad y honor con provecho de la causa pública".

Consultado por Télam, el titular del Museo Malvinas, Federico Lorenz, destacó "el conocimiento de San Martín sobre el territorio de lo que hoy es la Argentina", pero aclaró que en las islas nunca hubo un presidio, sino "que se enviaba allá a las personas condenadas, que permanecían en condición de reclusos".

También subrayó el hecho de que el prócer más importante del país se haya referido en una carta manuscrita a las Islas Malvinas, lo cual constituye un antecedente de gran valor a favor del reclamo de soberanía.

Otro antecedente histórico favorable al reclamo argentino remite al 28 de febrero de 1810, cuando el brigadier Goyeneche, comisionado por el virrey Cisneros, pronunció una sentencia contra Isidoro Zegarra y José Ximenes Pintado a seis años de presidio en las Islas Malvinas.

Las sentencias y sus consiguientes condenas fueron oficializadas y publicadas en Buenos Aires por la Imprenta de los Niños Expósitos, con la autorización del virreinato del Río de la Plata.

El 15 de junio, días más tarde de producida la Revolución del 25 de Mayo de 1810, la Gazeta de Madrid publicó un fragmento del fallo dictado por Goyeneche, donde se remitía a los condenados a las Islas Malvinas.

El 29 de diciembre de ese año, Ximenes Pintado, agradeció al gobierno de Buenos Aires por haber sido liberado de su destino en las Malvinas. Manuel Moreno, hermano de Mariano, primer secretario de la Junta Revolucionaria, recordó el antecedente en una publicación editada en Londres en 1812, adonde había llegado tras la muerte en alta mar de su entrañable familiar.

jueves, 27 de abril de 2017

La artillería antiaérea argentina en Malvinas

Por Martín Balza - Infobae.com
De no haber poseído algunos sistemas de armas antiaéreas modernas, particularmente el Ejército, hubiéramos estado totalmente desprotegidos, y los aviones Vulcan, Harrier y hasta los helicópteros artillados británicos habrían atacado con la misma impunidad que lo hicieron los buques enemigos. Más aún, la guerra hubiera finalizado a pocas horas de su iniciación, y no 44 días después, el 14 de junio de 1982”
Sistema misiles Roland 1920
Sistema misiles Roland 1920
En la guerra moderna, el flanco aéreo es tan importante como los flancos terrestres. En Malvinas, a fines de abril de 1982, se encontraba en condiciones de operar un Sistema Conjunto de Defensa Antiaérea, compuesto por armas y radares, coordinado por el Centro de Información y Control (CIC) emplazado en Puerto Argentino, que controló y dirigió la mayoría de las incursiones de nuestros medios aéreos, proporcionó ayudas de aeronavegación y posibilitó operaciones de búsqueda y salvamento.

Por la Fuerza Aérea, el mayor Hugo Alberto Maiorano desplegó sus medios antiaéreos en la zona del aeropuerto y en el improvisado aeródromo de Darwin. La Armada, a órdenes del capitán de corbeta Rubén Héctor Silva, cubrió el área del puerto. El armamento antiaéreo de ambas fuerzas era precario, pero inestimable la experiencia y profesionalidad de los jefes citados. El Ejército, a órdenes del teniente coronel Héctor L. Arias, ubicó sus modernos medios antiaéreos en una amplia zona que se extendía desde Moody Brook (4 km al oeste de la ciudad) hasta el aeropuerto, distante 8 km al este de aquella; además emplazó un sistema Oerlikon-Contraves (2 cañones de 35mm y un radar de tiro) en Darwin.

El sistema fue complementado por armas antiaéreas de menor perfomance. El dispositivo indicado proporcionó una eficaz "sombrilla protectora" a las instalaciones logísticas, al aeropuerto, a los puestos de comando y comunicaciones, a la artillería de campaña y a las unidades de infantería emplazadas en el perímetro defensivo inmediato de Puerto Argentino.

Lamentablemente, la distancia existente entre las islas y el continente, y el no alargamiento de la pista del aeropuerto, hicieron imposible emplear la caza interceptora (principalmente aviones Mirage y Skyhawk), desde las islas, que, en una situación distinta, podría haber cubierto las medias y largas distancias para atacar la aviación enemiga. Esta, según fuentes británicas, poseía los siguientes medios: 28 cazabombarderos Sea Harrier (de la Armada), 10 Harrier GR-3 (de la RAF), 6 bombarderos Vulcan, 4 transportes Hércules C-130, 16 transportes de reabastecimiento aéreo y 140 helicópteros de diverso tipo. En cuanto a su principal material antiaéreo, los británicos contaban con misiles Sea Dart (80km), Sea Wolf (10km), Sea Cat (6km), Rapier (7,3km) y Blow-Pipe portátil (3,2km). Además, misiles aire-aire AIM-9 Sidewinder, provistos por Estados Unidos.

Por nuestra parte, el principal y más moderno armamento consistía en misiles Roland (6 km) y cañones Oerlikon-Contraves de 35mm (4,5km). Contábamos también con cañones antiaéreos de 20 y 30mm y los legendarios misiles subsónicos Tiger-Cat (4,5 km). En síntesis, el enemigo nos superaba en cantidad de aeronaves, y en alcance y cantidad del armamento antiaéreo.
Resultado de imagen para misiles subsónicos Tiger-Cat
La artillería antiaérea tuvo su bautismo de fuego el día en que se inició la guerra: el 1º de mayo de 1982, a las 04.42, en que un avión Vulcan de bombardeo de gran altura, que despegó de la Isla Ascensión (5.600 km de las Malvinas), y lanzó sobre la península del aeropuerto 21 bombas de 1.000 libras cada una. La máquina había sido detectada por los dos radares de vigilancia aérea, de la Fuerza Aérea y del Ejército (200 millas de alcance) y por los radares de tiro Skyguard, pero, aún en conocimiento de ello, no entró dentro del alcance de los sistemas de armas propios (6.000 metros). Lanzó las bombas cuando todavía estaba sobre el mar, y viró de regreso hacia el norte.
Cañón antiaéreo de 35 mm Oerlikon-Contraves
Cañón antiaéreo de 35 mm Oerlikon-Contraves
Esas bombas hicieron estragos en el terreno, en las instalaciones y en la torre de control, pero sólo una de ellas dañó la pista, que de todos modos quedó operable hasta la finalización del conflicto. Posteriormente, se supo que esa máquina –Vulcan XMG07—pertenecía al Escuadrón 101 de la RAF, que quince horas antes había despegado de la Isla Ascensión y que en vuelo había sido reabastecido 15 veces. Esta operación de bombardeo fue la más importante realizada después de la Segunda Guerra Mundial.

Esa misma mañana, a las 07.40 y a las 08.25, presencié la incursión de cuatro y cinco aviones cazabombarderos Sea Harrier, respectivamente, sobre la península del aeropuerto, lanzando bombas de 250 libras y abriendo fuego con sus cañones de 20 mm. En esta ocasión abrió fuego toda la artillería antiaérea disponible. En estas acciones fueron derribados, con seguridad, dos Sea Harrier, y un tercero se alejó presuntamente averiado.

A partir de ese día el enemigo realizó incursiones aéreas de ataque y reconocimiento sobre el sector de Puerto Argentino y en Darwin, y se expuso a varios derribos. En mi opinión –según fuentes confiables— los británicos perdieron, en toda la guerra, 14 o 15 aviones Sea Harrier y Harrier FRS-1, y se estima que 30 helicópteros en distintas circunstancias.

Durante todo el conflicto, los medios aéreos británicos exigieron una alerta y accionar permanente de la artillería antiaérea, lo que demandó un gran consumo de combustible para la operatividad de los radares, misiles y cañones antiaéreos, que trabajaban con grupos de generadores.

Otro de los inconvenientes se originaba en la capacidad de responder a la guerra electrónica que perturbaba los radares; contra esa interferencia y engaño la defensa más eficaz era la conocida "agilidad" (cambios) de frecuencia que poseían los equipos más modernos. Otra amenaza del enemigo aéreo eran los misiles antirradiación (destinados a destruir radares, mediante la emisión magnética emitida por el propio radar). Se aprecia que el adversario lanzó 5 o 6 de ellos, pero solo uno, el 3 de junio, en horas de la madrugada, hizo impacto en un radar de tiro del Grupo de Artillería Antiaérea 601 (de Mar del Plata), produciendo la muerte de un teniente, un sargento y dos soldados. Si se hubiera dispuesto de señuelos magnéticos o consolas de control remoto, quizás se hubiera podido proteger a los operadores. La artillería antiaérea del Ejército, en la guerra, sufrió el mayor número de muertos en el sector comprendido entre Sapper Hill (4 km al oeste de Puerto Argentino) y la península del aeropuerto.

El accionar y el rendimiento operativo del más moderno armamento de la artillería antiaérea —compuesta en un alto porcentaje por oficiales y suboficiales— fue ejemplar y uno de los pocos casos de actividad conjunta que se implementó en el nivel táctico en Malvinas. Fue valorado por el estadounidense Thomas Milton, que afirmó: "Los artilleros argentinos, con medios inferiores en número y calidad, demostraron una peligrosidad tal que obligó a sus enemigos a volar a gran altura, fuera del alcance de los misiles (Roland) y cañones rápidos (Oerlikon-Contraves), y se anotaron la mayoría de las pérdidas aéreas que sufrieron los ingleses".

Por su parte, la revista especializada "Armada Internacional" (París, enero-febrero 1983), consignó: "Siempre se supuso que para las fuerzas del Tercer Mundo, con modestos recursos en efectivos competentes, el adiestramiento plantearía serios inconvenientes. No obstante, parece que en lo que respecta al Sistema Oerlikon-Contraves de 35mm y radares Skyguard, las tropas argentinas estaban perfectamente capacitadas y emplearon eficientemente sus medios".

La eficiencia e integración de la Artillería Antiaérea de las Fuerzas Armadas, en Malvinas, fue puntualizado y valorado en el conocido Informe Rattenbach.

Es obvio señalar que, en la desigual lucha por la superioridad aérea, nuestras pérdidas –en vidas y máquinas— fueron considerablemente mayores que las británicas.

Lamentablemente, el vicealmirante Juan J. Lombardo (Comandante del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur) durante toda la guerra permaneció en el continente, y no se preocupó por la seguridad del flanco aéreo en las islas —tan importante como el terrestre, o más—, a pesar de las enseñanzas de la Guerra de los Seis Días (1967), de Vietnam (1965-1975) y de la de Yom Kipur (1973).

De no haber poseído algunos sistemas de armas antiaéreas modernas, particularmente el Ejército, hubiéramos estado totalmente desprotegidos, y los aviones Vulcan, Harrier y hasta los helicópteros artillados británicos habrían atacado con la misma impunidad que lo hicieron los buques enemigos. Más aún, la guerra hubiera finalizado a pocas horas de su iniciación, y no 44 días después, el 14 de junio de 1982.

miércoles, 12 de abril de 2017

El 11 DE ABRIL de 1968 la Fuerza Aérea realizaba el primer vuelo nocturno en la Antártida

Fuerza Aérea realiza el primer vuelo nocturno en la Antártida(El Diario del Fin del Mundo) - Efemerides

Este día, se realiza el primer vuelo nocturno en el Sector Antártico Argentino por parte de una aeronave de la Fuerza Aérea, asignada a la base Matienzo, que vuela hacia la base Esperanza. La distancia de 232 kilómetros fue cubierta con un monomotor Beaver DHC-2, comandado por el teniente Oscar Pose Ortiz de Rozas y el mecánico suboficial principal Jorge Garavano.


Garavano recordó que ese año “el relevo de la dotación y una determinada cantidad de carga general, se efectuaba mediante la utilización de un buque polar noruego”. Ni “este barco ni el rompehielos General San Martín habían logrado llegar hasta la barrera Larsen, debido al espesor de la capa de hielo que cubría el mar de Weddell. Por esta razón la dotación de relevo y la carga general para Matienzo, se había desembarcado en Esperanza. Fue así que se inició el relevo de personal y el reaprovisionamiento de Matienzo por vía aérea, utilizando dos aviones” (www.marambio.aq).
Una aeronave quedó fuera de servicio y se debió continuar con el otro avión. Cada vuelo contemplaba una carga de 350/400 kilos de las 500 toneladas de carga total. Ese día, “iniciamos desde primera hora el puente aéreo (…) nos fuimos demorando (...) Mientras estábamos cargando el avión, para realizar el último vuelo del día (…) empezamos a considerar el hecho de que estaríamos arribando con las últimas luces del día, pero el afán de concretar el traslado de carga nos impulsaba a hacerlo, ya que el invierno estaba cerca y las horas de luz natural se reducían”.

Al despegar, “de inmediato notamos que teníamos fuerte viento de frente, lo que prolongaría más de lo previsto el tiempo de vuelo, que normalmente insumía dos horas (…) Avisamos a Matienzo y entonces el personal preparó unas rudimentarias balizas, con tachos de aceite, trapos y gas oíl. Cuando ya llevábamos casi 2:40 horas de vuelo y aún faltaban 20 minutos para llegar, ya era noche cerrada, casi no se distinguía ningún obstáculo. De pronto a lo lejos y en medio de la noche vimos brillar unas luces que parpadeaban (…) Al llegar efectuamos un sobrevuelo del lugar para tener idea de cómo estaba todo”. 

Con emoción, Garavano recordó que “al bajar del avión, nos abrazamos y de inmediato nos rodearon los muchachos quienes, en medio de gritos de alegría, lograron disimular la angustia que nos embargaba” (op. cit).
Autor : Bernardo Veksler

domingo, 2 de abril de 2017

Brigadier Crespo: "Así como se encaró, la guerra de Malvinas fue desafortunada"

Por Eduardo Barcelona - Telam
Resultado de imagen para Brigadier CrespoEl brigadier (RE) Ernesto Crespo, jefe de la Fuerza Aérea Sur (FAS) durante el conflicto del Atlántico Sur, dijo que "así como se encaró la Guerra de Malvinas, fue desafortunada, porque había cierta actitud de devolver a la Argentina las islas", reconocimiento hecho al cumplirse 35 años del combate por el territorio insular que el país reclama sin pausa desde que en 1833 fue usurpado por la corona británica.

La autocrítica del jefe aeronáutico no es óbice para señalar las responsabilidades internas de las Fuerzas Armadas que comenzó como un conflicto diplomático y luego derivó en la guerra con la tercera potencia naval del orbe, que envió a la zona de operaciones 120 barcos, 42 de los cuales fueron naves de guerra, 6 submarinos (tres nucleares) y el resto, navíos mercantes requisados como auxiliares.

"Yo diría que no fue meditada, porque el día anterior le dieron al almirante Walter Allara (jefe de la escuadra naval en 1982) la orden de replegar la flota. ¡Qué clase de ocupación de las islas iban a hacer! Es una cuestión apresurada de mirar las cosas que nos llevó a la guerra", añadíó en diálogo con Télam.

Agregó que "no estoy discutiendo si es justa o injusta. Desde el punto de vista nuestro fue injusta la guerra. Esta guerra le salvó el gobierno a la (primer ministro británica Margaret Thatcher). Y cuando uno larga una cosa así, no se puede replegar".

Responsabilizó al jefe de la Armada, almirante Jorge Anaya, miembro de la junta militar del Proceso, haber dado la orden de repliegue de la flota de mar al almirante Allara. "La noche del 30 de abril, a las 20:25, Anaya dio la orden a Allara de replegar las naves hacia Puerto Belgrano".

Según el aviador, "Anaya dijo 'lo que pasa es que si se pierde una fragata, no la puedo reponer y si pierdo un capitán de fragata, tampoco'. Es triste", lamentó el ex jefe de la FAS.

Desde el punto de vista militar, ¿la decisión fue correcta? "Le voy a dar un ejemplo -respondió-. Había un barco el Santísima Trinidad, que era un destructor, tipo 42, igual al que tenían en ese momento los ingleses. El destructor argentino se replegó tanto sobre la costa que cuando bajó la marea quedó varado, encalló -reveló-. Fue cerca de Puerto Madryn, para evitar ser torpedeado por un submarino. Fue desafortunado, replegar la flota".

Durante la conflicto, la flota británica sufrió siete barcos de guerra hundidos, otros cinco quedaron fuera de combate y doce resultaron con averías de consideración. En total, sobre 42 naves de guerra, 24 fueron hundidas o dañadas, es decir, más de la mitad de las que llegaron para combatir.

También reconoce que fue un error designar al general Mario Menéndez al frente de las tropas desplegadas en el archipiélago. "Era un ineficiente. No era el hombre adecuado para el puesto de mando. Yo no hubiera puesto a Menéndez en el mando, no tenía ni idea de lo que tenía que hacer".

De acuerdo con Crespo, Menéndez había sido designado al frente de las tropas en las islas, después de su participación en el operativo Independencia, en los montes tucumanos, donde combatió con una fuerza irregular de la guerrilla del ERP, en 1975.

Los comentarios posteriores de los jefes militares británicos fue que "el error argentino fue no haber tratado de impedir la cabeza de playa en la bahía San Carlos". Así lo manifestó el coronel Julian Thompson, jefe de la infantería inglesa que llegó a Puerto Argentino el 14 de mayo de 1982, día en que se produjo la capitulación.

Otro aspecto que destacó el brigadier fue la descordinación entre las armas. No hubo un jefe militar único. Crespo no se subordinaba ante ningún otro jefe. "La Fuerza Aérea no dependía de Menéndez, dependía de mí", subrayó.

Por lo que se conoce ahora, a tres décadas y media el conflicto, tampoco el presidente de facto, general Leopoldo Galtieri, incidió en las operaciones militares y no hubo un comando conjunto al que se subordinaran las tres fuerzas.

El plan original fue entrar en Malvinas y luego negociar, partiendo de la base que los Estados Unidos, con Ronald Reagan como presidente, iban tener una posición neutral. Galtieri creyó en esa posibilidad tras la visita a los EE.UU. meses antes de la guerra, oportunidad en la que un militar norteamericano lo definió como "un general magestuoso".

Producida la recuperación de Malvinas el 2 de abril de 1982, Gran Bretaña pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), donde después de arduas negociaciones los ingleses consiguieron la aprobación de la resolución 502 que era la derrota diplomática de la Argentina. Aquí comenzó a perderse la guerra.

EE.UU., que había insinuado neutralidad ante el diferendo, le dio la espalda a la Argentina y también al Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) que había impulsado en 1947 para que si un país americano era agredido/invadido por otro extracontinental los demás debían asistirlo en solidaridad.

Analistas militares del Reino Unido revelaron en el curso de estos años, que en el mismo momento en que el Consejo de Seguridad votó en contra de la Argentina, los EE.UU., a través del departamento de Defensa, comenzó la asistencia militar y aprovisionamiento a la Task Force británica, llevando misiles, armas de todo tipo y combustible a la isla Ascención, base logística en medio del océano Atlántico.

Otro aspecto que destacó Crespo relacionado sobre la falta de coordinación de las fuerzas es la resolución militar del dictador y presidente de la Nación, Juan Carlos Onganía, que en 1969 dispuso el ámbito de funcionamiento de las Fuerzas Armadas.

"El Ejército tenía la tierra, la Armada tenía el mar y a la Fuerza Aérea le pusieron como coto de operaciones las 15 millas marítimas, esto es, 28 kilómetros. De ahí en adelante, no podíamos ir. Cuando se armó la guerra, salimos igual", dijo.

Reconoce el error propio. "La Fuerza Aérea también tiene la culpa, no sé si por no demostrar una desunión de las FF.AA. ante la sociedad o qué. Eso fue una burrada del tamaño de una casa, no se puede limitar el vuelo de un avión", observó.

Crespo sostuvo que la aeronáutica no tenía las armas adecuadas, algunas naves, como los Mirage no podían reabastecerse en vuelo, los Skyhawk A4B y A4C eran naves sin misiles, dos de los sistemas que llevaron el peso del combate aéreo.

"Los únicos que tenían armamento para el combate era la Armada. Por los aviones franceses Super Etendard, que portaron los misiles Exocet; por la flota, tenían dos destructores tipo 42 (Santísima Trinidad y Hércules). Los pilotos navales eran muy buenos, muy bien entrenados y tenían cinco misiles Exocet. Y muy valientes. También la infantería de marina, el BIN 5, cumplió una tarea excelente", ponderó Crespo.

"Nosotros teníamos bombas, no misiles. Salimos igual. Los Super Etendard tiraban los misiles a 40 km y luego se retiraban, nosotros seguíamos y allí nos bajaban los misiles británicos. Todos nuestros pilotos, eran oficiales", explicó.

Para el brigadier Crespo, "la Guerra de Malvinas fue una batalla aeronaval tan fuerte como nunca lo hubo, ni en la II Guerra Mundial pasó nada parecido. Después de Malvinas, no ha habido un conflicto de tamaña naturaleza. Los ingleses dicen que fue una guerra pequeña. ¡Qué pequeña! Inglaterra puso todos los medios que tenía, apoyados por la OTAN y por los EE.UU."

"Nosotros peleamos contra el mundo. Sin ayuda. Lo único que queda para rescatar es que la Fuerza Aérea no se rindió. Peleó hasta el último día y nos pidieron que no siguiéramos luchando", terminó el jefe de la Fuerza Aérea Sur (FAS) en la Guerra de Malvinas.

Antes de que finalizara el año de la guerra, el presidente de facto, Reynaldo Bignone, firmó el decreto de creación de una comisión investigadora de las acciones durante el conflicto que encabezó el teniente general Benjamín Rattembach, nombre con el que se conoce ahora el informe, y compuesta por otros jefes militares que juzgaron a sus colegas al mando de las tropas en Malvinas.

Las conclusiones fueron muy duras con el general Galtieri, jefe del Ejército, y presidente de facto de la Argentina, con la falta de profesionalismo del general Menéndez, por la rendición sin presentar batalla de los hombres en las islas Giorgias y Sandwich del sur y con la ausencia de coordinación entre las fuerzas durante el conflicto bélico.

Halcones de Malvinas, historias de heroísmo en primera persona

Por Joaquín Rodríguez Freire - Ambito.com
Miembros de la V Brigada de Caza de la Fuerza Aérea Argentina durante la Guerra de Malvinas
Miembros de la V Brigada de Caza de la Fuerza Aérea Argentina durante la Guerra de Malvinas

El 2 de abril de 1982 las tropas nacionales ejecutaron la "Operación Rosario", el desembarco militar que dio inicio a la Guerra de Malvinas. Casi un mes después, el 1 de mayo, la Fuerza Aérea Argentina (FAA) ingresó de lleno en el conflicto. Desde entonces y hasta el final de la contienda sus ataques en conjunto con la aviación de la Marina causaron severos daños a la flota real británica, llevándola al borde de una rendición que finalmente no se concretó. A 35 años de los sucesos, dos pilotos relataron sus experiencias a ámbito.com. 

La recuperación de Puerto Argentino fue sumamente rigurosa: la orden de no generar bajas en el bando enemigo se cumplió a rajatabla. De esta manera, los altos mandos se procuraban un tiempo prudencial para negociar con Gran Bretaña antes de su ingreso en la guerra. Sin embargo, el gobierno de Margaret Thatcher no pasaba por un buen momento en Inglaterra y el conflicto fue una oportunidad propicia para apuntalar su liderazgo político. El 25 de abril, las naves inglesas llegaron al teatro de operaciones; apenas siete días después, los diálogos entre los beligerantes quedaron truncos y bombarderos Vulcan británicos atacaron objetivos en la capital isleña. Esa misma jornada, las aeronaves argentinas entraron en acción.

Al inicio de la contienda, Pablo "Cruz" Carballo era capitán de la FAA y se desempeñaba como piloto de A-4B en la V Brigada Aérea de Caza, situada en Villa Reynolds, San Luis. Ante este medio, recuerda: "El 2 de abril mi señora se levantó a hacer el desayuno y me empezó a sacudir. '¡Pablo, Pablo, recuperamos las Islas Malvinas!', dijo. Fue uno de los mejores momentos de mi vida. Aún hoy sigue siendo un día memorable. Mi padre había sido oficial de la fuerza y un conocedor de la historia. Yo sabía todo sobre las Islas desde chico y tenía un sentimiento genuino hacia ellas". 

Para mediados de abril, la Brigada fue trasladada a Río Gallegos, Santa Cruz. El 21 de mayo, junto a la escuadrilla "Mula", "Cruz" atacó la fragata "HMS Ardent" situada en el estrecho de San Carlos, donde comenzaba el desembarco inglés. Si bien las bombas arrojadas no estallaron, el barco quedó severamente dañado y las siguientes oleadas de bombardeos causaron su hundimiento. El domingo 23, la escuadrilla "Nene", al mando de Carballo, neutralizó al buque "HMS Antelope" que se fue a pique en 24 horas. En aquella misión murió el primer teniente Luciano Guadagnini quien se estrelló contra la nave. 

"Había dos tipos de días: aquellos en que volvíamos todos y otros en que alguien no lo lograba. Los ingleses cuentan cómo le pegan en el ala a Guadagnini. Su avión se inclina, el tira la bomba y se estrella contra el mástil, que se partió por el impacto. El aeroplano se desintegró", relata.

"Ahí quedó Guadagnini, un extraordinario piloto dueño de una personalidad magnética. Su esposa estaba en la V Brigada. Ella dirigía el coro de la iglesia cuando se enteró de la noticia. Al domingo siguiente, ahí estaba de nuevo, dirigiendo el coro. Hay que amar la Patria. A mí me preguntan si quiero volver. No, yo no quiero volver. Quiero recuperar las islas Malvinas por la vía diplomática, pero cuando hay que luchar, hay que hacerlo con honor", reflexiona Carballo.

La estrategia argentina no era simple: para evitar ser descubiertos por los buques enemigos, los "Halcones" debían llevar adelante vuelos rasantes sobre el mar y procurar el silencio de radio, es decir, guiarse a través de señas. En general, los ataques se realizaban entre varias escuadrillas para saturar los sistemas defensivos de las naves reales. Desde las islas, el radar Malvinas proporcionaba información a los argentinos sobre los movimientos ingleses en la zona. La contienda presentó otra situación inédita para los pilotos, ya que debieron aprender técnicas de combate aeronaval una vez comenzada la guerra, durante su estadía en las bases del sur. Además, como si el fuego naval fuera poco, los aviadores debían evitar las Patrullas Aéreas de Combate (PAC) conformadas por duplas de modernos aviones Sea Harrier.

Con el paso del tiempo y pese a los golpes, la batalla recrudecía. "El más importante de los días fue el 25 de mayo. Yo volé en el 'Charlie 225'. Me levanté temprano y había mucha gente. Ingresé al submarino, una zona de nuestra base donde había oficiales de mucho mayor rango que yo, y grité '¡Viva la patria!'. Todos gritaron conmigo. Enseguida vino la orden de misión. Eran dos blancos poderosísimos: el destructor 'HMS Coventry' y la fragata 'HMS Broadsword", rememora el por entonces Capitán. 

Carballo expresa que "se ponían todos con ametralladoras de mano a tirarnos desde cubierta. Fue un momento que quedó grabado en la mente por todo lo que nos tiraban. La decisión fue de no volver, de seguir y seguir pase lo que pase, y pensar en 'cualquier momento me revientan'". Aquella jornada, su avión recibió fuego de metralla en una de sus alas, aunque logró regresar al continente. Tras resistir múltiples embates, el Coventry fue inutilizado y abandonado por su tripulación, que perdió 19 hombres. Esa jornada fue una de las más negras para Inglaterra, ya que un ataque aéreo de la Armada destruyó el carguero "Atlantic Conveyor", que arribaba al lugar con municiones y pertrechos vitales para los europeos.

La participación de "Cruz" culminó el 8 de junio. Tras sufrir desperfectos técnicos en su artefacto, debió volver a la base junto con dos aeronaves más. En esa ocasión fueron hundidos los buques "Sir Tristram" y "Sir Galahad". "Cuando ocurrió la recuperación de las Islas, fue para mí la realización de un sueño. Ellos las tomaron porque no pudieron tomar todo lo demás. Desde chico soñaba que nuestro país pueda ser integrado en su totalidad. Tenemos que tener orgullo de aquello que nos enseñaron que debía avergonzarnos. Gracias a la FAA viajé por el mundo y me di cuenta lo millonarios que somos los argentinos", sintetiza. 

Otra de las figuras destacadas de la V Brigada fue Luis "Tucu" Cervera, quien se desempeñó como Jefe de Sección del 2° Escuadrón. En diálogo con este medio, reflexiona: "Cuando me enteré por la radio de la recuperación de las Islas sentí mucha alegría, una gran conmoción. Toda la Argentina se conmovió ante la noticia porque siempre fue un anhelo de todo ciudadano bien nacido". De todos modos, Cervera sabía que "esto no terminaba acá". "Nos alojamos en un hotel de la ciudad de Río Gallegos. Los aviones fueron llevados a los bunkers y allí se conformaron los equipos técnicos", dice. 

El 24 de mayo, "Tucu" se lanzó en una de sus misiones más osadas: "Salimos en dos escuadrillas de tres aviones a atacar la flota en San Carlos, donde intentaban armar la cabeza de playa. Fue una misión muy dura porque sabíamos que íbamos a entrar en el núcleo de la flota. Era de altísimo riesgo. Mi jefe de escuadrilla tuvo una falla y debió volver, así que me hice cargo del grupo. Nos juntamos con la otra escuadrilla, y conformamos una de cinco aviones. Así hicimos toda la navegación y el abastecimiento. Era muy difícil encontrar el Hércules para repostar. Lo hacíamos a ojo, prácticamente".

"Al lado de aquello, Pearl Harbor nos parecía un poroto. Si bien los radares no nos tenían en pantalla, ellos sentían el tronar de nuestras turbinas, entonces nos estaban esperando. Nos tiraban con cañones y con misiles. Mientras, de sus buques desembarcaban soldados. Vimos que había cuatro barcos grandes. No pudimos hablar, ni nada. Cada uno eligió un navío de desembarco; preferíamos a los más importantes. Yo tiré al 'Lancelot' y salimos. En el escape me pasó un misil por al lado. Gracias a dios volvimos los cinco pilotos. Fue una buena misión", destaca. 

Para el 13 de junio, las tropas argentinas estaban diezmadas y los británicos, a las puertas de la victoria. Ese día la Brigada lanzó un ambicioso ataque. El objetivo era destruir al Estado Mayor inglés con asiento en Monte Dos Hermanas. Una dupla de escuadrillas tomó parte de la que sería la última misión de combate de la FAA. Al llegar a la zona, dieron con el campamento de la comandancia. "La satisfacción la tengo porque fue el último gran esfuerzo de nuestra fuerza. Si las bombas hubieran explotado como debían, quizás no quedaba nada de aquel emplazamiento", sostiene Cervera. 

El general Jeremy Moore, a cargo de las fuerzas del Reino Unido en tierra, logró escapar de la escena mientras los aeroplanos bombardeaban el sitio. "En uno de sus relatos, Moore cuenta que se tiró a un pozo cuando vio venir a los aviones. Nuestras bombas se hundían en la tierra por lo fangoso del suelo. El barrido de la explosión salía hacia arriba en vez de manera lateral, por eso no se produjo todo el daño que se podía haber hecho. Destruimos todo el equipamiento que tenían. Comunicaciones, helicópteros, etc. Causamos muchos percances. La historia podría haber cambiado", sentencia "Tucu". 

Para el fin del conflicto, la Argentina había atacado a más de 30 barcos enemigos. Según datos de la Fuerza Aérea, 8 de ellos fueron hundidos o destruidos y 11 dañados de gravedad, mientras que 55 integrantes de la FAA murieron durante la guerra. Terminadas las hostilidades, el almirante John Woodward, encargado de la operación naval inglesa, dijo: "Ganamos con un importante grado de suerte. Cuando los argentinos se rindieron, las pérdidas británicas iban en aumento y estábamos a punto de quedarnos sin alimentos y municiones. Si ellos hubieran resistido una semana más, la historia hubiera podido terminar de manera muy diferente. Imagínense qué diferente podría haber sido nuestra historia política reciente".

El día 14 de junio, Mario Benjamín Menéndez, quien comandaba a las fuerzas terrestres en Malvinas, firmó ante Moore la rendición. Sin embargo, advirtió que solo podía responder por lo que ocurriera con sus subordinados y no por las acciones que la Fuerza Aérea y la Marina pudieran desarrollar a partir de ese momento. Con esa confesión, ilustró de manera retórica la bravura y rebeldía de aquellos pilotos que con su arrojo cambiaron la historia de la guerra aeronaval hiriendo de gravedad a una fuerza que se pensaba invencible.

35 años de Malvinas: La última guerra cuerpo a cuerpo

Resultado de imagen para Guerra de MalvinasLa Guerra de Malvinas concebida como una de las últimas en que el combate cuerpo a cuerpo fue central en el campo de batalla.

Dos hombres, uno argentino y el otro británico, ubicados en posiciones diferentes (uno, comandante de Infantería; el otro, jefe de cirujanos) se unen en un punto del recuerdo. La Guerra de Malvinas concebida como una de las últimas en que el combate cuerpo a cuerpo fue central en el campo de batalla.

El saldo final dice que murieron 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños. Si se miran los números en detalle, los crudos testimonios sobre la historia -que se intentó tapar después de la guerra- saltan a la vista. De los 194 muertos pertenecientes al Ejército Argentino, 16 fueron oficiales; 35, suboficiales y 143 fueron soldados conscriptos. El desamparo de los jóvenes argentinos después de la pelea desde las trincheras, en las mesas de cirugía, en el lugar de cautiverio, una vez muertos y abandonados en las fosas comunes, se reviven en los testimonios del capítulo “Fuego”, del libro Voces de la tempestad, de Adriana Groisman.

La reportera gráfica buscó en el paisaje de la tragedia los vestigios de la guerra. Una cantimplora cruzada por una bayoneta como si fuera un cuerpo más. Mantas abandonadas y demasiado finas para el frío que se vive en las Islas.
La última guerra cuerpo a cuerpo
Carlos Robacio, el comandante argentino en Monte Tumbledown, reconoce la valentía de los conscriptos y realiza una autocrítica a las Fuerzas Armadas. Rick Jolly, el cirujano en jefe de Ajax Bay -el frigorífico abandonado que se transformó en hospital de campaña-, cuenta las formas de morir y sobrevivir que vio desde su mesa de operaciones.

Rick Jolly - Cirujano en jefe en Ajax Bay

"Todos los cadáveres argentinos terminaron en una fosa común. Nadie hizo ningún intento de ponerlos en bolsas individuales o certificar la causa de muerte, ni nada. Así es como una gran proporción de esos cuerpos terminaron directamente en un hoyo en la tierra.

"Como médicos, no nos importaba quién era la persona que teníamos enfrente sino la gravedad de sus heridas. A mi regreso a Inglaterra, siempre me preguntaban: “Atendiste algunos argentinos, ¿no es así? ¿Qué habrías hecho si te hubieran llegado dos soldados gravemente heridos al mismo tiempo; uno argentino y el otro británico? ¿A cuál hubieras operado primero?” Yo les contestaba: “¿Cuál era el herido más grave?” Pero si un argentino llegaba levemente herido, no lo operábamos durante el día porque era cuando podía atacar la Fuerza Aérea Argentina, y nosotros teníamos dos bombas de 450 kilos sin estallar en el propio techo de Ajax Bay (el frigorífico abandonado que fue usado como hospital de campaña británico). No veía por qué mis hombres tenían que poner en riesgo su vida durante el día, bajo esta amenaza. Así que esperábamos hasta que anocheciera, cuando los argentinos no volaban, y entonces operábamos a todos los heridos leves.

"En el sector de los prisioneros de guerra había un médico argentino que quería ser cirujano, así que le dije: “¿Por qué no venís y observás las operaciones, así podés ayudar?” Vino y como a las cuatro de la tarde me pidió que lo excusara. “¿Es muy difícil para vos?”, le pregunté. Me contestó: “No, es que nos dan de comer a las cuatro”. Le ofrecí cenar conmigo, y cuando llegó la hora, nos paramos al final de la fila y él se empezó a impacientar. Le pregunté: “¿Qué te pasa?” Me respondió: “No entiendo por qué esta gente se salta la fila”. Le expliqué: “No, no es así, vienen de la sala de operaciones cuando pueden para agarrar algo de comer; ellos son más importantes que nosotros”. Y entonces me dijo: “Pero vos sos el jefe”. Él no estaba capacitado para entender esa actitud.

"También nos enojaba ver cómo las raciones del Ejército argentino eran de dos tipos: una para los oficiales, que tenían más variedades de carne y una botellita de whisky y todas esas tonterías que les ponían como una estampita religiosa, mientras que el paquete de raciones de los conscriptos comunes carecía de muchos de estos artículos.

"Su falta de igualdad se hizo evidente cuando trajeron a un soldado argentino muy malherido a causa de una trampa cazabobos que habían colocado los argentinos en Goose Green. Casi no nos quedaba sangre. Mi técnico fue a buscar voluntarios. Alguien le informó a Ítalo Piaggi (el comandante argentino de Goose Green), quien dijo que pararan y entró al quirófano acompañado del Jefe del Estado Mayor.

"Con mis manos cubiertas de sangre le dije: “Estos son sus hombres y están malheridos; necesitamos sangre y necesitamos mucha”. Me corrí para mostrarle a los heridos y cuando vio la nariz aplastada y los pómulos prominentes del soldado campesino-indio, casi se pudo oír su estallido emocional. Entonces preguntó: “¿Cuánta? ¿De qué tipo?” En Goose Green nadie les dijo a los británicos “no toquen esa pila de estantes porque tiene una trampa cazabobos”, y entonces pasó lo inevitable. Les pedimos a sus muchachos que las movieran: ellos eran prisioneros de guerra, así que era perfectamente razonable pedirlo, porque estaban justo apoyados contra el sitio y ¡pum! Un hombre muere, otro queda con el abdomen abierto y las tripas salidas. Quedó sentado en medio del fuego y con los intestinos friéndose y la grasa que saltaba y producía burbujas… Uno de mis paramédicos iba caminando con su fusil y vio lo que estaba pasando; dejó el fusil a un lado, corrió hacia allá y sacó a uno de los heridos fuera del fuego. Luego se dio vuelta para sacar al otro, al que tenía las vísceras al aire. Estaba en un grito agudo porque el fuego le estaba sacando el aire de los pulmones y los conductos nasales y la laringe se le habían estrechado a causa del fuego, por lo que el grito era muy, muy agudo. Lo sé porque soy patólogo forense. El paramédico no lo sabía; solo recogió el fusil, lo amartilló y le disparó dos tiros en la cabeza… Un acto de amor hacia un hombre que estaba condenado".

Carlos Robacio - Comandante, Monte Tumbledown

"En Tumbledown estuvimos cuarenta y cuatro días cobrando sin poder devolver nada. Eso es muy desgastante. Era una intranquilidad permanente porque no sabíamos si en los segundos siguientes íbamos a estar vivos. Las bombas caían permanentemente, sobre todo de noche. Eso destruye el espíritu. En la guerra, el infante es el más desgraciado. Está siempre sufriendo, esperando. Son los que más sienten el frío, el hambre, la incertidumbre. Nunca sabíamos cuándo comenzaría el combate. Eso desgasta más que la lucha.

"Tenía que tratar de que los soldados se animaran. Un comandante que no quiere a sus hombres no puede comandar porque no piensa en ellos. No son máquinas para hacer lo que uno desea, son hijos que están peleando. El hecho de que un hombre vea a su comandante compartiendo el pozo es moralmente muy importante. El mando no es por las carreteras, lo es porque quien comanda es capaz de convocar a sus hombres. El soldado que es inteligente es el que más rinde. El corajudo es importante también, pero normalmente logra poco. El que no es profesional, como nuestros conscriptos, hace lo contrario, en cuanto al mérito. Las Fuerzas Armadas, como institución, nos equivocamos: dejamos de lado a los conscriptos, esos que estuvieron en la batalla, que se habían comportado eficazmente, aun los que se quebraron, porque ya habían hecho sobrado mérito para tener el agradecimiento de la Argentina. Pero cuando llegaron al continente recibieron el rechazo de las Fuerzas (Armadas) y de la sociedad.

"De nuestros adversarios admiré el valor, fundamentalmente de los escoceses. Diría que de ambos lados se combatió épicamente. Creo también que fue la última batalla convencional, donde ambos mandos respetaron el derecho de la guerra a rajatabla. Total. Absolutamente. Lo que no quiere decir que la batalla no fuera cruenta. Fue muy cruenta y muy dura. El combate cuerpo a cuerpo es tremendo. El hombre sabe que el que dispara primero -o el que usa mejor la bayoneta- es el que sobrevive. El enemigo más próximo que tuve estuvo a ciento cincuenta metros. Por eso digo que la Infantería es la reina de las batallas. Porque el que no ocupó, no ganó nada; pudo haber roto y nada más. Los que han pasado por esa instancia maduraron de prepo. Esos jóvenes, de uno u otro bando, que se enfrentaron y estuvieron entre la vida y la muerte en medio de la oscuridad, en donde a veces uno puede hasta confundirse si el que tiene enfrente es propio o enemigo, lo dieron todo".
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