sábado, 23 de abril de 2011

Engordar está bueno

 Por Elina Moreno - Diario Clarín
Ante los problemas del negocio, los Riccillo suman más tecnología y van integrándose con los biocombustibles.
“El feedlot pasa por un momento complicado, pero quienes vimos crecer el negocio debemos seguir apostando a la inversión en tecnología y capacitación como principales estrategias para ser cada vez más eficientes en la transformación del alimento en kilos de carne”.

Quien dice esto, apasionado, es Antonio Riccillo, titular de Transcom, una empresa de Saladillo, en Buenos Aires, referente en el sector. Por eso, en su campo se llevó a cabo hace algunos días una jornada de la Cámara Argentina de Feedlot (CAF) que delineó tres ejes que atraviesan a la actividad y a la empresa anfitriona: inversión, innovación y capacitación.

El feedlot de Transcom nació en 1992 y fue uno de los primeros en el país. Desde entonces fue creciendo en superficie y capacidad de engorde, dice Antonio, que, a esta altura, tiene a Martín, su hijo, plenamente involucrado en el negocio. Hoy, su feedlot puede albergar 22.000 cabezas en un predio de 35 hectáreas, aunque por el precio de la invernada el porcentaje de ocupación actual no supera el 40%.
Según Riccillo, en los próximos meses este panorama va a cambiar, a partir de un ingreso considerable de terneros a engorde. De hecho, preveía, en los días previos a la publicación de esta nota, que entrarán 5.000 cabezas a sus corrales, cifra 3 veces mayor a la registrada los 90 días anteriores. “Después de junio se va a dar un repunte, porque los precios vigentes de la invernada no son reales; recién entonces podremos dejar de lado las medidas de urgencia para desarrollar estrategias comerciales de mediano y largo plazo”, consideró el feedlotero.

Siguiendo la tendencia de este momento de la actividad, en Transcom la rotación se alargó de 90/100 días a 120/150 días: debieron ir más allá en la terminación, para incorporar más kilos. Pero vale la pena, más allá de estas estrategias, conocer a fondo la empresa. Transcom cultiva 6.000 hectáreas (propias y alquiladas) de maíz, en rotación con soja. Y, desde hace más de 15 años, procesan los cultivos para sumarlos al circuito de producción de carne. En el predio hay, inclusive, una planta para obtención de biocombustible a partir de la soja, que abastece un consumo mensual de 25.000 litros. “Toda la maquinaria y vehículos que usamos funcionan con nuestro biocombustible”, señaló el empresario.

Del procesamiento de la soja (crushing) obtienen soja extrusada con aceite y un expeler de soja sin aceite que utilizan en la alimentación de los animales. Incorporar tecnología en los procesos es casi un “leit motiv” para Riccillo. Por ello, realiza un “tempering” a los granos de maíz, sorgo y cebada. Es un tratamiento que consiste en humedecer el grano antes de su consumo. “El grano recibe una aspersión de agua mezclada con una dosis de ácido propionico y se macera 24 horas; luego, una roladora estalla el grano de maíz en varias partes y así se incorpora al mixer”, precisó Riccillo. El productor destacó que “con este proceso logramos un incremento del 5% en la conversión del alimento, porque mejora notoriamente la digestibilidad”.

Si bien en Argentina hay apenas tres feedlots que utilizan el sistema, en establecimientos de punta de distintas partes del mundo al “temperizado” se adicionó la tecnología de “corn flakes”, un proceso durante el cual se aplica vapor de agua a presión al grano, a modo de precocción. Después, pasa por unos rolos que hacen estallar el grano, pero no lo parten, sino que lo aplastan.

Tras charlar con Clarín Rural, Riccillo viajaba a Estados Unidos para continuar la negociación y poder traer a la Argentina la maquinaria para el proceso de “flakes” para fines de este año o comienzos de 2012: “Este sistema supone una mejora del 10% en la digestibilidad, lo que es muy significativo en planteos de alto consumo como el nuestro”, explicó con simpleza.

Hoy por hoy, uno de los aspectos fundamentales en cualquier planteo ganadero es preservar el bienestar animal. Al respecto, Riccillo señaló que en su establecimiento realizan “un estudio de impacto ambiental muy exhaustivo que abarca las rutinas de cada día del animal hasta su muerte, apuntando a un manejo que ocasione el menor impacto posible”. Cuando los animales llegan descansan en el corral de recepción durante 24 horas; recién entonces se arman las tropas y se ubican en los corrales donde se les hace la primera sanidad. “No usamos picanas ni perros; incluso cada vez más tratamos de hacer la mayor cantidad de actividades sin recurrir al caballo”, indicó Riccillo.
A su vez, cuidan mucho la limpieza de los corrales, tanto de los comederos, que se limpian a diario para evitar la fermentación, como del suelo, para que el animal pueda aprovechar todo el espacio disponible con comodidad. En estos procesos, se retira el estiércol de los corrales regularmente, sobre todo en días de “crisis” o lluvia, para que no se forme barro. Riccillo destacó que aprovechan la bosta en su totalidad para la agricultura, como fertilizante. “Y hacemos lombricultura”, se entusiasmó.

Si de limpieza se trata, un factor crítico en los corrales son las moscas. Por ello, en este feedlot se implementó un control biológico de la mosca, mediante una avispa muy pequeña. La avispa inhibe la formación de la pupa de la mosca y controla así la reproducción. “Si bien las avispas no eliminan la mosca, estamos muy conformes con el sistema porque es el control más efectivo que encontramos hasta ahora”, afirmó el productor. El proveedor de estos insectos se encuentra en el Delta del Tigre y mediante un programa calcula cuántos nidos de avispas deben colocarse en los corrales y lugares estratégicos del predio. Así, cada nido se mete dentro de un tubo de PVC que le hace de soporte.

Todo apunta, en definitiva, a lograr la mejor carne, y el mejor precio posible. En ese sentido, Riccillo recordó que, cuando se inició la actividad del feedlot, se usaban insumos como semillas de algodón y cama de pollo, que hoy se descartaron y reemplazaron por otros que no confieren sabores raros a la carne. Como relató Riccillo: “vivimos en la era del conocimiento y eso implica un consumidor que sabe que la carne de feedlot tiene una mejor terminación; para ello tenemos que usar cereal de primera calidad y ser eficientes en todos los procesos, no hay otra opción”.

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